Atoyac es un municipio muy rico en su historia, desde los primitivos cuitlatecos, la guerra de Independencia, la Revolución y durante el Movimiento Armado Socialista ha sido un pueblo aguerrido. Que los atoyaquenses miramos hacia el río que nos da vida, pero también nos mete grandes sustos de vez en cuanto con esas estruendosas avenidas, por eso cuando Ignacio Manuel Altamirano anduvo por aquí le
compuso dos preciosos poemas: “Al Atoyac” y el “Atoyac en una creciente”. El río, donde está el Salto Grande, por donde llegan los cocodrilos, pero también leyendas que se niegan a desaparecer. Cuentan que el “Amigo” que tiene una vivienda en cada camino a la sierra desde donde influye males y bienes sobre los individuos. El Cuera Negra camina por las noches, montado en su caballo negro, en busca de aquellos que tienen compromisos con él. Atoyac tiene infinidad de personajes populares que hacen más interesante la vida en los pueblos, la exuberancia de caminos y de zonas arqueológicas como la Ciudad Perdida arriba de El Paraíso, Piedras Grandes y La Gloria. Personajes como doctor Antonio Palos Palma que vino desde España para instalar su consultorio donde hacía milagros sanando a la gente y se daba tiempo para conspirar en bien de la humanidad. El cura rebelde Máximo Gómez Muñoz llegó desde Jalisco para proteger al pueblo en estas tierras, Máximo en la defensa de los derechos humanos y Máximo en la defensa de los pobres. Pero también en Atoyac se asentaron familias venidas de otras latitudes del mundo para engrandecerlo como los Ludwig, Obe, Nogueda, Quiñones y González. Los cafetaleros llegaron a tener tanto dinero que viajaban en avioneta, riqueza que dilapidaron en los “burros” de la zona de tolerancia. La vida era beber después de pasar tres meses en románticos campamentos limpiando y cortando café en nuestra selva exuberante, llena de encantos y rica en flora y fauna. En esos campamento donde se escuchaba el rugido del jaguar, el sonido de la cáscara de los árboles donde afilaba sus garras por las noches. El grito estridente de las marticas que se acercaba a los palos de zapote a comer en la oscuridad. Más arriba de la zona del café están entre los bosques de maderas preciosas, entre oyameles, ocotes y chapences, esos preciosos, coloridos y peligrosos jardines de la sierra donde se produce gran parte de la riqueza de Guerrero de manera ilícita. Esa goma que ha dejado, llanto y dolor, pero también felicidad y progreso para los que han sabido aprovechar sus beneficios. En Atoyac las luchas épicas han estado presentes desde siempre, como dije antes desde los primitivos cuitlatecos que representan la resistencia india a los españoles, la independencia, la reforma, la revolución y el movimiento cívico que concluyó con la famosa masacre del 18 de mayo de 1967. Luego el Movimiento Armado Socialista de la lucha guerrillera de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, de donde se desprenden las vidas ejemplares de luchadores sociales como: Octaviano Santiago Dionisio, Hilda Flores Solís y Rosendo Radilla Pacheco, Carmelo Cortés Castro y Zohelio Jaimes Chávez. Los testimonios de la Ocupación Militar, la construcción del cuartel y el secuestro sonado del senador Rubén Figueroa y la vida de una luchadora por la presentación con vida de los desaparecidos como Tita Radilla Martínez y Rosa Santiago Galindo. Atoyac polémico, siempre donde incluso los grupos de PRI son antagónicos, donde muchas veces el diálogo ha quedado para una mejor ocasión y dirimen sus diferencias a garrotazo limpio. Las sucesiones por la presidencia municipal siempre han estado impregnadas de pasión baste recortar el secuestro de Elías Salomón Radilla en el Palacio Municipal para que otro pudiera tomar su lugar en la candidatura para la diputación. Y políticos como Germán Adame que han dejado su vida en el camino. El eterno antagonismo de los grupos de izquierda y los gobiernos de la modernidad partiendo de Evodio Arguello hasta nuestros días. Las organizaciones sociales como la Unión de Ejidos Alfredo V. Bonfil, la Coalición de Ejidos de la Costa Grande, la polémica Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) y la Red de Agricultores Sustentables y Autegestivos (RASA). En el entorno está la Escuela Real, la preparatoria número 22. El folklorismo de la danza de El Cortés, el Carnaval y la Feria del Café. La riqueza musical y nuestra comida tradicional. Muchos artistas que compiten por un lugar en nuestra historia como Kopani Rojas, Judith Solís Téllez, Jesús Bartolo Bello, Felipe Fierro, Enrique Galeana Laurel y muchos más que se dedican al arte y cura. La riqueza que generó la compañía minera Los Tres Brazos, la fábrica de Hilados y Tejidos de El Ticuí, de escritores como Simón Hipólito Castro y de los corridos como el de “los hermanos Zequeida”. La vida de hombres proteicos como Toribio Gómez Pino y de paso la influencia que ha tenido en nosotros la escuela normal rural de Ayotzinapa. Sin duda tenemos mucha tela de donde cortar para investigar y difundir. Y si hacemos mención de las tragedias de La Pintada y El Paraíso provocadas por el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel. Y mucho más atrás el Tara y el Behulat que modificaron el mapa de nuestra localidad.