23/09/2025
Perfecto." Le dije a mi nuera Marl cuando me anunció que 25 personas de su familia vendrían a pasar la Navidad en mi casa. "Me voy de vacaciones. Ustedes cocinan y limpian. Yo no soy empleada." Su rostro palideció como si hubiera visto un fantasma.
Pero lo que ella no sabía era que la verdadera sorpresa apenas comenzaba. "Mi nombre es Susana, tengo 66 años y durante los últimos 5 años he sido tratada como la sirvienta de mi propia casa. Todo comenzó cuando mi hijo Renato se casó con esa mujer. Desde el primer día, Marlen decidió que yo era su empleada personal. Susana, tráeme café. Susana, limpia esto. Susana, cocina para mis invitados.
Y yo, como una tonta, siempre obedecía. Creía que así mantendría unida a mi familia, pero había llegado mi límite. Ese martes de diciembre, Marlen entró a mi cocina como siempre hacía, sin tocar la puerta. con esa sonrisa falsa que tanto detestaba, llevaba puesto un vestido rojo carísimo que seguramente había pagado con el dinero de mi hijo.
Sus tacones repiqueteaban contra mi piso de cerámica como martillazos en mi paciencia. "Susana", me dijo con ese tono condescendiente que usaba conmigo. "Tengo noticias maravillosas. Toda mi familia va a pasar la Navidad aquí. Son solo 25 personas." Solo 25 personas. como si fuera poco, como si yo fuera una máquina de cocinar y limpiar. Vi como sus ojos brillaban de malicia mientras continuaba con su plan maestro.
Se acomodó en mi silla de la cocina, cruzó las piernas y comenzó a enumerar como si estuviera leyendo una lista de compras. Ya hablé con mi hermana Griselda, mi prima Evely, mi cuñado Enrique, mi tío Elías, todos van a venir. También vendrán mis sobrinos, mis primos segundos, los hijos de Griselda. Será una Navidad perfecta.
Hizo una pausa dramática esperando mi reacción de pánico habitual. Por supuesto, tú te encargarás de todo. La comida, la limpieza, servir las mesas. Sus palabras me golpearon como bofetadas. Recordé todas las veces que había preparado cenas para sus amigos mientras ella se llevaba el crédito. Todas las veces que había limpiado después de sus fiestas, mientras ella dormía hasta mediodía.
todas las veces que había sido invisible en mi propia casa. Necesitaremos tres pavos, por lo menos. Continúo ignorando mi silencio. Y ese postre de chocolate que haces también. Ah, y tendrás que decorar toda la casa. Quiero que se vea perfecta para las fotos de Instagram. Esperó mi típico. Sí, Marleno, pero esta vez fue diferente.
Esta vez algo dentro de mí se había roto para siempre. La miré directamente a los ojos con una calma que incluso a mí me sorprendió. "Perfecto", repetí viendo como su sonrisa comenzaba a desvanecerse. "Será una Navidad perfecta para ustedes, porque yo no estaré aquí." El silencio que siguió fue ensordecedor.
Marl parpadeó varias veces, como si no hubiera escuchado bien. Su boca se abrió ligeramente, pero no salieron palabras. El repiqueteo de sus tacones se detuvo abruptamente. ¿Cómo que no estarás aquí? Logró articular finalmente su voz temblando ligeramente. Se incorporó en la silla, su postura perfecta comenzando a desmoronarse. Exactamente lo que escuchaste. Me voy de vacaciones.
Ustedes pueden cocinar, limpiar y servirse solos. Yo no soy su empleada. Vi como el color desaparecía completamente de su rostro. Sus manos comenzaron a temblar levemente. La taza de café que había estado sosteniendo tintineó contra el platillo. Por primera vez en 5 años Marlen no sabía qué decir. Pero, pero, Susana, Balbuceo, ya les dije a todos que vengan.
Ya está todo planeado. No puedes hacer esto. Claro que puedo. Es mi casa. Esas cuatro palabras cayeron como una bomba en la cocina. Marlen se quedó boqueabierta, su rostro pasando del socignación. Se levantó bruscamente, sus tacones volviendo a repiquetear, pero esta vez con desesperación. Esto es ridículo. Renato no va a permitir esto.
Renato puede opinar lo que quiera, pero la decisión ya está tomada. Por primera vez yo tenía el control, pero lo que ella no sabía, lo que ninguno de ellos sabía, era que mi decisión no había sido espontánea. Llevaba meses planeando esto y tenía mis razones, razones que pronto los dejarían a todos sin palabras. La expresión de Marl cambió de soca furia en cuestión de segundos.