
13/07/2025
Con solo 18 años, Elizabeth Cochrane vivía en Pittsburgh cuando leyó un artículo que decía que las mujeres solo servían para tener hijos y cuidar la casa. No lo soportó. Escribió una carta incendiaria al editor del periódico… y eso le cambió la vida.
El editor quedó tan impresionado que pidió conocerla. Al hacerlo, le ofreció trabajo de inmediato y eligió para ella un seudónimo tomado de una canción popular: Nellie Bly.
Aunque al principio la encasillaron en temas "femeninos", como moda o teatro, Nellie no se rindió. A los 21 años viajó sola a México para escribir sobre la vida de los pobres. Cuando sus artículos molestaron al gobierno, tuvo que huir. Pero no se detuvo.
A los 23, fue contratada por el New York World, el periódico de Joseph Pulitzer. Allí emprendió una de las misiones más valientes en la historia del periodismo: se hizo pasar por enferma mental para infiltrarse en un asilo de mujeres.
Pasó diez días internada. Lo que vio fue atroz. Su reportaje sacudió a la opinión pública e impulsó reformas urgentes en el sistema psiquiátrico de Nueva York. Había nacido una leyenda.
Pero aún no había terminado.
Inspirada por Julio Verne, Nellie Bly dio la vuelta al mundo en 72 días, viajando sola con una maleta de mano. Su aventura fue seguida por miles de lectores que competían por adivinar su hora exacta de regreso. Ganó la carrera, venció a su rival… y se convirtió en una celebridad internacional.
Más tarde se casó con un empresario, patentó inventos y hasta fue corresponsal de guerra durante la Primera Guerra Mundial.
Murió en 1922 a los 57 años. Pero dejó algo más que hazañas: demostró que el coraje, la inteligencia y la determinación no tienen género.
Hoy, el periodismo —y el mundo— le deben mucho a una joven que se negó a aceptar que “las chicas no sirven para nada”.