27/12/2023
LA ISLA DE TACAMICHAPAN EN EL SIGLO XIX
En 1852-1860 el viajero francés Charles Brasseur atravesó el Istmo de Tehuantepec aprovechando la corriente navegable del río Coatzacoalcos.
Sus motivaciones eran económicas, enmarcadas en la disputa de las potencias por encontrar un paso intercontinental que facilitara el trasiego de mercancías.
Pero su ojo experimentado y educado nos dejó abundantes descripciones de la región.
Al pasar por la Isla de Tacamichapan la describió como un auténtico paraíso donde “hermosas llanuras llenan el intervalo que los bosques dejan abiertos en la isla, que es el lugar favorito de venados y faisanes muy hermosos”.
Esporádicamente el paisaje es interrumpido por “un rancho o alguna milpa con una choza de techo puntiagudo hecho con hojas de palma”.
Pero la mayor parte del territorio de la isla es “la selva gigantesca, con un follaje metálico, variado hasta el infinito, dominado por palmeras en abanico o cocoteros, cuyos brillantes penachos se balancean elegantemente por encima de la masa de los altos árboles”.
Más adelante, donde los dos brazos del río se vuelven a unir, encuentra “las escenas más encantadoras: lagos transparentes entremezclados por jardines encantados, donde la mano de la naturaleza ha reunido en profusión la vegetación más rica, las flores más hermosas, las más maravillosas por su tamaño y brillo”.
Allí “los bosques toman al perderse los últimos trazos de la vida humana, un aspecto más majestuoso y gigantesco” y los caimanes duermen “muellemente sobre el fango calentado por el sol, o flotando sobre el agua, como si fueran troncos”.
Referencia: Charles Brasseur, Viaje por el Istmo de Tehuantepec, SEP, 1984, pp. 67, 68 y 69