20/07/2025
TRES PRINCIPIOS PARA DISCIPLINAR CON AMOR A NUESTROS HIJOS SIN CAER EN EL ABUSO O LA NEGLIGENCIA 🫂
Disciplinar a los hijos es uno de los actos más desafiantes y, a la vez, más amorosos que se nos pide como padres. En medio del llanto, la rebeldía o el silencio, puede surgir la desesperación y olvidamos que antes de corregir, somos llamados a escuchar con el corazón. Como psicólogo católico, deseo ofrecerte tres principios esenciales para cultivar una disciplina que eduque sin herir, que oriente sin gritar, y que escuche sin rendirse.
1. Escuchar más allá de la conducta: lo que el corazón calla, el cuerpo grita
Detrás de una pataleta, un portazo o un “¡no quiero!”, suele haber una emoción no expresada: miedo, frustración, cansancio, inseguridad. Si nos quedamos solo en la conducta, corremos el riesgo de aplicar una corrección que no transforma. En cambio, si aprendemos a leer el lenguaje emocional detrás del comportamiento, la disciplina se convierte en una oportunidad para enseñar a gestionar emociones.
> “El que es sabio corrige con paciencia” (Proverbios 19,11).
Consejo práctico: Antes de corregir, pregunta con calma: "¿Qué te hizo sentir así?" o "¿Qué querías lograr con eso que hiciste?" Esto te abre la puerta a una escucha más profunda, donde el niño se siente visto, no solo juzgado.
2. Disciplina sin desesperación: cuando el adulto regula, el niño aprende
Los niños aprenden a autorregularse emocionalmente a través del modelo que les damos. Si reaccionamos con gritos, castigos desproporcionados o amenazas, sin darnos cuenta les enseñamos a actuar desde el impulso. Por eso, uno de los mayores actos de disciplina es la regulación emocional del propio padre o madre.
> “El amor es paciente, es servicial… no se irrita, no lleva cuentas del mal” (1 Corintios 13,4-5).
Consejo práctico: Antes de intervenir, respira profundo, aléjate un momento si es necesario, y ora en silencio una breve jaculatoria: “Señor, dame tu paz para guiar con amor”. Desde esa paz, tu corrección tendrá un peso diferente.
3. Corregir no es rechazar: escucha con ternura incluso cuando hay que poner límites
Los niños necesitan límites, pero aún más necesitan sentir que esos límites vienen del amor. Muchos pequeños asocian la corrección con el abandono o el enojo de sus padres. Por eso, es fundamental escuchar con ternura, incluso en medio del límite. La ternura no anula la firmeza, la acompaña.
> “No exasperen a sus hijos, sino edúquenlos, corrigiéndolos y guiándolos como el Señor lo haría” (Efesios 6,4).
Consejo práctico: Después de poner un límite claro (“no puedes pegarle a tu hermano”), agrega una escucha amorosa (“entiendo que estabas enojado, pero vamos a buscar otra forma de expresarlo”). Así, el niño no solo obedece, sino que comprende.
En resumen…
Escuchar en la disciplina no es ceder, sino mirar con los oídos del corazón, regular nuestras propias emociones y corregir desde el amor, no desde la reacción. Dios, como Padre, nos enseña a diario que la corrección y la escucha pueden ir de la mano. Si educamos con paciencia, ternura y límites claros, nuestros hijos crecerán sintiendo que la autoridad no aplasta, sino que sostiene.
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