
29/09/2025
Edmar está preso por defender la USAC. Miguel Martínez libre por saquear al país.
La justicia en Guatemala no es ciega.
Solo tiene precio.
El viernes 26 de septiembre, Edmar Eduardo Arriola Toc fue capturado.
Estudiante universitario.
Joven sancarlista.
Acusado por participar en la toma pacífica de la USAC en 2022.
¿Su crimen?
Oponerse a la imposición de Walter Mazariegos.
Ese rector impuesto que ya fue incluido en la Lista Engel.
Ese que el pueblo sancarlista no eligió.
Y que fue protegido por el silencio cómplice de las autoridades universitarias.
Edmar fue llevado a las carceletas de Torre de Tribunales.
La audiencia… la aplazaron.
El expediente… lo “extraviaron”.
Lo detuvieron un viernes.
Para dejarlo encerrado un fin de semana.
Como castigo.
Como tortura mental.
Como escarmiento político.
Tres días sin proceso.
Sin defensa.
Sin justicia.
Y mientras Edmar está tras las rejas,
Miguel Martínez, el operador, el beneficiario, el rostro del régimen de Giammattei,
camina libre.
Nunca ha sido citado.
Nunca ha sido tocado.
Porque en Guatemala, oponerte a un rector ilegítimo te lleva a prisión,
pero saquear el Estado… te da impunidad.
Edmar representa más que un estudiante.
Es símbolo.
Resistencia.
Memoria.
Es la dignidad que no pudieron comprar.
Ni callar.
Ni quebrar con barrotes.
El MP lo acusa de sedición, usurpación agravada y depredación de bienes culturales.
¿Y los que robaron millones?
¿Los que entregaron la USAC al pacto?
Siguen nombrando decanos, firmando convenios y cobrando favores.
La toma del campus duró 386 días.
No fue violencia.
Fue legítima defensa.
Fue protesta contra el fraude.
Contra la corrupción.
Contra el secuestro de la universidad más grande del país.
Los mismos que hoy lo acusan, firmaron su expulsión en mayo.
Lo criminalizan por irrumpir un inmueble…
cuando él irrumpió una estructura podrida desde adentro.
El juez que avaló su orden de captura, Víctor Cruz, también está en la Lista Engel.
Y así se cierra el círculo:
Jueces sancionados,
rectores impuestos,
ministerios públicos al servicio del poder.
Y estudiantes perseguidos.
A Edmar le imputan “vínculos políticos”.
Pero los únicos que usaron la USAC como botín fueron ellos.
Los que convirtieron la universidad en moneda de cambio para contratos, candidaturas y poder.
Exigimos su libertad.
No por compasión.
Por justicia.
Porque lo que hizo Edmar no fue un crimen.
Fue una lección.
Defender la universidad pública no debería ser delito.
Dejarla en manos del pacto, sí.
Y mientras Edmar espera su audiencia,
Miguel Martínez sigue blindado.
Cenando con banqueros.
Negociando con el Congreso.
Protegido por los que prometieron cambio.
La pregunta no es por qué Edmar está preso.
La pregunta es:
¿Hasta cuándo vamos a normalizar esta podredumbre?
No más criminalización.
No más estudiantes tras las rejas por ejercer su voz.
No más justicia selectiva.
Edmar, fuerza.
No estás solo.
Tu dignidad, hoy, representa a miles.
Y tu encierro, más que castigo,
es la prueba de que les duele el valor de los que no se venden.
Sergio Vega
Presente