El Hombre de la gabardina negra

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🕴Historias originales de HGN🕴El oro de los gatos (Octava parte) 🐀🐕🐈🐕‍🦺🐀 “Los pestilentes hermanos toman caminos diferent...
23/07/2025

🕴Historias originales de HGN🕴El oro de los gatos (Octava parte) 🐀🐕🐈🐕‍🦺🐀

“Los pestilentes hermanos toman caminos diferentes. Uno a la parte baja de las cámaras subterráneas que, por su construcción y apariencia es fácil deducir que eran las antiguas mazmorras del castillo. Todavía se pueden ver los grilletes oxidados y las puertas vencidas por su propio peso, el aire está impregnado de una antigua desesperación y maldad. Los espectros de la desesperanza aún se pueden escuchar suspirar en las paredes de piedra, en profundas prisiones inexploradas de donde surgen bocanadas de aire gélido y el más puro sentimiento a desolación. Baja con una lampara de petróleo a paso muy lento, conoce el lugar y parece sumergirse sin problemas en la oscuridad de la piedra, la tierra y la húmeda cárcel.
Nuestro amigo Ruktfol; el carnicero, abrió dos puertas seguidas separadas por un pasillo, la entrada de las mazmorras era protegida de esta manera, por un puesto de vigilancia intermedio. Subió una escalera vertical puesta sobre un agujero en el techo que lo llevo al piso de arriba, de un cuarto adentro del castillo. Como si fuera el cuartel general de la antigua armada imperial. Caminó recto, por un pasillo en ruinas con paredes totalmente destruidas, dejando descubierto al imponente océano; como ventanales enormes hacia altamar pintando un efervescente atardecer en el horizonte, el astro rey se esconde entre las lejanas islas y se pierde lentamente. Tal como lo hace nuestro amigo; en cuartos pequeños, saltando parte de las paredes que permanecen en el suelo, escabulléndose por lugares estrechos. De repente, un ruido frenético se posa desesperado en las feas orejas del carnicero. Para él, encerraba una melodía graciosa tal como risa de niños pequeños. Eso era parte de su negocio, escuchar el vitoreo de marineros excitados por ver sangre y depravación, en un show grotesco y nauseabundo.
Llega a un palco que se utilizaba para la vigilancia de los calabozos y de donde se puede ver el patio, a unos 10 o 20mt de altura, donde antes estaban las caballerizas ahora abundan marineros, alrededor de un ruedo con barricadas altas, hechas de varillas y pedazos de barcos viejos para la protección del fino espectador que grita impaciente para que empiece la función.
El carnicero contempla extasiado la multitud, se sienta en una silla de finos; pero enmohecidos tallados, totalmente fuera de lugar, a su lado espera otra silla igual a su hermano. Estira la mano para poder alcanzar una botella en la esquina del palco, se relaja y coloca sus pies en el borde de la muralla de piedra. Espera a su hermano con una sonrisa desafiante, aunque en sus ojos reluce la deducción de algo que ronda su pensamiento, algo no deja festejar del todo a Ruktfol. Será que su pensamiento viaja con la pobre de Alicia que yace bailando a las puertas principales del castillo de forma demencial y exquisitamente encantadora o, en la extraña conexión con aquella hermosa doncella y el loco cazador de ratas, el único que puede descender por el sistema de alcantarillas que lleva a la sala principal del trono. El único acceso al castillo por el cual nadie ha podido exceder. La duda comienza a crecer en el pecho de nuestro carnicero doble vida. Algo no le gusta y empieza a impacientarlo.
Una voz fuerte y autoritaria irrumpe el caos desde el centro del ruedo, anunciando el primer encuentro de la noche. Los ladridos de feroces perros entran en escena. La multitud, ahora cantando una "celeusma" multitudinaria aprueba el inicio del show de hoy. 4 perros de gran tamaño son puestos en el ruedo, las barreras suben un poco y en el patio todo quedo en silencio. A excepción de los ladridos de los 4 perros. El presentador anuncia que, por ser la primera función, sería un duelo parejo, 4 vs 4"

- ¡Escorias, es ahora de hacer sus apuestas!

"El fervor aumenta y comienzan a organizarse, algunos apuestan por equipos o por la ultima bestia en pie, cada uno se acerca con los manejadores de apuestas. Todo esto con un orden imposible de ver en estas personas. El miedo y el gozo, los transforman, solo quieren saciar su deseo.
A la distancia, por una gruesa pared en una grieta hecha por el tiempo, unos chillidos escalofriantes se colaban en el ruedo. Dos de los perros se encresparon y comenzaron a llorar. Todos en el patio sintieron su piel erizar y dirigieron su mirada hacia la grieta por mera preocupación. Los chillidos se intensificaban con una melodía descarnada y furiosa. El anunciador sale del ruedo y cada quien toma su lugar expectante, alrededor del lugar se encienden las antorchas como parte de un ritual para dar inicio a estos juegos atroces. El castillo Shostakovich se ilumina de nuevo, con el fuego impuro de la degeneración humana, el hastío lúgubre de la saciedad en la putrefacción de un aura de muerte.
Esos chillidos traen consigo un recuerdo en el carnicero, aquella vez que vio a Jack descender por la calle sosteniendo todas esas ratas. El recuerda la historia, pero recuerda cuando se la relataba a Alicia hoy por la mañana, enfrente de su fachada en los muelles del norte. Pierde de vista el encuentro y se da cuenta que no pudo saber nada de la mujer, que la intromisión de aquella dama esta fuera de lugar. Era algo extraño. La incertidumbre cubre su rostro y sus pensamientos. Se arrepiente de haberla dejado a la deriva"

- Tal vez podría ir a buscarla y traerla aquí.

Pensaba en sus adentros para calmar la duda. Sin darse cuenta que su hermano acababa de llegar, hasta que posaba su mano en el hombro derecho y lo invitaba a brindar de una botella con un licor verde y espeso. El elixir de Springwill.

- ¿Listo para la función de hoy?
- ¡Si! Si claro, terminando necesito hacer algo.
- ¡¿Ya viste quien viene ahí?!

Al parecer su hermano había ignorado la encomienda del carnicero. El espectáculo estaba a punto de empezar. Los ásperos gritos de todos se mezclan con el chillido infernal de 4 ratas de un tamaño considerable, no eran más altas que los perros y aun así eran enormes. Era difícil distinguirlas de un perro de tamaño mediano, enumeradas y aseguradas con cadenas y grilletes en los cuellos; la mano de Jack las guiaba adentro del ruedo, caminando y gruñendo a todos y a todo, menos a él.
Son horribles, su morfología es repugnante, han perdido características propias de los roedores y adquirieron hocicos largos con bocas pequeñas repletas de hileras de dientes, su columna vertebral es visible; apenas cubierta con una membrana color rosa y blanco, que supuraba un líquido espeso y oloroso que se quedaba en los pelos grises de la espalda expuesta, cabe recalcar que nunca se habían visto ratas tan grandes con esas extraña característica. Sus patas son gordas y levemente alargadas, acompañadas de largas uñas como espinas filosas, rectas y punzantes. Las cuales cortaban y encajaban en la pierna de Jack al momento en que se paraban a recibir caricias mientras las liberaba de sus grilletes. Jack se nos presenta, en ropas finas desgastadas y roídas hasta las rodillas; con su elegante sombrero percudido de copa, se aleja de ellas acariciando su pequeña y desproporcionada cabeza, una puerta los separa. Por un momento intentaron llegar a Jack, que las veía del otro lado de la barrera del ruedo, cuando un gran danés tomo a una por su gordo trasero y la azota frenéticamente por el suelo.

Continuará...
Historia extraída de "Universos parlantes" 2018
Autor: Alejandro Avila Carrillo, todos los derechos reservados

🕴El exorcismo de Salvador Dalí.🕴Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí i Domènech, primer Marqués de Dalí de Pubol (1904-1...
22/07/2025

🕴El exorcismo de Salvador Dalí.🕴

Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí i Domènech, primer Marqués de Dalí de Pubol (1904-1989), mejor conocido como Salvador Dalí, fue una de las personalidades más destacadas del arte del siglo XX. Si bien su vida y su obra son ampliamente reconocidas y comentadas, una pequeña porción de Salvador Dalí permanece en el más absoluto misterio, como una sombra difusa, surrealista, que recién trascendió el terreno de lo anecdótico hace apenas unos años.

Todo comenzó en 1940, durante la Segunda Guerra Mundial. Europa estaba devastada. Salvador Dalí y su esposa, Elena Ivanovna Diakonova, más conocida como Gala Dalí, viajaron a los Estados Unidos, donde vivieron casi de ocho años. La llegada de Salvador Dalí a Nueva York causó un fuerte revuelo. Sin dudas fue uno de los motivos principales por el cual la ciudad se convirtió en la capital del arte durante la post-guerra. Durante este período, Salvador Dalí retornó al catolicismo. Según la mayoría de sus biógrafos, por aquellos años también se volcó intensamente a la escritura.

Durante un viaje a París, ya finalizada la guerra, Salvador Dalí comenzó a manifestar ligeras alteraciones de la personalidad, desde luego, disimuladas por su genio y sus gestos y ademanes afectados.🕴

Algunos biógrafos sostienen que Salvador Dalí empezó a experimentar horrorosos sueños, visiones y pensamientos obsesivos, que poco a poco lo fueron llenando de vagas inquietudes que se desplazaban hacia la vigilia. Aterrorizado, incapaz de conciliar el sueño por más de unas pocas horas, seguidas de un despertar gélido y tembloroso, Salvador Dalí se recluyó en su fe.

Un párroco de Notre-Dame lo asistió, con resultados deplorables. Fue así que a finales de 1947 las autoridades eclesiásticas francesas convocaron a un joven fraile italiano que ya había realizado con éxito dos exorcismos. Su nombre era Gabriele Maria Berardi.

El exorcismo de Salvador Dalí se realizó en París con la mayor discreción posible. La historia, sin embargo, trascendió, aunque sus detalles siguen siendo desconocidos. Salvador Dalí jamás admitió haber estado poseído, y mucho menos haberse sometido a un exorcismo. El fraile Berardi, por su parte, nunca admitió públicamente su participación en el caso.

Recién en 2005, tras casi veinte años de la muerte del fraile Berardi, se halló una pequeña escultura de Cristo entre sus pertenencias. Adicionalmente, se encontró una carta sentida y llena de gratitud por la ayuda recibida. La caligrafía, claramente, coincide con la de Salvador Dalí.🕴

Durante algunos años la historia del exorcismo de Salvador Dalí estuvo recluida al ámbito de las anécdotas apócrifas. No obstante, aquella escultura de Cristo en la cruz fue estudiada por varios expertos, quienes coincidieron en que su autor, sin lugar a dudas, fue Salvador Dalí

🕴Historias originales de HGN🕴El oro de los gatos (séptima parte) 🐕🐈🐈‍⬛🐈🐈‍⬛🐀 “Después del último muelle, en las afueras d...
22/07/2025

🕴Historias originales de HGN🕴El oro de los gatos (séptima parte) 🐕🐈🐈‍⬛🐈🐈‍⬛🐀

“Después del último muelle, en las afueras de la zona comercial, la mancha de la comuna comienza a disolverse. Al borde del imperio Taly´s queda expuesto y abandonado el camino al antiguo castillo. En esta tarde, transitado por muchos marineros y escorias de altamar que se dirigen amontonados y excitados a la entrada lateral, donde se establece aun la locura de Springwill. En un grado menor, pero igual de escalofriante. Su festejo es estruendoso y regresan dispuestos a entregarse al frenesí del caos y la locura de las ataduras del vicio inmundo que aquí se les provee, algunos discutiendo apuestas, rumores y otros se van quedando en el camino debido a algún desacuerdo con su compañero de barco, intercambiando algunos golpes hasta que alguno de los dos decide que es suficiente. Todos parecían ir a un gran evento.

Entre ellos, flotando a la deriva, un hombre corpulento se dejaba llevar por la marea de la concurrencia. Lo podemos mirar desde arriba cabizbajo y su cuerpo asemeja a un hombre ahogado en el denso mar de la locura. La corriente parecía arrastrarlo de una manera consciente a un lugar que él solo conocía. Al llegar a las dos entradas de las cloacas del castillo, se levantaba imponente el imperio que antiguamente cuidaba el venerado rey Jaeger; el rey de la primavera. Ahora cincelado para el mero afán de la morbosidad, el azar impuro en apuestas vehementes, un nido para los exiliados del mar, de la tierra y el mundo. Cuesta creer la capacidad oculta que tiene el ser humano, esa que lo hace descender y revolcarse en los despojos inhumanos de la bazofia. Y después, como si nada hubiera pasado, llegar a casa a besar a sus hijos y arroparlos tiernamente.

El lugar esta abarrotado y siguen llegando personas a las diferentes entradas. El carnicero sigue un camino poco usual, su destino no era el de lo demás ¿A dónde va?...

No lo sabemos. En cambio, su andar conoce perfectamente el camino. Escala algunos riscos, pasa por pequeños riachuelos, se mueve entre las sombras. Su movimiento parece furtivo y mirada precavida. Desciende acantilados cerca de la orilla del mar, se interna en las afiladas y desafiantes piedras al pie de la orilla. Un rato después de maniobras y escaladas, llego a una cueva justo detrás del castillo, detuvo su andar para recuperar el aliento y al dar la última inspección para cerciorarse que nadie lo seguía o la veía; a la distancia, justo en la entrada del castillo, pudo ver unos largos cabellos dorados siendo mecidos gentilmente con la brisa del mar. Era Alicia, la distancia no revelaba nada de lo que hacía, solo se distinguía su largo cabello como una antorcha dorada que le daba luz a la agrietada y polvorienta puerta del castillo. El carnicero se adentró a la cueva sin darle oportunidad de embelesarse por la escena. Para él ahora existía algo más importante por hacer.

Dentro de la cueva, en plena oscuridad se alcanza a ver a lo lejos una luz de rasgos prefabricados, era la misma que guiaba los ojos del carnicero en la penumbra. Hasta llegar al origen de dicha luz, una antorcha colocada al lado de una puerta gruesa de madera mohecida, con un cerrojo muy pequeño y recién aceitado, a pesar de los años que notablemente tiene encima. Del bolso derecho de su pantalón saca la llave de dicha puerta y caminó seguro al interior de un cuarto con apariencia de cuartel. Había llegado a su destino.

- ¡Hermano!

El llamado hizo eco en todas las cámaras subterráneas del lugar. Se alejó más allá de nuestra oído y nuestra comprensión, se pierde finamente en el subsuelo.

- ¡Vaya! Has llegado temprano. Escuche el picaporte girar en el otro cuarto y por un segundo sospeche de algún ladrón malnacido.

Una voz ronca, áspera y nada agradable vocifera en la profundidad del cuarto húmedo y vacío del lado derecho del carnicero. La oscuridad se va difuminando y nos permite ver el cuerpo grotesco del dueño de esa voz que concuerda con su físico. Un hombre alto, maltratado por el sol y sal del agua de mar, con una camisa rota y manchada de suciedad por todos lados, camina rengo y constantemente se sube lo que le queda de pantalones. Una gran barba cubre todo el rostro de este raro espécimen humano.

- Pasaron algunas cosas de las que quiero platicarte.
- ¿Es sobre el suministro de ratas o el cadáver del ladrón de la otra semana?
- No, no, fue algo extraño, pero…
- Entonces puede esperar. Ahora debemos festejar. Little Jacky consiguió un enjambre de ratas gordas para esta noche y el cadáver simplemente ya no esta, ja, ja, ja, funciono un poco para entretener a esas bastardas.

El rostro de ambos se ilumino con tal rapidez, que el carnicero olvido por un momento lo sucedido. Mientras que su hermano presumía los muchos huecos horrendos en su sonrisa.

- ¡Ya veo! Por eso todos esos miserables apestosos de altamar de camino aquí.
- Acompáñame, vamos a ver la primera pelea de la temporada con algunas bebidas. Y a ver que otro lugar se te va ocurriendo para guardar la plata.
- ¿Regresamos al juego, viejo perro de caza?
- Regresamos al juego, viejo perro de caza. Lo único que me falta por comprobar son las jaulas de los perros. Necesito asegurarme de que no se escapen.
- ¿Dónde está Jack?
- Debe seguir en el viejo desagüe, no lo molestes. Deja que termine el trabajo ahora que puede y está ahí. ¿Me acompañas a revisar las jaulas? O ¿Te adelantas al ruedo?
- Pero, quería hablar con él sobre algo. Es sobre lo que me paso hace un rato.
- ¿No estabas enojado porque no habíamos avanzando nada en la búsqueda?
- Si, pero… ah bueno, te espero en el ruedo. Ahí tendremos oportunidad de hablar.
- Pareces la esposa gorda de un mal marinero. Déjate de cosas y comienza a festejar. No sé por qué estas tan preocupado, cuando estamos a punto de tener otra racha ganadora. Y es muy seguro que Jacky nos lleve al premio gordo.
- Bueno, bueno, ya. Ve a checar a los perros y te veo arriba.
- Ese es mi hermanito. Ja, ja, ja, te veo arriba. Vigila a los muchachos, no quiero que todo empiece a hacerse perdedizo de nuevo.
- Creo que tuvieron suficiente con el escarmiento del otro día. Ja, ja.

Continuará...
Historia extraída del libro "Universos parlantes"
Autor: Alejandro Avila Carrillo 2018

🕴Cuentos de maestros del terror y el horror🕴La última orden: Arthur C. Clarke-Les habla el presidente. El hecho de que e...
21/07/2025

🕴Cuentos de maestros del terror y el horror🕴La última orden: Arthur C. Clarke

-Les habla el presidente. El hecho de que estén oyendo este mensaje significa que ya he mu**to y que nuestro país ha sido destruido. Pero ustedes son soldados… son los más adiestrados de toda nuestra historia. Ustedes saben obedecer órdenes. Ahora tienen que obedecer la más dura que jamás han recibido…

“¿Dura?”, pensó el primer oficial de radar amargamente. No; ahora sería fácil, dado que habían visto la Tierra que amaban abrasada por el fuego de multitud de soles. Ya no cabían las vacilaciones ni los escrúpulos de que la venganza de los dioses cayera igualmente sobre inocentes y culpables. Pero, ¿por qué, por qué se había dejado para tan tarde?

-Saben con qué propósito se les designó girar en una órbita secreta al otro lado de la Luna. Consciente de la existencia de ustedes, pero sin poder estar nunca seguro de su situación, el agresor dudaría en lanzar un ataque contra nosotros. Ustedes estaban destinados a ser la suprema fuerza disuasoria fuera del alcance de las bombas sísmicas que podían triturar los misiles enterrados en los silos y aplastar los submarinos nucleares que merodeaban por el lecho marino. Aún quedaban ustedes para replicar, en caso de que todas las demás armas nuestras fueran destruidas…

“Como lo han sido”, se dijo el capitán. Había visto apagarse las luces una a una en el cuadro de operaciones, hasta que no quedó una sola. Muchos, quizá, habían cumplido con su deber; de no ser así, no tardaría él en completar la misión que hubieran dejado a medias. Nada de lo que hubiera resistido el primer contraataque sobreviviría después del golpe que se disponía a dar él.

-Solo por accidente o por un acto de locura podía empezarse la guerra, ante la amenaza que ustedes representaban. Esa ha sido la teoría en la que hemos apostado nuestras vidas y ahora, por razones que nunca sabremos, hemos perdido la partida…

El jefe astrónomo dejó vagar su mirada por el pequeño portillo que tenía a un lado, en el cuarto de control central. Sí, desde luego que habían perdido. Allí estaba la Tierra, suspendida en un espléndido creciente plateado, recortándose sobre un fondo de estrellas. A primera vista, nada parecía haber cambiado; pero si se miraba por segunda vez, se veía que no era así… porque su lado nocturno no estaba completamente a oscuras. Punteando su superficie, brillando como una fosforescencia maligna, se elevaban los mares llameantes de lo que habían sido las ciudades. No eran muchos ahora, porque quedaban pocas sin arder.

La voz familiar seguía hablando todavía desde el otro lado de la tumba. ¿Cuánto haría, se preguntaba el oficial de transmisiones, que se había grabado este mensaje? ¿Y qué otras órdenes selladas contendría la computadora superhumana del fuerte, que ya no escucharían jamás porque se referían a situaciones militares que no se podían volver a suscitar?

Hizo retornar su espíritu de los mundos que podían haber sido para enfrentarlo con la aterradora y aún inimaginable realidad.

-Si hubiéramos sido derrotados, pero no destruidos, habríamos podido utilizaros como elemento de negociación. Ahora, hasta esa pobre esperanza se ha perdido… y con ella se ha perdido también el último fin por el que han sido destinados aquí, en el espacio.

“¿Qué quiere decir?”, pensó el oficial de armamento. Evidentemente, era ahora cuando había llegado el momento de su destino. Los millones que habían mu**to, los millones que deseaban haber mu**to… todos serían vengados cuando los negros cilindros de las bombas gigantón cayeran en espiral sobre la Tierra.

Casi pareció que el hombre que ahora había regresado al polvo había leído sus pensamientos.

-Se preguntarán por qué, ahora que ha sucedido todo esto, no les he dado orden de contraatacar. Les lo voy a decir. Ahora ya es demasiado tarde. La fuerza disuasoria ha fallado. Nuestra patria ya no existe y la venganza no puede devolver la vida a los mu**tos. Ahora que ha sido destruida media humanidad, destruir la otra mitad sería una locura impropia de seres inteligentes. Las disputas que nos dividían hace veinticuatro horas ya no tienen ningún sentido. En la medida en que lo permitan sus corazones, deben olvidar el pasado. Ustedes tienen técnicas y conocimientos que necesitará desesperadamente el planeta destrozado. Utilicen las dos cosas sin escatimar esfuerzo, sin amargura, con el fin de reconstruir el mundo. Les previne que la nueva misión de ustedes sería difícil, pero esta es mi última orden. Lanzarán sus bombas al espacio y las harán estallar a diez millones de kilómetros de la Tierra. Esto demostrará a nuestro antiguo enemigo, que está recibiendo también este mensaje, que han renunciado a sus armas. Luego tendrán una cosa más que hacer. Hombres del Fuerte Lincoln, el presidente de Estados Unidos les desea buena suerte y les ordena que se pongan a la disposición de Rusia.

FIN

Cuentos cortos encontrados en la red: Mi otro yoEra una mañana normal, yo estaba en mi cama, pero sabía que algo no iba ...
21/07/2025

Cuentos cortos encontrados en la red: Mi otro yo

Era una mañana normal, yo estaba en mi cama, pero sabía que algo no iba bien. Había una figura de pie enfrente de mí. No sé quién era, pero se parecía a mí. No sólo se parecía a mí, sino que hablaba como yo. Le pregunté su nombre, aunque dentro de mí sabía la respuesta, y dijo el mío. Se estaba preparando para ir a la escuela con mis cosas, y le pregunté que qué hacía. Me contestó que mí tiempo se había acabado, que era hora de que me retirase y ella tomara mi lugar.

Dijo que si no me portaba bien mi padre me llevaría al taller, no sabía que era el taller, pero no me quedaría para averiguarlo. Salí corriendo de la habitación bajando las escaleras. Mi padre me llamó, pero tenía voz de enfadado, así que seguí corriendo, saliendo por la puerta trasera y adentrándome en el bosque. No sé cuánto tiempo estuve corriendo, pero no paré hasta que sentí que la zona en la que me encontraba no era conocida. Me senté debajo de un árbol a pensar en lo ocurrido. No entendía nada, quién era la otra chica, por qué se parecía a mí y por qué iba a ocupar mi lugar.

Oí unos pasos cerca de mí y me volví, allí estaba mi padre con su mueca y cara de enfado. Dijo que sabía dónde encontrarme ¿cómo lo sabía? Yo nunca había estado aquí. Algo hizo que se me nublara la vista y perdí el conocimiento. Me desperté en mi cama, era por la mañana de nuevo, todo había sido un mal sueño. Llamé a mi madre para contarle mi pesadilla y que ella me calmara, siempre lo hacía. Cuando se lo conté, con voz dulce me dijo que no pasaba nada, pero que mejor me portase bien o mi padre me volvería a llevar al taller.

Créditos a quien corresponda...

🕴Historias originales de HGN🕴El oro de los gatos (sexta parte) 👑🐈🐈‍⬛🐈🐈‍⬛🌷   Alicia dirige su mirada hacia él, muy despac...
20/07/2025

🕴Historias originales de HGN🕴El oro de los gatos (sexta parte) 👑🐈🐈‍⬛🐈🐈‍⬛🌷

Alicia dirige su mirada hacia él, muy despacio, con una lentitud casi elegante, sino fuera por las ropas sucias de marinero viejo que calza. Excluyendo eso, sus ojos aún brillaban como esmeraldas en los rayos del sol que se colaban por los agujeros de la precaria pared. Serenamente los posó sobre aquel hombre sudoroso y notablemente fatigado y dijo.

- Estoy bien, escóltame a la ruta corta para llegar al castillo.

Atónito, la toma de la mano para ayudarle a bajar las escaleras sin decir nada, no podía dejar de mirarla. La solemne calma con la que ahora contemplaba el panorama, sus pasos firmes y con seguridad, era otra persona. Avanza de la mano del carnicero sin importarle el rol de varón que había adoptado al llegar a Springwill. La seguridad encubría su andar. Una seguridad traicionera. La seguridad que solo puede tener un desquiciado al interpretar las obras de teatro caóticas que son filtradas en su mente por el efecto de este viento pútrido. Por culpa de la muerte sin tiempo.

Llega de manera histriónica a la entrada de los muelles de la zona noroeste. Ahí la actividad es un poco más normal por la colindancia con estos, nos alejamos un poco de las garras demenciales e incontrolables de Springwill. Sin embargo, es la antesala de los cuarteles de los malhechores que manejan el lugar. Al tener marineros y corsarios que sepan comportarse, el vicio, las mujeres y el juego son la manera efectiva de controlar los muelles y llevarlos a zonas de juegos desquiciados donde puedan perder su dinero con toda comodidad. En este caso los cuarteles se encuentran en el antiguo castillo de los Shostakovich, el palacio principal. Infesto por las plagas.

Al llegar Alicia al muelle su mirada se llenó del amor más puro jamás visto en ese lugar de hombres enojados con olor a pescado y pasajeros descontentos. Su mirada vuela cálidamente a contraviento hasta llegar al antiguo castillo que se erige imponente en el acantilado del alquimista falso. Deja la gentil escolta de la mano del servil carnicero y se encamina sola a donde su mirada yace descansando. La vista del carnicero la pierda en la afluencia cotidiana, sus pasos ya no van a buscarla, algo dentro del carnicero se apagaba. En el último muelle sus caminos se separan. Alicia bailaba y saltaba por un camino antiguo, ya muy poco frecuentado hacia el acantilado cerca del castillo, sin razón aparente su mente se ha distorsionado y el ritmo demencial ahora la lleva de la mano.

Continuará...
Historia extraída de "Universos parlantes" 2018
Autor: Alejandro Avila Carrillo, todos los derechos reservados.

🕴Cuentos de maestros del terror y el horror🕴El otro tigre: Arthur C. ClarkeEs una teoría interesante —opinó Arnold—, per...
20/07/2025

🕴Cuentos de maestros del terror y el horror🕴El otro tigre: Arthur C. Clarke

Es una teoría interesante —opinó Arnold—, pero no veo cómo podrás demostrarla.

Habían llegado a la parte más escarpada del monte, y por un instante Webb no pudo contestar debido a la fatiga.

—No pretendo hacerlo —dijo cuando hubo recobrado el aliento—. Solo estoy estudiando las consecuencias.

—Tales como…

—Bueno, seamos lógicos y veamos adónde nos conduce esto. Recuerda que nuestra única presunción es que el universo es infinito.

—De acuerdo. Personalmente, no veo qué otra cosa puede ser.

—Muy bien. Esto significa que debe haber un número infinito de estrellas y planetas. Por consiguiente, según la ley de probabilidades, cada suceso posible debe ocurrir no solo una vez, sino un número infinito de veces. ¿Correcto?

—Supongo que sí.

—Entonces debe haber un número infinito de mundos exactamente iguales que la Tierra. Cada uno de ellos con un Arnold y un Webb subiendo este monte, como hacemos nosotros, y pronunciando las mismas palabras.

—Esto resulta bastante difícil de aceptar.

—Sé que es un concepto desconcertante, pero también lo es el infinito. Lo que me interesa es la idea de todas las otras Tierras que no son exactamente iguales a esta. Las Tierras donde Hi**er ganó la guerra y la esvástica ondea en Buckingham Palace, la Tierra donde Colón no descubrió América, la Tierra donde el Imperio Romano ha existido hasta el día de hoy. En realidad, las Tierras donde todas las grandes alternativas de la Historia hubiesen dado resultados diferentes.

—Volviendo al principio, ¿aquella en la que el hombre-mono, que habría sido el padre de todos nosotros, se rompió el cuello antes de poder tener algún hijo?

—Esa es la idea, pero ciñámonos a los mundos que conocemos, los mundos en que nosotros estamos escalando este monte en esta tarde de primavera. Piensa en todos nuestros reflejos en aquellos millones de planetas. Algunos de ellos son exactamente iguales, pero también deben existir todas las variantes posibles que no vulneren las leyes de la lógica.

»Podríamos (deberíamos) llevar toda clase imaginable de ropa, y ninguna en absoluto. Aquí brilla el Sol, pero no en innumerables miles de millones de aquellas otras Tierras. En muchas de ellas será invierno o verano en vez de primavera. Pero consideremos también otros cambios más fundamentales.

»Pretendemos escalar este monte y bajar por el otro lado. Pero piensa en todas las cosas que podrían ocurrimos en los próximos minutos. Por muy improbables que sean, puesto que son posibles, tienen que suceder en alguna parte.»

—Comprendo —admitió despacio Arnold, asimilando la idea con visible renuencia. Una expresión de ligero malestar se pintó en su semblante—. Supongo que entonces caerás mu**to de un ataque al corazón en alguna parte cuando des el próximo paso.

—No en este mundo —dijo Webb con una sonrisa—. Esto ya lo he refutado. Tal vez la víctima serás tú.

—O tal vez —replicó Arnold— me hartaré de esta conversación, sacaré una pi***la y te pegaré un tiro.

—Podría ser —admitió Webb—, si no fuese porque estoy seguro de que en esta Tierra no llevas pi***la. Pero no olvides que, en millones de aquellos mundos alternativos, yo desenfundaré el arma antes que tú.

El sendero serpenteaba ahora en una cuesta boscosa, con espesos árboles a ambos lados. El aire era fresco y suave. Todo estaba tranquilo, como si las fuerzas de la Naturaleza se hubiesen concentrado, con silenciosa intensidad, en reconstruir el mundo después de la ruina del invierno.

—Me pregunto —siguió diciendo Webb— lo improbable que puede llegar a ser una cosa antes de hacerse imposible. Hemos mencionado algunos sucesos inverosímiles, pero no son completamente fantásticos. Aquí estamos en un paraje de Inglaterra, caminando por un sendero que conocemos perfectamente.

»Sin embargo, en algún universo, aquellos… ¿cómo podría llamarlos?… «gemelos» nuestros doblarán aquella esquina y no encontrarán nada, absolutamente nada que pueda concebir la imaginación. Pues como he dicho al principio, si el cosmos es infinito, deben darse todas las posibilidades.»

—Por consiguiente —completó Arnold, soltando una risa no tan ligera como hubiese deseado—, es posible que nos tropecemos con un tigre o con alguna otra cosa desagradable.

—Desde luego —replicó alegremente Webb, entusiasmándose con el tema—. Y si es posible, tiene que ocurrirle a alguien, en alguna parte del universo. Entonces, ¿por qué no a nosotros?

Arnold lanzó un bufido de disgusto.

—Esta conversación se está volviendo fútil —protestó—. Hablemos de algo sensato. Si no encontramos un tigre a la vuelta de aquel recodo, consideraré refutada tu teoría y cambiaré de tema.

—No seas tonto —dijo alegremente Webb—. Esto no refutaría nada. No tienes manera de…



Fueron las últimas palabras que pronunció. En un número infinito de Tierras, un número infinito de Webbs y Arnolds se encontraron con tigres amistosos, hostiles o indiferentes. Pero esta no era una de aquellas Tierras; estaba mucho más cerca del punto en que lo improbable rayaba con lo imposible.

Sin embargo, no era totalmente inconcebible que, durante la noche, la ladera empapada por la lluvia se hubiese hundido, poniendo al descubierto una tremenda grieta que conducía al mundo subterráneo. Respecto a lo que había abierto trabajosamente aquella grieta hacia la desconocida luz del día… bueno, en realidad no era más improbable que el calamar gigante, la boa constrictor o los fantásticos lagartos de la jungla del Jurásico. Había estirado las leyes de probabilidades geológicas, pero no hasta el punto de ruptura.

Webb había dicho la verdad. En un cosmos infinito, todo debe suceder en alguna parte, incluida la suerte singularmente mala de aquellos hombres, pues esta estaba hambrienta, muy hambrienta, y un tigre o un hombre eran un pequeño pero aceptable bocado para cualquiera de su media docena de fauces abiertas.

FIN

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