Humanismo y Trabajo Social GT

13/10/2025

13/10/2025

La esposa de Sócrates, Jantipa, madre de sus tres hijos, pasó a la historia como una mujer de carácter complicado.

Se decía que siempre lo regañaba por pasar tanto tiempo “perdiendo el tiempo” en conversaciones filosóficas, que se quejaba por cualquier detalle y que a veces le armaba verdaderos escándalos, sin preocuparse por guardar las formas.

Pero Sócrates, famoso por su mente aguda y su manera tranquila de ver la vida, siempre la trató con una paciencia y una ternura que sorprendían a todos.

Sus amigos, desconcertados, le preguntaban:

—¿Por qué no intentas corregir a Jantipa? ¿O por qué no la dejas? ¡Debe ser la mujer más difícil de toda Atenas!

El filósofo sonreía y respondía con calma:

—Quien quiere aprender a montar bien a caballo no elige uno manso, sino uno con carácter.
Yo hice lo mismo: si logro convivir con ella, podré entenderme con cualquiera.

Y tenía razón.
Después de las batallas cotidianas con Jantipa, ningún debate filosófico le parecía difícil.
Sócrates sabía encontrar en cada situación —incluso en las más molestas— una oportunidad para aprender y crecer.

Decía que todo lo que nos pasa, bueno o malo, trae una enseñanza.
Y que la verdadera sabiduría está en usar cada experiencia, incluso la más dura, para hacerse más fuerte y más humano. 💫