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“Querían mi cuerpo para tener s**o con un ente”Relato anónimo basado en hechos realesNo sé ni cómo empezar… es la primer...
30/06/2025

“Querían mi cuerpo para tener s**o con un ente”

Relato anónimo basado en hechos reales

No sé ni cómo empezar… es la primera vez que cuento un relato, aunque lo que les voy a contar no tiene nada de paranormal, al menos no en el sentido clásico, pero sí fue algo fuera de lo común. Algo que hasta la fecha no puedo explicar del todo…

Yo trabajaba para una empresa que le brindaba servicios a la telefonía número uno de México —ya sabemos cuál, sí, la del globo azul con “Tel”—. Bueno, ya saben cuál. Mi trabajo consistía en cambiar a las personas de compañía a esa. Ahora se hace por teléfono, pero antes lo hacíamos de casa en casa.

Ese día andábamos en la colonia Granjas, en Chihuahua. No es una colonia adinerada, pero tampoco tan humilde. Era verano del 2010, como al mediodía, cuando llegué a una casa común y corriente. Toqué la puerta y me abrió una chica de unos 20 años. La verdad, era muy hermosa, flaca pero con buen cuerpo. Recuerdo que traía un short de licra negro, pegado, y un top negro también… pero su aura era extraña. Había algo sombrío en ella.

—Hola, buenos días —le dije—. Sabe, ando entregando chips gratis de Tel para las personas que se quieren cambiar de compañía. ¿Usted qué compañía tiene?

Me contestó que de “Mov”, pero su voz… también tenía un tono oscuro. Le pregunté si le interesaba el cambio. Me miró de arriba a abajo, tardó unos 20 segundos en contestar… y luego me dijo que sí.

Le pedí su celular para iniciar la portabilidad. Entonces su tono cambió. Se volvió más melodiosa y dulce.

—Si gustas pasar, hace mucho calor… y a mí no me gusta.

Ya adentro, me invitó a sentarme en el sofá. Su casa tenía ese mismo aire sombrío que ya me había erizado la piel desde afuera. Me ofreció un vaso de agua, lo acepté con gusto. Entonces, le habló a alguien más:

—¡Dennis! —gritó.

De uno de los cuartos salió otra chica, igual de hermosa, con un cuerpo casi idéntico. Pero ella venía solo en ropa interior. Me puse nervioso al instante. Ella, ni siquiera intentó cubrirse.

La primera chica, Mariana, le preguntó:

—¿Qué te parece?

Dennis me miró de arriba a abajo y respondió:

—Me gusta.

Ambas soltaron una risita burlona.

Yo intenté volver al tema de la portabilidad, pero Mariana me interrumpió:

—¿Cómo te llamas?

—Obed —le respondí.

—Mucho gusto, Obed. ¿No quieres jugar con nosotras? Sabes… amanecimos muy excitadas hoy, pero los consoladores no son lo mismo. ¿Juegas con nosotras?

Ahí pensé… ¿un trío? ¿Una experiencia que todo hombre sueña vivir, y más con este par de mujeres tan bellas? De inmediato dije:

—Bueno, pues… sí.

—¿Quieres algo de tomar? Aparte del agua tengo soda, cerveza, tequila, un churro… lo que quieras.

Le dije que una cerveza estaría bien. Me la trajo en un vaso y me la tomé algo de prisa. Luego le preguntó a Dennis:

—¿Ya está todo listo?

—Sí, ya —respondió ella.

Me invitaron a seguirlas. Mariana dijo:

—Mira, para poder jugar tienes que hacer todo lo que te digamos. Nada de “no”… porque si no, no jugamos. ¿Estás de acuerdo?

—Sí, está bien.

Entramos a un cuarto… y fue ahí donde todo se torció. Había muchas velas negras, pared pintada de negro, garabatos extraños en las paredes, figuras raras hechas con pintura blanca. Dennis me miró y dijo:

—Bienvenido a nuestro cuarto de juegos.

Se me acercó por detrás, comenzó a seducirme, mientras Mariana lo hacía de frente. Ambas me empezaron a quitar la ropa. Yo traté de ayudar, pero me dijeron:

—No… nosotras hacemos todo.

Me desnudaron por completo. Una de ellas me tiró a la cama y empezó a besarme, mientras la otra sacó unas correas.

—Obed —me dijo—, hoy serás nuestro esclavo sexual. Te vamos a amarrar con estas correas y podremos hacer contigo lo que queramos. Y pobre de ti si no nos llenas a las dos… o si terminas antes.

Primero me amarraron los pies a la cama, mientras la otra seguía besándome. Luego vinieron las manos. Se besaron entre ellas y continuaron “jugando” conmigo. Hasta que una se retiró… y volvió con un marcador y un libro que parecía una Biblia.

—Bueno, Obed… hoy servirás de puente para que nosotras tengamos s**o con él.

Mencionaron un nombre extraño. No sé cómo se escribe, ni cómo se pronuncia. Mentiría si dijera cuál era.

Yo no entendía. Una de ellas tomó el marcador y en mi pecho dibujó un pentagrama. Ahí fue cuando me asusté. Les dije que me tenía que ir. Pero ellas respondieron:

—¿No quieres seguir jugando? Lo bueno apenas va a empezar… te va a gustar.

Volví a reiterar que me quería ir. Dennis, con una voz completamente diferente a la dulce de antes, dijo:

—Ahora nos cumples.

Encendieron las velas, apagaron la luz, y comenzaron a hablar en un dialecto extraño. Abrieron el libro negro y siguieron con ese cántico… algo completamente desconocido. Yo ya estaba aterrado. Trataba de safarme, pero no podía.

Entonces Mariana dijo:

—Se nos olvidó la sangre del borrego, déjame voy por ella.

La otra la siguió. Me dejaron solo. Yo trataba desesperadamente de safarme. Gritaba:
—¡Auxilio!

Ya no sabía qué hacer. Volvieron con un frasco y empezaron a echar sangre en el pentagrama mientras seguían hablando en ese idioma incomprensible. Yo les suplicaba, ya llorando:

—¡Ya no quiero jugar, por favor! ¡Déjenme ir!

Ellas me ignoraban. Yo, entre mí, solo decía:

—Dios… ayúdame, ayúdame.

Y justo entonces, sonó el timbre de la puerta. Ellas lo ignoraron, pero quien fuera siguió tocando. Entonces ambas se retiraron.

No sé cómo lo logré, pero logré safarme de una de las manos. Con esa libre, me desaté la otra y los pies. Me puse el bóxer como pude, agarré mi ropa… y salí corriendo.

Ellas estaban en la puerta, hablando con alguien. Como pude, las empujé… y escapé.

Llegué con mis compañeros, quienes al verme en ese estado llamaron de inmediato a mi jefa. Cuando llegó, le conté todo. Los chips y mi mochila se habían quedado en esa casa. Llamamos a una patrulla… pero cometimos un error: llegamos antes que ellos.

Mi jefa tocó la puerta. Salió un chavo. Ellas ya no estaban.

—¿Sí? ¿Diga?

Mi jefa le pidió los chips y la mochila. Él respondió confundido:

—¿Cuál? ¿De qué habla?

Le explicamos lo sucedido… pero lo negó todo.

—Aquí no hay nadie, solo yo —dijo.

Llegó la patrulla. Les conté todo. Él volvió a negar y dijo:

—No tengo inconveniente en que revisen… pero necesitan una orden de cateo. Cuando la tengan, con gusto los dejo entrar.

Los oficiales asintieron. Nos dijeron que para eso se debía presentar una denuncia… y que el proceso sería tardado.

Nos retiramos. Unas cuadras más adelante… ahí estaban mi mochila y los chips, tirados en la calle.

Los recogimos y nos fuimos. Yo quedé traumado por esa experiencia. Hasta la fecha, a veces sueño con una sombra negra, más oscura que la noche, alta… y con esas dos mujeres, burlándose de mí, realizando aquel ritual.

Creo que aquel día, querían que algo tomara mi cuerpo para tener s**o con ese ser. No sé qué era, pero desde entonces no entro a casas extrañas, y mucho menos le hago caso a mujeres que desde el primer momento intentan seducirme.

30/06/2025

"¿Quieres dormir esta noche? No veas estos video."

28/06/2025

Portal Paranormal 648 desde el Panteón 🪦 San Francisco de Conchos

“El precio del deseo”No sé por dónde empezar… solo espero que no me juzguen. Sé que por amor uno hace muchas tonterías. ...
27/06/2025

“El precio del deseo”

No sé por dónde empezar… solo espero que no me juzguen. Sé que por amor uno hace muchas tonterías. Lo que estoy a punto de contarles ocurrió en el año 2020.

En ese entonces trabajaba en una empresa donde había varias personas, pero entre todas, había alguien que me tenía completamente perdida: Martín. Un hombre que, con solo verlo, me hacía babear. No sé por qué, pero lo anhelaba… lo deseaba. Era mi crush, y me derretía por él. No estoy segura si se me notaba, pero la única persona que lo sabía era F***y, una compañera que también era mi amiga.

Era víspera de Navidad y la empresa organizó una posada. El ambiente estaba muy animado, pero F***y y yo ya teníamos un plan: yo fingiría haber perdido las llaves de mi carro, y le pediría a Martín que me llevara a casa.

Pasaban las horas y él no mostraba señales de irse. Pero, cerca de las 3 de la mañana, finalmente anunció su retirada. Aproveché el momento y le pedí que me diera un aventón, explicándole lo de las llaves perdidas. Aceptó sin problemas.

Me abrió la puerta de su camioneta, me ayudó a subir, y en el camino me preguntó dónde vivía. Entonces me armé de valor y le insinué que si no prefería que fuéramos a un lugar más cómodo para seguir la noche. Pero él se negó, diciendo que al día siguiente tenía que salir de la ciudad. Me sentí fatal, como una “zorra ofrecida”. Al llegar a casa, me bajé lo más rápido que pude. Antes de irse, me dijo: “Cuando quieras salimos, pero esta vez se me complica… una disculpa.”

Me puse roja como tomate. Pero un fin de semana después, me llegó un mensaje de él invitándome a tomar unas cervezas. Acepté sin dudarlo. Pasó por mí, y no llevábamos ni una cerveza encima cuando ya estaba sobre él. Seguimos saliendo, o algo así… Yo me enamoré todavía más, pero él era frío, distante. Solo me buscaba para tener s**o, y después se inventaba cualquier excusa para dejarme en casa. Me dolía muchísimo.

Hasta que un día, F***y me sugirió que le hiciera un amarre. Le pregunté cómo hacerlo, y me dijo que en internet había formas sencillas. Busqué y encontré un ritual… lo hice. Pero no funcionó. Martín seguía siendo el mismo, o peor. Entonces encontré otro, más fuerte. Ese decía que debía enterrar el amarre en un panteón con una foto de él y pronunciar ciertas palabras.

Lo hice. Y no solo eso: probé varios tipos de brujería para amarrarlo a mí.

Con el paso del tiempo, F***y comenzó a alejarse. Ya casi no me hablaba. Un día le pregunté qué pasaba, y me dijo que nada. Pero esa misma tarde… saliendo del trabajo, vi a Martín acercarse a ella con un ramo de flores. Se besaron frente a mí.

Sentí un enojo indescriptible. Al día siguiente la confronté. Le dije que me había traicionado, que sabía lo que yo sentía por él. Solo me respondió: “En el corazón no se manda. Discúlpame.”

Ciega de furia, busqué brujería para separarlos… incluso para hacerle daño a F***y. Llevaba todos los trabajos al mismo panteón. Pero los meses pasaron, y Martín volvió. Me escribió un mensaje para vernos. Pensé que era otra vez por s**o, pero me sorprendió: me llevó a cenar, a bailar, me regaló flores. Me dijo que ya no salía con F***y, que se había dado cuenta de que a quien quería era a mí.

Esa noche durmió en mi casa. Días después, se me declaró. Yo acepté… estaba feliz. Pero la dulzura duró poco.

F***y había faltado varios días al trabajo. Pregunté por ella —por costumbre, por el pasado, no sé—, y me dijeron que estaba embarazada. Y que el bebé estaba en riesgo.

Hablé con Martín. Le pregunté cómo había podido hacerle eso a F***y. Él me dijo que no la quería, que me amaba a mí. Yo le hablé del bebé. Me contestó que no le importaba.

Me alejé. Me sentía culpable, sucia. Reflexioné y entendí que todo lo que vivía era por los amarres, por todas las cosas oscuras que había hecho para tenerlo. Fui al panteón, saqué todos los trabajos, les eché gasolina… y los quemé.

Regresé a mi casa. Las luces estaban encendidas. Yo no las había dejado así. Entré, y sentí un olor putrefacto, nauseabundo. Busqué la causa… no encontré nada. Pero eso no fue lo peor.

Esa noche, al intentar dormir, vi a una mujer. Vestía ropa muy antigua, como de otro tiempo. Me asomé… no había nadie. Pero esa noche tuve una pesadilla horrible con ella.

Los días siguientes las cosas empezaron a descomponerse: cosas que se caían de la cama, luces que se encendían solas… y ese olor. Ese ma***to olor a muerte que no se iba.

Todo empezó a derrumbarse: se me caía el cabello, tuve problemas económicos, el carro fallaba constantemente, perdí el trabajo, nadie quería contratarme… y el olor seguía, impregnado en cada rincón. Pero lo peor era ella. Esa mujer. Su presencia se hizo constante.

Una noche, ya agotada, escuché su voz. Me decía que me colgara, que me tirara de un puente, que nadie me quería. Sentí terror. Me fui a casa de mis papás… pero ahí estaba ella, parada en la puerta. Me sonrió. No entré. Volví a mi casa.

Pasaron días sin poder dormir. Ella me susurraba que me iba a quedar calva… y sí, se me estaba cayendo el cabello. Un día, mientras me servía comida, me agarró de las piernas y me arrastró por la cocina, diciéndome que me llevaría con ella.

No había lugar donde no la viera. Estaba volviéndome loca.

Fui con una bruja. Me dijo que todo era consecuencia de mi avaricia, que jugué con fuerzas que no comprendía. Me explicó que esa mujer era un ente designado para proteger los amarres, y al destruirlos, se quedó sin propósito… y se pegó a mí.

La bruja accedió a ayudarme. Me hizo una limpia. Al terminar, me dijo: “Listo. Ya no la veo.” Pero no… eso no fue suficiente.

Esa misma noche, la mujer me rasguñó, me arrastró de nuevo… y me amenazó. Fui con otra bruja. Lo mismo. Otra limpia… otro fracaso. Nadie puede quitarme esta cosa. Esta presencia.

Me explicaron que ese ente fue asignado para custodiar lo que yo hice. Y que al romper los amarres, quedó suelta… sin nada que cuidar, excepto a mí.

Y créanme… hasta la fecha, nadie ha podido quitarme a esta mujer. Me sigue. Me golpea. Me dice que no tengo cabello. Que ya estoy fea. Que acabe con mi vida.

Todo lo malo que desee para F***y… está regresando a mí.

He ido con muchos brujos, brujas, santeros. Nadie puede ayudarme. Incluso ahora, mientras escribo esto… está aquí. Justo a mi lado. Mirándome. Sonriendo. Esperando.

👻 El Catrín del Gato Negro¿Alguna vez han pasado de noche por el callejón Gato Negro?Mi nombre es Andrea González, y lo ...
25/06/2025

👻 El Catrín del Gato Negro

¿Alguna vez han pasado de noche por el callejón Gato Negro?

Mi nombre es Andrea González, y lo que les voy a contar nos pasó a unas amigas y a mí. Para quienes no son de Camargo, el callejón Gato Negro es una calle a la orilla de la ciudad. Está pavimentada y atraviesa una zona de nogaleras. De día parece normal, pero por la noche es solitario, oscuro… y en ciertas partes, escalofriante.

Era domingo, ya pasaba de la una de la madrugada. Andábamos “dando la vuelta” con unos tipos, mis dos amigas y yo. En algún punto, los chavos decidieron meterse al callejón y detenerse casi al final para seguir tomando. Todo iba más o menos bien hasta que uno de ellos comenzó a sobrepasarse con una de mis amigas. Le decía cosas como:
—“¡Vieja apretada! Te vas a ir a pie.”

Nos molestamos las tres y les pedimos que nos llevaran a nuestra casa o, mínimo, al Faro para pedir un taxi. Pero se negaron. Uno de ellos nos dijo con burla:
—“Hoy les toca la de Zapata: o cog$@/ o te vas a pata.”

La verdad, para nuestras pulgas, no nos íbamos a dejar. Nos armamos de valor y decidimos caminar de regreso. En el trayecto iríamos marcando a las bases de taxis para que alguno nos encontrara. Pero comenzamos a llamar, una y otra vez, y nadie respondía. Ni los del centro, ni la base Abraham, ni la de Árbol Grande. Ninguno.

Ahí fue cuando empezó la preocupación. Estaba muy oscuro, y al entrar a una parte más cerrada del callejón, el ambiente se volvió extraño. El aire se sentía denso, pesado, y de pronto nos envolvió un frío fuera de lugar. Era pleno verano, pero en ese momento parecía noviembre.

Seguimos caminando y con cada paso crecía esa espantosa sensación de que algo venía detrás de nosotras. ¿Han sentido eso? Que alguien las observa, que algo camina justo detrás. Es horrible, y más en esas condiciones.

Habían pasado unos veinte minutos desde que comenzamos a andar, cuando Mari volteó hacia atrás y dijo:
—“¿Chicas… qué es eso?”

Sentí que la sangre se me helaba. No quería mirar, pero me armé de valor. Al voltear, lo vi:
Una silueta masculina, alta, vestida de traje oscuro, con un sombrero tipo bombín. No era un ranchero. Estaba completamente inmóvil.

El miedo se apoderó de nosotras y salimos corriendo. De reojo volteábamos para ver si nos seguía, pero no, no lo veíamos. Pensamos que lo habíamos dejado atrás y nos detuvimos a descansar. Nos preguntamos qué habíamos visto, y todas coincidimos: sí era un hombre, pero no caminaba, sólo estaba parado.

Decidimos seguir, esta vez todas agarradas de la mano. Seguíamos marcando taxis, pero aún nadie contestaba. De nuevo el aire se volvió gélido, pesado, y regresó esa sensación de que alguien o algo venía tras de nosotras.

Volteamos… nada.

Caminábamos y caminábamos, pero parecía que no avanzábamos, como si estuviéramos atrapadas en el mismo tramo del callejón.

Y entonces, las tres escuchamos al mismo tiempo una voz varonil, clara y cercana:
—“¿Me podrían dar la hora, por favor?”

Se me paralizó el corazón. Sentí un dolor en el pecho tan agudo que pensé que me iba a desmayar. Por inercia volteamos…
Ahí estaba. Frente a nosotras.

Un hombre catrín, elegante, pero con el rostro desfigurado, indescriptible. Gritamos con todas nuestras fuerzas y volvimos a correr, casi hasta caer rendidas. Nos detuvimos una vez más, sin aliento, preguntándonos:
—“¿Qué fue eso?”
Les pregunté si lo habían visto. Me dijeron que sí.

Pero antes de poder asimilarlo, el ambiente volvió a cargarse. El aire gélido. El silencio opresivo. La sensación de que ya no estábamos solas.
Miramos a nuestro alrededor… nada. Y de pronto, otra vez… junto a nosotras, la misma voz:
—“¿Me podrían decir qué día es hoy, por favor?”

Esta vez sentimos su aliento: pútrido, nauseabundo, como si viniera de una fosa.

Corrimos desesperadas… pero al voltear para asegurarme, Mari ya no venía con nosotras.
—“¡¿Dónde está Mari?!”
—“¡No sé! ¡Tenemos que regresarnos!”

Aunque no queríamos, corrimos de vuelta, gritando su nombre:
—“¡Mari! ¡Mari, ¿dónde estás?!”

Llegamos justo al lugar donde lo habíamos visto por tercera vez… y ahí estaba Mari, desmayada. Como pudimos, la despertamos.
Le dije:
—“¡Voy a hablarle a la policía!”

Así lo hice. Mientras tanto, seguimos caminando, con el alma en la garganta. Y otra vez: el frío, el aire denso, la pesadez del ambiente.
Mari suplicaba:
—“Ya no… por favor…”

Esta vez no lo dudamos:
—“¡Corramos y no volteemos!”

Corrimos lo más rápido que pudimos. Pero por reflejo, volteé. Y ahí estaba de nuevo.
Venía tras de nosotras… pero no caminaba.
Flotaba.

Grité:
—“¡Ahí viene, ahí viene!”

Mis piernas ya no me respondían, sentía que se me doblaban. Finalmente llegamos al puente del Gato Negro, y en ese momento vimos una luz de un vehículo. Sin pensarlo, me le atravesé.

El auto frenó.
—“¡Ayúdenos, por favor! ¡Algo nos viene siguiendo!”

Bajaron uno de los chicos que venía en el carro, luego otros cuatro. Nos preguntaron:
—“¿Saben quién es?”
—“¡No! ¡No nos van a creer, pero es un fantasma! ¡Lo vimos flotando!”

En ese momento llegó la patrulla. Les contamos todo. Nos subieron y les pedimos que nos llevaran a casa, pero los oficiales dijeron que tenían que revisar el callejón.

Lo recorrieron todo…
No había nadie.

Esa noche nos dejaron en casa, una por una. Créanme cuando les digo: las tres jamás hemos vuelto al callejón Gato Negro.
Nunca.
Es una experiencia que jamás vamos a olvidar.

He buscado en páginas de relatos de Camargo y la región para ver si alguien ha contado algo parecido… pero no, nadie ha dicho nada sobre eso que se nos apareció esa noche.

Ojalá que alguien más lea esto y me diga qué fue…
¿Quién es el que se nos apareció esa madrugada y nos dejó marcadas para siempre?

La bruja que me robó la inocencia y me encadenó a su deseoBuenas noches. Gracias por abrirme el portal para poder entrar...
23/06/2025

La bruja que me robó la inocencia y me encadenó a su deseo

Buenas noches. Gracias por abrirme el portal para poder entrar y contar lo que me está pasando. Les suplicaría de la manera más atenta que esto que les voy a confiar lo publiquen de forma anónima, porque es extremadamente delicado. Por obvias razones no diré lugar de ubicación, fechas, ni nombres, aunque sé que si ella lee esto, sabrá perfectamente quién soy.

Todo comenzó en mi fiesta de 18 años, una celebración que me organizó mi familia. Estaban invitados mis abuelos, primos, tíos, amigos, hasta los arrimados. Ese día, mientras nos alistábamos en casa, mis papás tuvieron una conversación que me llamó la atención. Hablaban de un tío —hermano de mi mamá— que había dejado a su esposa e hijos por otra mujer.

Me sorprendió, porque esa familia era la típica que parece perfecta en redes: sin problemas, viajaban seguido, todo era armonía. Mi tío siempre fue muy detallista con su esposa, flores, detalles casi a diario. Mi mamá terminó la conversación diciendo: “Una cosa es lo que aparentas hacia afuera y otra lo que vives dentro de tu casa”. Mi papá solo comentó que estaba raro que su cuñado se olvidara de su familia de la noche a la mañana.

Esa noche llegó mi tío a la fiesta… acompañado de ella. La presentaré con el nombre de Sonia. Se veía radiante. Se integró muy bien con todos, tanto que mis papás la aceptaron al instante, ¡y eso que unas horas antes hablaban mal de ella!

Al día siguiente, la celebración continuó de forma más íntima, solo con familiares. Mi tío y Sonia llegaron, y él me entregó un regalo. Me dijo: “Ayer por las prisas no te compré nada, pero espero y te guste”. Sonia me sonrió, pero no fue una sonrisa común: la sentí coqueta, y cuando me saludó de mano, uno de sus dedos me acarició. No lo tomé mal, pero fue raro.

Con el tiempo, Sonia comenzó a hacerme insinuaciones. Me hacía comentarios con doble sentido y un día me mandó una foto en lencería con el texto: “¿Te gusta? ¿Te gustaría hacerme tuya esta noche?”. No supe qué contestar. Pasó un minuto y ella se disculpó, dijo que el mensaje era para mi tío, que se había equivocado porque él y yo tenemos el mismo nombre.

Después de eso, me mudé a otra ciudad para entrar a la universidad, la misma donde vivían mi tío y Sonia. Iba a rentar, pero Sonia se ofreció a alojarme en su casa. Dijo que era muy grande, y que le haría compañía cuando mi tío saliera de viaje. Mis papás aceptaron… y yo también.

Desde que llegué, Sonia fue muy atenta conmigo. Me preparaba lo que quisiera de comer, siempre tenía dulces o nieve para mí. Un día, mi tío se fue de viaje. Esa noche escuché ruidos extraños en la habitación prohibida, un cuarto que Sonia no dejaba entrar a nadie. Lo llamaba su “espacio personal”.

A la mañana siguiente, Sonia bajó vestida con ropa deportiva. Se veía espectacular. La miré y sentí una mezcla de deseo y confusión. Me preguntó: “¿Qué te pasa?”, pero lo hizo con sarcasmo, como sabiendo la respuesta. Me ofreció llevarme a la universidad. Acepté.

En el auto, el perfume que llevaba me nublaba la razón. De nuevo, preguntó: “¿Todo bien?”. “Sí”, respondí, pero ella remató: “No lo creo… algo creció dentro de tu pantalón”. Morí de vergüenza. Me dijo: “Déjame te ayudo”… y ahí pasó: tuvimos relaciones sexuales en el carro.

Luego me convenció de no ir a clases, me cocinó algo delicioso y canceló a la señora del aseo. Después de eso, comenzó una etapa donde teníamos relaciones sexuales cada vez que mi tío no estaba, incluso una vez que él estaba viendo un partido con amigos abajo de la casa.

Yo sabía que estaba mal. En la universidad conocí a una chica que me gustaba, y hasta le gustaba yo también. Pero cuando la invité a salir, Sonia me detuvo: “No irás a ninguna parte. Tú eres mío y aquí te quedas”. Sin chistar, le cancelé a la otra chica.

Un día, cuando Sonia y mi tío no estaban, me metí a su cuarto secreto. Tenía un altar muy raro, con hierbas, frascos, y cosas viscosas. Encontré una foto mía dentro de un frasco con una sustancia que parecía miel, con un escrito detrás (no lo diré, pero era claramente un amarre). También estaba la foto de mi tío. Tomé el frasco con mi foto y me fui furioso.

Cuando pude, le reclamé. Sonia, sin alterarse, dijo: “Sabía que lo tenías. Dámelo”. Le respondí que lo rompería, y ella contestó: “Haz lo que quieras, lo que hice ya está hecho. No fue solo ese frasco. También te hice amarres con la comida, los dulces… hasta cuando teníamos s**o”. Me advirtió que no le contara a nadie, porque no me gustaría conocer su lado oscuro.

Me salí de su casa. Me mudé a un departamento. Pero un día volvió a buscarme. Le abrí la puerta. Me dijo: “¿No me vas a invitar a pasar?”. Le respondí: “Sí, pásale”. Luego me dijo: “¿Sabes lo que hiciste? Me dejaste entrar”. Me dijo que sabía que había quemado los frascos, pero que eso no importaba. Y una vez más, no resistí su perfume… volvimos a tener s**o.

Al terminar, me dijo con burla: “Jamás te desharás de mí. Y ahora que me dejaste entrar a tu departamento, menos”. No entendí del todo lo que quiso decir, pero me llenó de miedo. Después de eso, empezó a mandarme fotos y videos desnuda. Yo no le contestaba. Un día me escribió: “Esta noche sabrás de mí”.

Esa noche soñé con ella, teniendo s**o. Fue un sueño húmedo, pero tan real que desperté sudando. Al día siguiente, fui a su casa con el pretexto de que había olvidado algo. Me abrió la puerta y dijo: “No mientas. No vienes por nada, vienes por mí”. Me confesó que había rechazado a mi tío esa mañana por estar “llena” desde la noche anterior.

Le pregunté: “¿Por qué yo?”. Y me dijo: “Porque tú me fascinas. Tu tío solo me sirvió por dinero. Y si te preguntas si soy una bruja… sí. Pero no cualquiera. Soy una bruja poderosa. No me hagas enojar”.

Esa noche tuve una pesadilla horrible, donde me pasaban cosas espantosas. Cuando logré despertar, estaba llorando… y ella estaba acostada a mi lado. Le dije: “¿Cómo entraste si todo está cerrado?”. Me contestó: “Tú me dejaste entrar”. En ese instante, me volvió a seducir. No pude resistirme.

Al día siguiente, consulté a un brujo. Me dijo que el amarre era demasiado fuerte, no solo por el poder con el que fue hecho, sino porque yo le abrí la puerta de mi casa. Me pidió volver en tres días, cuando hubiera luna llena.

Cuando volví, me recibió nervioso. Me pidió que me retirara. No podía ayudarme. Fui con otra bruja. Lo mismo. Me dijo que lo intentaría, pero después cambió su tono… y me corrió.

Cuando volví a ver a Sonia, me dijo: “Jamás te desharás de mí. Ese amarre no te lo quitará nadie. Todos me temen. No soy cualquier bruja”. Y añadió: “Me diste permiso de entrar a tu casa. Ya no estás seguro en ningún lado”.

Volví con mis papás durante vacaciones, pero la sigo soñando, sigo oliendo su perfume en todas partes. No puedo tener paz. No sé qué hacer. Me da miedo enojarla, porque no sé hasta dónde puede llegar.

Si alguien que lea esto sabe de alguien que sí pueda ayudarme, se los agradecería con el alma.

20/06/2025

Portal Paranormal explicación de

18/06/2025
VOCES DEL MÁS ALLÁRelato anónimo | Camargo, ChihuahuaSoy fiel creyente de que lo paranormal existe. Lo digo no por lo qu...
17/06/2025

VOCES DEL MÁS ALLÁ
Relato anónimo | Camargo, Chihuahua

Soy fiel creyente de que lo paranormal existe. Lo digo no por lo que me han contado, sino por lo que me ha tocado vivir… en carne propia. Lo peor, o quizás lo más inquietante de todo, es que cada una de estas experiencias han ocurrido dentro de mi propia casa.

Bueno… técnicamente es la casa de mis padres, pero he vivido ahí desde siempre. Está ubicada en la colonia Abraham González, en Camargo, Chihuahua. Desde que tengo memoria, esa casa ha tenido una atmósfera extraña. Siempre se han escuchado cosas. Mi papá, con su forma burlona, solía decir que eran cosas “de brujas” y que estábamos embrujados, por eso oíamos ruidos. Se reía, como si no le afectara… como si no le diera miedo.

Mi mamá y yo, en cambio, sabíamos que algo no andaba bien. No eran solo ruidos. En ocasiones escuchábamos voces. La más común era la de un hombre, grave, susurrando cosas desde el baño. Esa voz nos erizaba la piel. Pero hubo una noche en particular que nunca podré olvidar. Escuchamos —mi mamá, mi papá y yo— una voz de mujer que mencionó mi nombre. A media noche. Y todos estábamos despiertos. La voz venía del cuarto del baño. Nunca encontramos explicación.

Con el paso del tiempo, aprendimos a ignorar los ruidos. Nos acostumbramos. O eso pensábamos…

Era el 20 de noviembre de 2016, una fecha que tengo grabada en la memoria. Me desperté como siempre, cerca de las seis de la mañana, y fui al baño. Todo estaba en calma. Me lavé las manos, medio dormida, cuando de repente escuché unos golpecitos suaves, insistentes, en la ventana de vidrio del baño. Como si alguien intentara llamar mi atención. Volteé de inmediato… pero no había nada. Pensando que era mi papá queriéndome asustar, me reí bajito y pregunté:

—¿Quién es? 🤭

Pero la respuesta que recibí… no fue la que esperaba.

Justo al lado de mi oído, escuché claramente un “Aaaaaaahhhhhhhh”… una especie de suspiro largo, grave, pero con una intención oscura. No era la voz de un hombre. Tampoco de un animal. Era algo peor. Algo que no pertenece a este mundo. El sonido era grueso… maligno. Y lo sentí. Lo sentí tan cerca que mi piel se llenó de escalofríos de inmediato.

Asustada, insistí:

—¿Quién es?

Y entonces el susurro volvió. Más cerca. Más fuerte. Más oscuro.

—“Aaaaahhhhhh”…

Fue como si esa cosa me respondiera. Como si se alimentara de mi miedo.

No puedo explicar el terror que sentí. Salí corriendo del baño, gritando, despertando a todos en casa. Mis papás revisaron la azotea, el patio, incluso el interior de la casa. Pero yo sabía… sabía que aquello estuvo conmigo, dentro del baño.

Con el tiempo, investigando, me he dado cuenta que ese tipo de sonidos, esos suspiros profundos y guturales, se relacionan con entidades oscuras… seres malignos. Nunca trajimos a ningún sacerdote, pero mi mamá rezó. Colocamos una imagen de la Virgen en el baño, y por mucho tiempo nadie se atrevía a entrar solo.

Puede que muchos piensen que fue sugestión. Que fue mi imaginación. Pero yo lo viví. Y si soy honesta… creo que escuché algo que no era humano.

(Aquí no termina todo… tengo más historias. Quizás, con su permiso, las siga compartiendo.)
—Anónimo

📸 Paranormal | Conductor de Uber capta figura flotante en barrio de la CDMXRolando Bravo nos comparte el inquietante tes...
16/06/2025

📸 Paranormal | Conductor de Uber capta figura flotante en barrio de la CDMXRolando Bravo nos comparte el inquietante testimonio de un conductor de Uber que trabaja durante las noches en la Ciudad de México y que recientemente vivió algo fuera de lo común.Según cuenta, mientras circulaba por un barrio de la capital —cuyo nombre omitiremos por seguridad— algo extraño llamó su atención a lo lejos. Al detenerse un momento, logró tomar una fotografía que ha dejado a más de uno con escalofríos. En la imagen se distingue lo que parece ser una figura femenina, con el cabello suelto, un vestido largo y sin piernas, flotando… además de parecer llevar algo en la mano.El conductor comenta que no es la primera vez que experimenta cosas extrañas en sus recorridos nocturnos, pero sí es la primera vez que logra capturar algo así en una imagen, por lo que decidió compartirlo.La fotografía ha generado todo tipo de reacciones: algunos aseguran que podría tratarse de una aparición, mientras otros sugieren que es un efecto visual o una coincidencia.¿Tú qué ves? ¿Es solo un juego de sombras… o algo más?Si tú también tienes una foto o video extraño que quieras compartir, puedes enviarlo y podría aparecer en el próximo reporte. 👻📷

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