04/09/2025
𝗦𝗲 𝗴𝗮𝘀𝘁𝗮 𝗽𝗲𝗻𝘀𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗕𝗶𝗲𝗻𝗲𝘀𝘁𝗮𝗿 𝗰𝗼𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗰𝗮𝗿𝗶𝗻̃𝗼𝘀𝗮𝘀 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗻𝗼 𝗽𝗮𝗴𝗮 𝗹𝗮 𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗮. Ayer por la noche el bar “El Dorado” fue testigo de un episodio que mezcló cumbia, cerveza, cariñosas y una fuga de película protagonizada por un pensionado de 71 años.
Don Rosenberg Osorio llegó al lugar con la moral en alto y la cartera llena —gracias a la pensión recién cobrada. Según testigos, pidió la primera cerveza “para ir abriendo garganta” y de inmediato empezó a repartir invitaciones como si fuera político en campaña.
“¡Pidan lo que quieran, que hoy paga Bienestar!” gritaba el galán de cabellera plateada mientras las damas del tacón dorado lo rodeaban como abejas a la miel.
Las señoritas, especialistas en sonrisas con precio, no perdieron tiempo: una pedía tequila, otra cerveza, otra hasta preguntó si no aceptaba pago a meses sin intereses.
Don Rosenberg, envalentonado, sacaba billetes como si fueran servilletas.
Pero la fiesta se le fue de las manos. Entre cumbia y cumbia, el pensionado no notaba que la cuenta crecía más rápido que el gas LP. Él solo quería demostrar que “todavía tenía con qué”... hasta que se dio cuenta de que lo único que tenía era deuda y sudor en la frente.
A medianoche, el dinero ya se había esfumado junto con las caricias compradas.
Entonces, al estilo de Misión Imposible, decidió ejecutar la Operación Retirada: dio un último paso prohibido en la pista, levantó los brazos como campeón y salió disparado hacia la calle.
Los parroquianos creyeron que había pagado otra tanda, pero no: lo que pagó fue el precio de la fuga. Desde el Boulevard Harold R. Pape, se echó a correr como si persiguiera la antorcha olímpica.
Un cliente que lo siguió relató:
“Yo no sabía si estaba viendo un ladrón o un maratonista… parecía que entrenaba con maratonista.”
La policía recibió el reporte de “un bailarín fugitivo de la tercera edad con energía sospechosa”. Los agentes, entre risas, se lo llevaron a la siesta.