11/05/2025
El eco de mi pensamiento.
Sigo caminando aunque ya no habite en mi cuerpo; mi sombra sigue danzando en la penumbra. Hay un eco, eco de risas marchitas, de sueños que nunca salieron al público. Una voz grita desde lo profundo mientras se ahoga en una botella de vino. En el cuarto, las calles donde vivió su rutina, las paredes, las banquetas y su silla conocen su nombre; cada rincón de esta casa guarda una historia.
Una historia de amores y trabajos que se fueron al carajo. Los amores son como botellas que caen, rotas en el suelo. El subconsciente no se calla; vida y muerte se dan la mano.
En un bar sucio y mal iluminado, a las tres de la mañana, murmura: "solo soy un eco, una voz atrapada en este mundo loco". Cada lágrima de arrepentimiento es un trago más que me recuerda que ya no estoy aquí. El mundo gira y ríe mientras yo me aferro a los recuerdos; solo es mi subconsciente. Aún no he cruzado al más allá.
La muerte no es el final; es solo un cambio de escenario, listo para actuar.