
22/09/2025
En el extremo norte del Sultanato de Omán, escondida entre montañas y el mar, existe una aldea que parece detenida en el tiempo: Kamzar. Situada en la península de Musandam, a orillas del estrecho de Ormuz, es un lugar al que no se llega por carretera: solo el mar o un helicóptero permiten el acceso.
Su aislamiento geográfico ha forjado una identidad única. Con apenas dos mil habitantes, Kamzar guarda un tesoro cultural poco conocido: su lengua. El kamzaria no se escribe, solo se transmite de boca en boca, y es la única lengua no semítica de la Península Arábiga.
El idioma es un mosaico sorprendente, una mezcla viva de persa, hindi, árabe y hasta inglés, resultado de siglos de contactos marítimos en una de las rutas comerciales más importantes del mundo. Pero fuera de Kamzar, nadie lo habla.
El paisaje también parece un reflejo de su singularidad: el océano como horizonte, las montañas como muralla, y un pueblo que vive entre ambos, resistiendo el paso del tiempo.
Kamzar es más que una aldea: es un recordatorio de que todavía existen rincones en el mundo donde la tradición y la lengua sobreviven como puentes invisibles hacia el pasado.