29/04/2024
Cuando él atajaba, los televisores eran cuadrados, y tenían una joroba atrás. Nunca alcanzamos a entender porqué ese sujeto de vestimenta colorinche era arquero y 9, al mismo tiempo. Jorge Campos tenía varios grados de locura. Por eso fue capaz de vengar a todos los maletas relegados al arco. Con sus salidas, explicó porqué los porteros no debían ser crucificados bajo los 3 postes. Era tan bueno, que hacía goles de emboquillada y de tijera. Pero a él le gustaba atajar. Entonces, se vestía de fiesta, con los colores que habían pintado su infancia en Acapulco. Llevó el mar, la arena y el surf a la cancha, con esos playeros atuendos que vestía.
Iker Casillas confesó que siendo niño lo miraba con asombros, porque Campos era el único que atajaba con mangas cortas. Sin embargo, un día, la FIFA se enfureció con él. Y lo mandó al arco para siempre. Agotados de sus travesuras, en el 94 cambiaron el reglamento. Nunca más pudo ser jugador de campo en los segundos tiempos. Si firmaba la plantilla como arquero, era arquero. Campos no jugó en las ligas de Europa. A veces, hasta se reía cuando le encajaban un gol. Sin embargo, fue uno de los más grandes. Apenas superaba el metro setenta y se colgaba del ángulo, como esas hormigas que nos sorprenden con su vuelo. Así ganó la Copa Confederaciones con México.
Cuando se retiró fundó una organización para otorgar becas universitarias a los jóvenes. Hace poco, se enteró que su primer entrenador trabajaba en la calle, de inmediato, le grabó un mensaje y le envió dinero para darle ánimo. Campos llenó de colores el arco y los corazones de millones de niños. Fue libre, como el mar.
Adrián Michelena