
17/07/2025
El pleito como estrategia: Jacinto Gonzalez Varona y la política del ruido.
En el siempre volátil tablero político de Guerrero, Jacinto González —dirigente estatal de Morena Guerrero— ha optado por una estrategia que ya no sorprende, pero sí preocupa: provocar. Esta vez, su blanco ha sido Carlos Sanchez García Titular de la Secretaría de la Juventud y la Niñez Guerrero e hijo del diputado federal morenista Carlos Sánchez Barrios. ¿El motivo? Oficialmente ninguno de peso. Extraoficialmente, todos apuntan a lo mismo: llamar la atención.
La confrontación, más simbólica que sustancial, revela un patrón. González no está interesado en construir consensos ni fortalecer liderazgos juveniles dentro del partido. Su objetivo es otro: mantener el reflector encendido, incluso a costa del desgaste interno. Lo hace en un contexto en el que su liderazgo ha sido seriamente cuestionado, tanto por las bases como por figuras nacionales del movimiento.
Desde hace meses, distintas voces dentro de Morena han señalado que Jacinto ya no representa una conducción cohesionadora. Su estilo ha mutado del activismo combativo a una especie de caudillismo menor, más centrado en disputas personales que en proyectos colectivos. El reciente pleito con Carlos Sánchez García lo exhibe como un dirigente más preocupado por controlar espacios que por formarlos.
Detrás del ataque, algunos ven un intento por marcar territorio frente a las nuevas generaciones morenistas que comienzan a ocupar cargos de decisión. Pero la elección del blanco —un joven funcionario que, además, es hijo de un actor clave en la estructura legislativa federal de Morena— demuestra que el mensaje no era solo hacia el interior de la Secretaría, sino hacia las cúpulas que comienzan a considerar a González como un factor prescindible.
El problema no es solo de formas, sino de fondo. Cuando un dirigente estatal necesita crear conflictos internos para mantenerse visible, el partido entero paga el costo. Guerrero, una entidad con retos profundos en seguridad, pobreza y gobernabilidad, no puede permitirse una dirigencia que juega a incendiar el avispero para probar que aún tiene poder de picar.
La política no debería reducirse al arte de provocar, pero en Morena Guerrero parece que algunos aún creen que el ruido es sinónimo de liderazgo.