21/10/2025
En agosto de 2013, la literatura mexicana perdió a una voz única.
Adela Fernández y Fernández falleció a los 70 años, dejando un legado de narraciones que exploraban los límites entre la realidad y lo fantástico.
Nació el 6 de diciembre de 1942 en la Ciudad de México.
Hija del legendario cineasta Emilio "El Indio" Fernández y la cubana Gladys Fernández, creció rodeada de arte y cine. Figuras como Diego Rivera, Dolores del Río y María Félix formaban parte de su entorno, influyendo en su desarrollo creativo.
Desde joven, Adela encontró refugio en la literatura y el cine.
Se formó en actuación y dramaturgia en el Centro de Capacitación Cinematográfica y en la Universidad Iberoamericana. Aunque su apellido le abría puertas, siempre buscó destacar por su propio talento.
Su estilo literario era oscuro, profundo y lleno de simbolismo.
Publicó obras como El perro o el hábito por la rosa (1975), Duermevelas (1986) y El vago espinazo de la noche (1996), donde exploró el horror cotidiano, la identidad y el misticismo.
Incursionó en el cine como guionista y directora.
Dirigió películas como Claroscuro y Cotidiano surrealismo, donde plasmó su visión única del mundo, fusionando el realismo con lo fantástico.
A pesar de su talento, su obra ha sido considerada de culto.
En ocasiones relegada por el canon literario mexicano, Adela se convirtió en una narradora de lo siniestro en la cotidianidad, con un estilo marcado por el cinismo y la profundidad psicológica.
Falleció el 18 de agosto de 2013, pero su legado sigue vivo.
Su obra continúa siendo estudiada y revalorizada como una de las más interesantes de la literatura mexicana contemporánea.
"Las historias más aterradoras no son las que inventamos, sino las que vivimos."
— Adela Fernández