07/10/2025
En 1930, los psicólogos Winthrop y Luella Kellogg llevaron a cabo uno de los experimentos más controvertidos de la historia: criaron a un chimpancé bebé, Gua, junto a su propio hijo, Donald, como si fueran hermanos. Ambos tenían edades similares —ella siete meses, él diez— y compartían todo: juegos, ropa, alimentación y cuidados.
Durante los primeros meses, Gua sorprendió a los investigadores: aprendía más rápido que Donald tareas simples como usar cubiertos, señalar objetos o comprender órdenes. Pero a medida que el tiempo pasaba, algo inquietante ocurrió: Donald comenzó a imitar los sonidos del chimpancé en lugar de desarrollar el habla humana. Alarmados, los Kellogg suspendieron el experimento tras nueve meses.
El estudio, publicado en 1933, sigue siendo un recordatorio de los límites éticos en la ciencia del comportamiento: a veces, en la búsqueda de conocimiento, olvidamos que no todo lo que puede hacerse debería hacerse.