
25/08/2025
Busqueda Paranormal 687…
En junio de 1934, en las profundidades del accidentado terreno de las montañas de San Pedro, en Wyoming, dos buscadores de oro hicieron un descubrimiento que superó todas las expectativas. Escondido en una pequeña cueva, se encontraba el cuerpo momificado de una diminuta figura de aspecto humanoide, perfectamente conservada y sentada con las piernas cruzadas, como si estuviera congelada en meditación. Con tan solo 16,5 cm de altura en posición sentada y una altura estimada de no más de 35 cm, la figura, posteriormente llamada Pedro, cautivó rápidamente tanto al público como a los científicos. Las tribus nativas americanas locales contaban desde hacía tiempo historias sobre los Nimeriga —pequeños seres enérgicos con poderes sobrenaturales— y el descubrimiento de Pedro pareció otorgar una inquietante credibilidad a sus leyendas.
El análisis científico no hizo más que ahondar el misterio. Las radiografías y los exámenes determinaron que Pedro no era un niño, como su tamaño podría sugerir, sino un adulto, con una edad estimada de entre 16 y 65 años. Sus rasgos físicos eran humanos e inquietantes: un cráneo aplanado, ojos saltones, uñas visibles y una dentadura completa y afilada. Su piel arrugada y morena daba la impresión de una edad avanzada, y el contenido de su estómago mostraba restos de carne cruda, lo que sugería una dieta carnívora. Aún más inquietante, Pedro mostraba signos de un final violento. Su cráneo estaba destrozado, su columna vertebral destrozada y varios huesos rotos, lo que indicaba que probablemente había sufrido una muerte traumática.
A pesar de su importancia, la historia de Pedro dio un giro sombrío. Tras cambiar de manos varias veces, la momia finalmente fue comprada por un hombre llamado Ivan Goodman, quien prometió mantenerla a salvo. Pero para 1950, Goodman había desaparecido, y con él, Pedro desapareció sin dejar rastro. La diminuta momia, que alguna vez se creyó que albergaba pistas sobre una raza olvidada o un antiguo misterio, se convirtió en objeto de rumores y leyendas. Hoy en día, Pedro sólo existe en fotografías descoloridas y en las historias orales de los Nimeriga, un enigma perdurable que desdibuja la línea entre el folclore, la ciencia y lo inexplicable.
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