02/11/2025
En la mesa del consultorio
se escuchaba una reflexión,
Zona Psique analizaba
otra herida del corazón.
Mas la Muerte, muy curiosa,
con su sombra apareció,
“Dicen que aquí curan p***s,
a ver si la mía sanó.”
Con su falda de cempasúchil,
y sonrisa de terciopelo,
se sentó cruzando pierna,
como reina del subsuelo.
—Pasa, dama— dijo Psique,
—Toma asiento, por favor.
Aquí nombramos fantasmas
sin temerles al dolor.—
La Catrina, halagada,
respondió con distinción:
—A mí nadie me comprende,
solo dicen transición.
Yo también tengo recuerdos,
duelos, pérdidas, temor;
pero eso nadie lo piensa
cuando traigo mi esplendor.—
Zona Psique la miraba
con paciencia de jardín,
como quien sabe que el alma
no termina en un fin.
—Pues quédate si te sirve,
hay café y silencio fiel.
Aquí no negamos sombras,
las bailamos con la piel.—
La Muerte, fina y coqueta,
soltó un suspiro gentil:
—Hoy no vengo por tu vida,
vengo por tu frenesí.
Tu palabra es medicina,
tu dolor sabe a verdad.
Te dejo en esta orilla…
por pura necesidad.—
Y marchó toda elegante,
con perfume a eternidad,
mientras Zona Psique sonreía
hablando de la humanidad.
Imagen: Solín sekkur