04/08/2025
Temalacatzingo, Tierra Viva de la Tradición Náhuatl en la Montaña de Guerrero
La comunidad de Temalacatzingo, ubicada en el municipio de Olinalá, Guerrero, constituye uno de los núcleos indígenas más representativos de la región Montaña, tanto por su riqueza lingüística como por la preservación activa de tradiciones milenarias que aún hoy se manifiestan en su vida cotidiana.
El nombre “Temalacatzingo” proviene del náhuatl Temalacatl-tzin-co, que puede traducirse como “en el pequeño temalácatl”, en alusión a las antiguas plataformas circulares de piedra utilizadas en ceremonias rituales. Este origen etimológico remite a un pasado profundamente vinculado con las prácticas religiosas y ceremoniales del México prehispánico.
Desde tiempos ancestrales, la comunidad ha mantenido vivo el uso de la lengua náhuatl, lengua predominante entre su población. La lengua, más allá de ser un medio de comunicación, se convierte en vehículo cultural a través del cual se transmiten mitos, cantos, plegarias agrícolas y saberes colectivos de generación en generación.
Temalacatzingo es también reconocido por su labor artesanal, en especial la elaboración de decorados mediante la técnica ancestral del maque o laca tradicional, compartida con la cercana comunidad de Olinalá. Estas piezas, trabajadas son pintadas a mano con pigmentos minerales y aceites naturales, siguiendo procedimientos heredados de siglos atrás. Cada objeto representa no sólo una obra artística, sino un testimonio vivo de identidad, paciencia y dedicación.
Actualmente, alrededor de 30 familias se dedican a esta actividad, enfrentando retos significativos como la escasez de materiales, la migración juvenil y la limitada rentabilidad del oficio. Sin embargo, iniciativas estatales y federales, como la reciente Denominación de Origen “Lacas de Olinalá” y programas de apoyo del FONART, han contribuido a visibilizar y preservar este valioso patrimonio cultural.
A pesar de los desafíos contemporáneos, Temalacatzingo se mantiene como un baluarte cultural en Guerrero. Su resistencia y compromiso con la tradición convierten a esta comunidad no sólo en un espacio de riqueza artística y lingüística, sino también en un símbolo de la tenacidad con que los pueblos originarios resguardan sus raíces frente a la modernidad.