05/07/2025
🌻🐝Urge legislación apícola para detener mortandad de abejas: UNAM🐝🌻
▪️Consideradas por muchos el animal más importante del planeta
MARCOS H. VALERIO/EL BOCÓN
En un mundo donde la polinización sostiene el 75 por ciento de los cultivos que alimentan a la humanidad, la alarmante mortandad de abejas y otros polinizadores en Campeche, Jalisco y Quintana Roo en los últimos cinco años enciende una señal de alerta que no podemos ignorar.
La causa principal, según expertos, es el uso indiscriminado de agroquímicos altamente tóxicos, un problema que exige una respuesta inmediata a través de una legislación apícola robusta que prohíba estas sustancias y fomente prácticas agrícolas sostenibles.
La supervivencia de las abejas, consideradas por muchos el animal más importante del planeta, está en juego, y con ella, el equilibrio ecológico y la seguridad alimentaria de México.
Las abejas, junto con moscas, mariposas, murciélagos, arañas, escarabajos y colibríes, son los guardianes de la polinización, un proceso vital para la producción de alimentos y la preservación de la biodiversidad.
Sin embargo, su existencia se encuentra amenazada por el uso de productos fitosanitarios, insecticidas, herbicidas, fungicidas, bactericidas y antibióticos, particularmente en regiones agrícolas intensivas.
Desde 2006, cuando se registraron masivas mortandades de abejas en Europa y Estados Unidos, el impacto de los agroquímicos se convirtió en una preocupación global.
En México, la especie Apis mellifera, principal productora de miel, es una de las más afectadas, según Adriana Correa Benítez, experta de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.
UN DESASTRE ECOLÓGICO EN CURSO
Correa, con más de 40 años estudiando a las abejas, explica que los plaguicidas, especialmente aquellos dispersados por fumigación aérea, son los principales responsables de esta crisis.
En Quintana Roo, por ejemplo, el uso de Fipronil en un sembradío provocó la muerte de abejas en un radio de dos kilómetros, evidenciando el alcance devastador de estas prácticas.
“Es la peor estrategia porque el polvo arrojado desde avionetas llega lejos, afectando no solo a las abejas melíferas, sino también a las nativas y otros polinizadores esenciales”, advierte la investigadora.
Los efectos de los agroquímicos son devastadores: desde la muerte instantánea de las abejas hasta daños crónicos que las debilitan, impidiéndoles volar, causando alopecias, regurgitaciones y, en última instancia, su colapso. Cuando las abejas contaminadas regresan a sus colmenas, el daño se extiende, afectando a las crías, que cambian de color y no logran desarrollarse, y a las reinas, cuya capacidad reproductiva se ve mermada. Los zánganos, por su parte, pierden hasta un 55 por ciento de su fertilidad.
“Aunque el apicultor haga todo lo posible por salvar sus colmenas, el producto tóxico impregnado en la cera puede tardar año y medio en eliminarse. Esto es insostenible”, lamenta Correa.
El impacto no se limita a las abejas. La mortandad de polinizadores en regiones como Jalisco, Quintana Roo y Campeche ha desencadenado la pérdida de flora endémica, con plantas que ya no florecen, alterando el equilibrio ecológico.
En 2024, México perdió el 35 por ciento de sus colmenas, lo que no solo redujo la producción de miel, sino que llevó a muchos apicultores a abandonar esta actividad ante la imposibilidad de recuperar sus colmenas. Este panorama pone en riesgo no solo la economía de las comunidades apícolas, sino también la producción agrícola, ya que las abejas son responsables del 80 por ciento de la polinización del medioambiente.
URGENCIA DE UNA LEGISLACIÓN APÍCOLA EFECTIVA
La solución, según Correa, pasa por una legislación apícola que prohíba el uso de los plaguicidas más tóxicos y retire del mercado aquellos que han demostrado ser letales para los polinizadores.
En Europa, más de 50 agroquímicos han sido prohibidos, mientras que en México aún se comercializan libremente. “El eje central de la ley apícola debe ser la prohibición de estos productos y la promoción de alternativas más amigables con el medioambiente”, sostiene la experta.
Además, destaca la necesidad de regulaciones específicas por estado, ya que las condiciones agrícolas varían entre el norte, donde predominan cultivos como la fresa y el algodón, y el sur, con cultivos como el aguacate y la naranja.
La falta de supervisión en el campo agrava el problema. La ausencia de agrónomos certificados para regular la aplicación de plaguicidas y la práctica de combinar estos productos incrementan su toxicidad, poniendo en riesgo no solo a las abejas, sino a todo el ecosistema.
Aunque el gobierno federal trabaja en una Norma Mexicana para controlar estos productos, Correa advierte que es crucial mantenerla actualizada ante la constante aparición de nuevos agroquímicos en el mercado.
LLAMADO A LA ACCIÓN COLECTIVA
La protección de los polinizadores no es solo una responsabilidad del gobierno o los apicultores; requiere una acción colectiva que involucre al sector agrícola, las autoridades y la sociedad en su conjunto.
La coordinación entre agricultores y apicultores es esencial para adoptar prácticas que minimicen el impacto de los agroquímicos, como el uso de productos certificados y la implementación de métodos de aplicación menos invasivos. La educación ambiental también juega un papel crucial, ya que la sociedad comienza a tomar conciencia del desastre ecológico que representa la pérdida de polinizadores.
El gobierno mexicano tiene una oportunidad histórica para liderar la protección de las abejas y otros polinizadores mediante una legislación apícola integral que priorice la sostenibilidad. Prohibir los plaguicidas más nocivos, regular su aplicación y fomentar la colaboración entre sectores son pasos imprescindibles para revertir esta crisis.
La advertencia de Adriana Correa resuena con claridad: sin abejas, no solo perdemos miel, sino también la base de nuestra seguridad alimentaria y la salud de nuestros ecosistemas. Es hora de actuar con decisión para proteger a estos guardianes del equilibrio natural, antes de que el costo ambiental sea irreparable.