
14/07/2025
MONREAL
El epílogo de un político que nunca fue villano ni héroe
Por: 𝒢𝒶𝓈𝓉𝒶𝓃𝒹𝑜 𝒯𝒾𝓃𝓉𝒶
Ricardo Monreal ha decidido bajarse del tren. Sin aspavientos, sin lágrimas ni mariachis, simplemente se despide del escenario político donde durante casi cinco décadas fue actor recurrente —a veces protagonista, otras tantas figura secundaria, pero siempre presente. Lo hace como lo hacen los viejos toreros: sin soltar la muleta, pero dejando claro que ya no volverá al ruedo.
“Estoy en el proceso final de mi vida pública”, dijo. Y con esa frase, Monreal, el camaleón de la política mexicana, el operador parlamentario más fino de Morena, el que un día fue priista, después perredista, más tarde obradorista, y por momentos hasta “monrealista”, anuncia el cierre de una etapa.
Pero no nos engañemos: este no es un retiro súbito ni forzado. Es la consecuencia lógica de una larga travesía en la que ya no hay más cumbres que escalar. Perdió la batalla por la Jefatura de Gobierno, se disciplinó con Sheinbaum, renunció a confrontar y apostó por la conciliación. Su voz, que en algún momento sonó disruptiva dentro de la 4T, se fue apagando a fuerza de pragmatismo y lealtad estratégica.
Monreal no se va porque quiera, sino porque sabe que no tiene ya un lugar real en el rediseño del poder que encabeza Claudia Sheinbaum. El “segundo piso” de la transformación no contempla a quienes simbolizan el primer andamiaje, menos aún si ese andamiaje tuvo, en algún momento, dudas o fisuras internas.
Lo que sí sorprende —y no tanto— es la dignidad del gesto. Pocos en la política mexicana pueden decir que, en 48 años, no tienen denuncias por corrupción, tráfico de influencias o violencia. Monreal lo dice con serenidad, como quien sabe que su archivo puede revisarse sin temor a sobresaltos. En un país donde muchos buscan fuero antes que retiro, su salida limpia es casi una rareza.
Con Monreal se va también una forma de hacer política: la del puente, la negociación, la aritmética parlamentaria y el cabildeo silencioso. En un contexto donde el discurso polarizante se impone y las decisiones se toman con más ideología que técnica, el zacatecano representaba una de las últimas bisagras entre el oficialismo y la disidencia institucional.
¿Lo extrañarán? En el corto plazo, probablemente no. Pero cuando Morena tenga que aprobar reformas complejas sin el operador de la sonrisa cordial y la cita precisa, tal vez noten su ausencia.
Monreal no fue ni héroe ni villano. Fue, más bien, un político completo, de esos que entendieron el juego y supieron jugarlo sin que el barro les llegara a la camisa. Hoy se va sin romper el tablero, sin patear la mesa, y eso, en los tiempos que corren, ya es bastante.
Habrá que ver si, como muchos otros, regresa en algún momento. En la política mexicana el retiro es más promesa que final. Pero si no lo hace, al menos podrá decir que se fue sin deberle nada a nadie… salvo quizá el aplauso que nunca le dieron del todo.