
23/07/2025
🕴Historias originales de HGN🕴El oro de los gatos (Octava parte) 🐀🐕🐈🐕🦺🐀
“Los pestilentes hermanos toman caminos diferentes. Uno a la parte baja de las cámaras subterráneas que, por su construcción y apariencia es fácil deducir que eran las antiguas mazmorras del castillo. Todavía se pueden ver los grilletes oxidados y las puertas vencidas por su propio peso, el aire está impregnado de una antigua desesperación y maldad. Los espectros de la desesperanza aún se pueden escuchar suspirar en las paredes de piedra, en profundas prisiones inexploradas de donde surgen bocanadas de aire gélido y el más puro sentimiento a desolación. Baja con una lampara de petróleo a paso muy lento, conoce el lugar y parece sumergirse sin problemas en la oscuridad de la piedra, la tierra y la húmeda cárcel.
Nuestro amigo Ruktfol; el carnicero, abrió dos puertas seguidas separadas por un pasillo, la entrada de las mazmorras era protegida de esta manera, por un puesto de vigilancia intermedio. Subió una escalera vertical puesta sobre un agujero en el techo que lo llevo al piso de arriba, de un cuarto adentro del castillo. Como si fuera el cuartel general de la antigua armada imperial. Caminó recto, por un pasillo en ruinas con paredes totalmente destruidas, dejando descubierto al imponente océano; como ventanales enormes hacia altamar pintando un efervescente atardecer en el horizonte, el astro rey se esconde entre las lejanas islas y se pierde lentamente. Tal como lo hace nuestro amigo; en cuartos pequeños, saltando parte de las paredes que permanecen en el suelo, escabulléndose por lugares estrechos. De repente, un ruido frenético se posa desesperado en las feas orejas del carnicero. Para él, encerraba una melodía graciosa tal como risa de niños pequeños. Eso era parte de su negocio, escuchar el vitoreo de marineros excitados por ver sangre y depravación, en un show grotesco y nauseabundo.
Llega a un palco que se utilizaba para la vigilancia de los calabozos y de donde se puede ver el patio, a unos 10 o 20mt de altura, donde antes estaban las caballerizas ahora abundan marineros, alrededor de un ruedo con barricadas altas, hechas de varillas y pedazos de barcos viejos para la protección del fino espectador que grita impaciente para que empiece la función.
El carnicero contempla extasiado la multitud, se sienta en una silla de finos; pero enmohecidos tallados, totalmente fuera de lugar, a su lado espera otra silla igual a su hermano. Estira la mano para poder alcanzar una botella en la esquina del palco, se relaja y coloca sus pies en el borde de la muralla de piedra. Espera a su hermano con una sonrisa desafiante, aunque en sus ojos reluce la deducción de algo que ronda su pensamiento, algo no deja festejar del todo a Ruktfol. Será que su pensamiento viaja con la pobre de Alicia que yace bailando a las puertas principales del castillo de forma demencial y exquisitamente encantadora o, en la extraña conexión con aquella hermosa doncella y el loco cazador de ratas, el único que puede descender por el sistema de alcantarillas que lleva a la sala principal del trono. El único acceso al castillo por el cual nadie ha podido exceder. La duda comienza a crecer en el pecho de nuestro carnicero doble vida. Algo no le gusta y empieza a impacientarlo.
Una voz fuerte y autoritaria irrumpe el caos desde el centro del ruedo, anunciando el primer encuentro de la noche. Los ladridos de feroces perros entran en escena. La multitud, ahora cantando una "celeusma" multitudinaria aprueba el inicio del show de hoy. 4 perros de gran tamaño son puestos en el ruedo, las barreras suben un poco y en el patio todo quedo en silencio. A excepción de los ladridos de los 4 perros. El presentador anuncia que, por ser la primera función, sería un duelo parejo, 4 vs 4"
- ¡Escorias, es ahora de hacer sus apuestas!
"El fervor aumenta y comienzan a organizarse, algunos apuestan por equipos o por la ultima bestia en pie, cada uno se acerca con los manejadores de apuestas. Todo esto con un orden imposible de ver en estas personas. El miedo y el gozo, los transforman, solo quieren saciar su deseo.
A la distancia, por una gruesa pared en una grieta hecha por el tiempo, unos chillidos escalofriantes se colaban en el ruedo. Dos de los perros se encresparon y comenzaron a llorar. Todos en el patio sintieron su piel erizar y dirigieron su mirada hacia la grieta por mera preocupación. Los chillidos se intensificaban con una melodía descarnada y furiosa. El anunciador sale del ruedo y cada quien toma su lugar expectante, alrededor del lugar se encienden las antorchas como parte de un ritual para dar inicio a estos juegos atroces. El castillo Shostakovich se ilumina de nuevo, con el fuego impuro de la degeneración humana, el hastío lúgubre de la saciedad en la putrefacción de un aura de muerte.
Esos chillidos traen consigo un recuerdo en el carnicero, aquella vez que vio a Jack descender por la calle sosteniendo todas esas ratas. El recuerda la historia, pero recuerda cuando se la relataba a Alicia hoy por la mañana, enfrente de su fachada en los muelles del norte. Pierde de vista el encuentro y se da cuenta que no pudo saber nada de la mujer, que la intromisión de aquella dama esta fuera de lugar. Era algo extraño. La incertidumbre cubre su rostro y sus pensamientos. Se arrepiente de haberla dejado a la deriva"
- Tal vez podría ir a buscarla y traerla aquí.
Pensaba en sus adentros para calmar la duda. Sin darse cuenta que su hermano acababa de llegar, hasta que posaba su mano en el hombro derecho y lo invitaba a brindar de una botella con un licor verde y espeso. El elixir de Springwill.
- ¿Listo para la función de hoy?
- ¡Si! Si claro, terminando necesito hacer algo.
- ¡¿Ya viste quien viene ahí?!
Al parecer su hermano había ignorado la encomienda del carnicero. El espectáculo estaba a punto de empezar. Los ásperos gritos de todos se mezclan con el chillido infernal de 4 ratas de un tamaño considerable, no eran más altas que los perros y aun así eran enormes. Era difícil distinguirlas de un perro de tamaño mediano, enumeradas y aseguradas con cadenas y grilletes en los cuellos; la mano de Jack las guiaba adentro del ruedo, caminando y gruñendo a todos y a todo, menos a él.
Son horribles, su morfología es repugnante, han perdido características propias de los roedores y adquirieron hocicos largos con bocas pequeñas repletas de hileras de dientes, su columna vertebral es visible; apenas cubierta con una membrana color rosa y blanco, que supuraba un líquido espeso y oloroso que se quedaba en los pelos grises de la espalda expuesta, cabe recalcar que nunca se habían visto ratas tan grandes con esas extraña característica. Sus patas son gordas y levemente alargadas, acompañadas de largas uñas como espinas filosas, rectas y punzantes. Las cuales cortaban y encajaban en la pierna de Jack al momento en que se paraban a recibir caricias mientras las liberaba de sus grilletes. Jack se nos presenta, en ropas finas desgastadas y roídas hasta las rodillas; con su elegante sombrero percudido de copa, se aleja de ellas acariciando su pequeña y desproporcionada cabeza, una puerta los separa. Por un momento intentaron llegar a Jack, que las veía del otro lado de la barrera del ruedo, cuando un gran danés tomo a una por su gordo trasero y la azota frenéticamente por el suelo.
Continuará...
Historia extraída de "Universos parlantes" 2018
Autor: Alejandro Avila Carrillo, todos los derechos reservados