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02/08/2025

Padres de familia no se dejen engañar con publicaciones falsas. No hay inscripciones para becas de RITA CETINA, es la creación de la llave. No pague por trámite que no se concrete en totalidad. Favor de informarse

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14/07/2025

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14/07/2025
Amén
14/07/2025

Amén

“Me dejaron fuera del equipo de básquetbol en la preparatoria… y ese día lloré como nunca. Pero también fue el momento e...
10/07/2025

“Me dejaron fuera del equipo de básquetbol en la preparatoria… y ese día lloré como nunca. Pero también fue el momento en que decidí que nadie volvería a menospreciarme.” 🏀

Muchos creen que todo fue talento, pero no ven lo que hubo detrás: los fracasos, los rechazos, las caídas. Recuerdo que cuando pusieron la lista y mi nombre no estaba, sentí que me arrancaban el alma. Me encerré en mi cuarto, derrotado. Pero en vez de rendirme, usé ese dolor como chispa. Cada mañana antes del amanecer, mientras otros dormían, yo ya estaba en la cancha, dándolo todo.

En la universidad me dijeron que no tenía el físico para destacar. Y en la NBA, me tocó perder juegos importantes, fallar lanzamientos clave, cargar con la responsabilidad en silencio. Pero cada error me fortaleció. Nadie habla de los más de 9000 tiros que fallé, o de las 26 veces que tuve la oportunidad de ganar un partido… y no lo logré. Cada tropiezo formó parte del proceso.

Pero la mayor herida de mi vida no fue deportiva. Fue perder a mi padre, que fue mi héroe, mi mentor, mi compañero. Tras su muerte, me alejé del baloncesto. No tenía fuerza para seguir. Pero comprendí que la mejor manera de honrar su memoria era volver, y jugar cada partido como si fuera el último. Él siempre creyó en mí, incluso cuando yo no podía hacerlo.

“No te des por vencido cuando te digan que no lo lograrás. A veces, lo que hoy se siente como el fin… es solo el inicio de algo más grande. El dolor no es tu enemigo; es tu maestro. Y si lo enfrentas, te puede transformar.”

– Michael Jordan

Te amo como un capibara: Tranquilo, paciente, sin hacer ruido… pero siempre presente. Te amo como un capibara: sin prisa...
10/07/2025

Te amo como un capibara: Tranquilo, paciente, sin hacer ruido… pero siempre presente. Te amo como un capibara: sin prisas, sin máscaras, sin miedo a estar contigo hasta en los días más raros.

Dicen que los capibaras son los animales más sociables del mundo.
Pero cuando eligen, eligen para siempre.
No se alejan. No traicionan. No buscan más.
Y así es como te amo yo.

Te amo como un capibara:
con esa fidelidad que no necesita promesas,
porque ya está escrita en el alma.

Te amo como un capibara,
aunque el mundo se incendie y el agua se seque.
Aunque no sea fácil.
Aunque tenga que ceder, cambiar, aprender y crecer.

Porque amarte es una elección diaria.
Un sacrificio dulce.
Una entrega completa.

Te amo como un capibara:
con la nobleza de quien se queda,
con la ternura de quien se rinde al amor,
y con la certeza de que no hay un “nosotros” a medias.

Te amo como un capibara.

Eterno.
Silencioso.
Fiel.
Y feliz solo por tenerte cerca.

En cada familia, en cada generación… Dios elige a uno. Uno que nace distinto. Uno que ve lo que otros no ven. Que siente...
30/06/2025

En cada familia, en cada generación… Dios elige a uno. Uno que nace distinto. Uno que ve lo que otros no ven. Que siente el peso de todos. Uno que, desde niño, sabe que vino a cambiar algo.

A ese… Dios le confía el don más difícil de todos: el don de la abundancia.

No para presumir.
No para llenarse de lujos.
Sino para sanar el árbol, sacar a los suyos del dolor, y abrir un nuevo camino.

Porque cuando una familia vive en pobreza…
Dios no responde con billetes.
Responde con una persona.

Un reparador.
Un constructor.
Un alma fuerte.
Uno que viene a romper las cadenas que ya duraron demasiadas generaciones.

En muchas culturas antiguas se decía que cada 33 años nace uno.
Un elegido.
Un imán de prosperidad.
Uno que viene con una luz tan fuerte… que hasta el dinero empieza a seguirlo.

No porque tenga suerte.
Sino porque tiene propósito.

Ese elegido suele ser el que más trabaja.
El que más sueña.
El que más se cae… y aun así, no se rinde.

A veces, su propia familia no lo entiende.
Le dicen que se cree mucho.
Que por qué no es como los demás.
Pero no se dan cuenta…
Que Dios lo escogió para ser distinto.

Porque Dios no bendice con dinero a cualquiera.
Solo a los que saben multiplicar.
A los que piensan en los demás.
A los que se levantan temprano, y duermen tarde, sin quejarse.

Así como hay sanadores para el cuerpo…
Y profetas para el alma…
También hay abundantes.
Elegidos para cambiar la historia financiera de toda su sangre.

Y si tú eres de esos…
De los que trabajan con amor,
De los que sueñan en grande,
De los que cargan con todos…

No lo dudes más. No estás loco. Estás llamado.

El dinero no te persigue porque seas suertudo.
Te persigue porque eres necesario.

Así que no te detengas.
No te distraigas.
No te sabotees.

Porque tú… eres la respuesta que tu familia pidió en oración.

🐎Un día, un b***o cayó en un pozo profundo.Su dueño intentó sacarlo.Amarró sogas, pidió ayuda, intentaron tirar de él…Pe...
29/06/2025

🐎Un día, un b***o cayó en un pozo profundo.
Su dueño intentó sacarlo.
Amarró sogas, pidió ayuda, intentaron tirar de él…
Pero no pudieron.

Pasaron horas.
El b***o se notaba cansado.
No comía, no bebía, apenas se movía.

Entonces, los vecinos, al ver que no había forma de sacarlo, le dijeron al dueño:
—Es mejor que lo des por perdido. El pozo es profundo, no vas a poder sacarlo.
—Pero no lo podemos dejar así, sufriendo ahí abajo —dijo otro—. Lo más humano sería echarle tierra y terminar con su dolor.

El dueño, resignado, aceptó.

Y empezaron a echar paladas de tierra al pozo.
Cada golpe de tierra caía sobre el lomo del b***o.
Primero se asustó.
Se agitó.
Rebuznó desesperado.

Pero al poco tiempo… algo cambió.

Con cada palada, el b***o sacudía la tierra de su lomo… y la pisaba.
Cada vez que la tierra caía, él la sacudía y la convertía en suelo firme.

Palada tras palada.
Golpe tras golpe.
Sacudía y subía.
Sacudía y subía.

Los vecinos, desde arriba, comenzaron a notar cómo el b***o, poco a poco, se acercaba a la superficie.

Y después de varias horas…
Ahí estaba.
Parado, vivo, y fuera del pozo.

Lo que parecía su final… terminó siendo su salida.

Y es que así es la vida muchas veces.
La gente te echa tierra encima:
Críticas, traiciones, desprecios, obstáculos.
Todo parece querer hundirte.

Pero si aprendes a sacudirlo…
Si en lugar de rendirte, pisas sobre eso mismo que intentaron usar contra ti…
Terminas saliendo.

No siempre vas a poder evitar que la vida te golpee.
Pero siempre podrás decidir qué haces con cada golpe.

A veces, los problemas que hoy te están hundiendo…
Son los mismos que mañana te van a levantar. 🇲🇽🙏🏻🌎

—Papá, ¿me puedes dejar antes de llegar al colegio?—¿Aquí? ¿Por qué no hasta la entrada? —preguntó el padre con extrañez...
29/06/2025

—Papá, ¿me puedes dejar antes de llegar al colegio?

—¿Aquí? ¿Por qué no hasta la entrada? —preguntó el padre con extrañeza, bajando un poco la velocidad.

—Es que… aquí está bien. No hace falta que entres —respondió la hija, sin mirarlo directamente.

Él no insistió. Solo asintió con suavidad y estacionó el viejo vehículo junto a la acera.

Antes de que pudiera decirle algo más, la adolescente bajó rápidamente, ajustándose el uniforme mientras apretaba los libros contra el pecho. Caminó sin voltear. Ni una despedida. Ni un gesto.

El padre se quedó ahí, observando. Sus manos aún sostenían el volante. Estaban manchadas de pintura y olían a thinner, como siempre. Eran manos fuertes, curtidas por años de esfuerzo, pero también temblorosas por dentro.

—Está bien, hija… aquí me detengo —murmuró en voz baja, como si sus palabras fueran un abrigo que ella ya no quería ponerse.

La había criado solo, desde que su madre se fue cuando la niña apenas sabía decir “papá”. No hubo lujos en su hogar, pero jamás faltó un plato caliente ni un abrazo sincero. Aprendió a hacer trenzas, a leer cuentos aunque tropezara con las palabras, a secar lágrimas cuando se enfermaba. Trabajaba largas horas pintando paredes ajenas, pero siempre llegaba para las reuniones escolares, aunque a veces lo miraran con cierta lástima o burla por su ropa gastada y su modo de hablar.

Aquel día, sin embargo, sintió algo que le dolió más que cualquier callo en las manos: el rechazo.

Esa noche, en casa, la mesa quedó servida pero él no cenó. Se sentó solo, con una vieja fotografía en las manos. Era de cuando ella tenía cinco años: el primer día de clases. Él la sostenía con orgullo en brazos, y ambos sonreían como si nada más importara en el mundo.

Pero ahora… parecía que todo eso se había borrado.

Cuando su hija salió del cuarto, él se atrevió a preguntar con calma:

—¿Puedo saber por qué te molesta que te acompañe?

La joven bajó la mirada, dudando. Luego, con voz baja, confesó:

—Es que… tú no entiendes.

—¿Qué es lo que no entiendo? —preguntó el padre con suavidad.

—No sé… cómo vistes, cómo hablas… algunos se ríen. —Guardó silencio, y luego agregó—: De ti… y de mí por ser tu hija.

No hubo gritos. No hubo reproches. Solo un silencio que pesó más que cualquier palabra.

Él no dijo nada más. Solo se levantó despacio, acarició su cabeza con ternura y se fue a su cuarto.

Esa noche no durmió.

Pero tampoco guardó rencor. Porque en su corazón sabía que la vida, tarde o temprano, le enseñaría a su hija el verdadero valor de unas manos humildes, de una presencia constante, de un amor que no necesita ser visto… para estar presente.

Reflexión:

A veces, los gestos de amor más profundos no se notan. No brillan, no hacen ruido. Solo están ahí, día tras día, sosteniéndolo todo en silencio.

Con el tiempo, lo que hoy parece vergüenza… se convierte en gratitud.

Y esas manos que antes no queríamos que vieran… son las mismas que más vamos a extrañar cuando ya no estén.

¿Qué aprendiste del final de este relato?

Dicen que el capibara no le tiene miedo a nada… pero no porque sea un héroe.Es porque no se mete con nadie.No compite.No...
29/06/2025

Dicen que el capibara no le tiene miedo a nada… pero no porque sea un héroe.

Es porque no se mete con nadie.
No compite.
No discute.
No se acelera.

Camina como quien ya entendió que el mundo no se detiene… pero tampoco vale la pena correr.

Anda entre cocodrilos como quien saluda al vecindario.
Pasa junto a jaguares como si fueran compañeros del colegio.
Y nadie lo ataca.
Nadie lo ve como enemigo.
Nadie lo toca.

¿La razón?
No porque sea el más fuerte, sino porque no representa una amenaza.
Porque su energía no agrede, no alborota, no intimida.

El capibara no se impone.
Fluye.
No necesita levantar la voz para hacerse notar.
Tiene esa calma que no exige espacio… pero lo ocupa.

Tiene esa presencia que no necesita ruido.
Esa paz que, sin decir nada, te hace respirar más lento.

Y por eso todos lo buscan:
Las aves, los monos, los perros, hasta los que podrían matarlo.
Porque cerca de un capibara, el mundo deja de parecer tan hostil.

No es que sea invencible.
Es que no da motivos para el conflicto.
Y eso, en un mundo donde todos están listos para pelear, es un superpoder.

No odia.
No se ofende.
No se toma nada personal.

Solo vive.
Con pausa.
Con alma.
Con dignidad.

Y a veces, no necesitamos ser más fuertes…
Solo aprender a caminar como él:
Sin miedo.
Y sin ganas de demostrar nada.

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