24/08/2025
NÚMEROS 12
"La fidelidad de Moisés"
La murmuración en la familia o por parte de personas cercanas puede causar un dolor profundo y difícil de superar. La confianza y el respeto son fundamentales en cualquier relación, y cuando se rompen, puede ser un desafío restaurarlas. La murmuración puede hacer que te sientas herido, enojado y decepcionado. Puede afectar tu autoestima y confianza en ti mismo. Puede crear un ambiente de tensión y conflicto en la familia o en la relación. Sucede en las mejores familias.
María y Aarón, hermanos de Moisés, se quejaron contra él debido a su esposa cusita. La envidia y los prejuicios raciales los llevaron a murmurar contra Moisés, cuestionando su autoridad y liderazgo: “Moisés tomó por mujer a una cusita, y por causa de ella María y Aarón murmuraron en contra de Moisés. Dijeron ¿Acaso el Señor ha hablado sólo por medio de Moisés? ¿Acaso no ha hablado también por medio de nosotros?. Y el Señor lo oyó.” (Números 12:1-2 RVC).
La murmuración afecta la armonía en el trabajo, la familia e impide avanzar para lograr algún propósito. María era profetiza, Aarón era el sumo sacerdote, pero sus prejuicios raciales y la envidia los llevaron a murmurar en contra de Moisés.
La palabra hebrea murmurar, significa “difamador, llevador de cuentos” Hablar entre dientes, manifestando queja o disgusto por alguna cosa. También hablar mal de alguien a sus espaldas. La murmuración con frecuencia son palabras en contra de alguna persona, pero son palabras que van llenas de crítica, amargura, ingratitud, descontento, envidia. Con justa razón, el apóstol Pablo aconseja: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas” (Filipenses 2:14).
Moisés, el instrumento escogido por Dios, enfrentó esta situación tan crítica por parte de sus propios hermanos. ¡Qué preciosas palabras tan reconfortantes encontramos en medio de esta situación tan lamentable: “Y el Señor lo oyó.” Dios oye, Dios ve, Dios sabe. Cuando alguien, por las razones que sean, murmura y te llegas a enterar, invade una serie de impotencia, enojo, amargura. A veces, en el intento de que se aclaren las cosas, se provocan más rencillas y sin sabores. Tener la convicción de que “Dios oye” y no pasa desapercibido para Él cualquier mal que puedan estar tramando en contra de sus hijos. Debiera llenarnos de fe en dejar en sus manos cualquier injusticia. Alabado sea Dios. “Él oye”.
“Aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres.” (Números 12:3-4). Moisés “era muy manso” obedeció a Dios y el problema se solucionó al más bajo nivel, sin involucrar a más personas, Moisés, Aarón y María. El problema debía resolverse, puesto que esto impedía que el pueblo avanzara en su viaje hacia la tierra prometida.
¡Qué solemne advertencia al que se atreve a desprestigiar a un siervo de Dios con calumnias y mentiras! ¡Qué castigo tan humillante sufrió María! Esto es lo que sucede:
“Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?” (Números 12:5-8).
“¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?”
Consecuencias de la murmuración.
1. “Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue. Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.” (Números 12:9-10). El pecado privó de la bendición de Dios a todo el pueblo, pues la nube se apartó. El pueblo tuvo que detenerse.
2. María se volvió leprosa: “Y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.” Aarón, quien participó con su hermana de la murmuración, tiene que declarar leprosa a María.
3. La murmuración separa, divide, aleja: María es echada fuera del campamento por siete días.
4. El pecado entorpeció la marcha del pueblo: “Así María fue echada del campamento siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos. Después el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de Parán.” (Números 12:15-16).
Cabe destacar la actitud de Moisés, quien era “manso”: “Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora.” (Números 12:13).
“Esta manifestación del desagrado del Señor tenía por objeto advertir a todo Israel que pusiera coto al creciente espíritu de descontento y de insubordinación. Si el descontento y la envidia de María no hubiesen recibido una señalada reprensión, habrían ocasionado grandes males. La envidia es una de las peores características satánicas que puedan existir en el corazón humano, y es una de las más funestas en sus consecuencias... Fue la envidia la que causó la primera discordia en el cielo, y el albergarla ha obrado males indecibles entre los hombres. “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”. Santiago 3:16..." Hijas de Dios, pág., 99.
La historia de María y Aarón y la actitud de Moisés nos recuerda la importancia de confiar en Dios y no permitir que la murmuración nos separe de Él. Debemos recordar que "Dios oye, Dios ve, Dios sabe", y que Él está siempre dispuesto a defender a sus hijos y a resolver los problemas que enfrentamos.
Preguntas para reflexión
- ¿Cómo puedo evitar la murmuración en mi vida diaria?
- ¿Qué puedo hacer para fomentar la unidad y la armonía en mis relaciones?
- ¿Cómo puedo confiar más en Dios y dejar de juzgar a los demás?
Que nada nos impida avanzar al reino celestial, recuerda: “Dios ve” “Dios oye” “Dios sabe”.
Dios te bendiga.
Ptr. Martin Olvera García.