18/10/2025
Era una tarde cualquiera hasta que un chico, de no más de 17 años, llegó al mostrador del Oxxo con una sola rosa en la mano. Al parecer, le faltaban unas monedas para pagarla.
El cajero, con tono burlón, soltó una frase que rompió el momento:
—Si ni para una flor tienes, mejor no le regales nada. Nomás le vas a dar lástima a la muchacha.
El joven bajó la mirada y, sin decir palabra, estuvo a punto de dejar la flor sobre el mostrador. Fue entonces cuando un cliente que estaba detrás decidió intervenir. Sacó su cartera, pagó por 24 rosas y varios chocolates, y con voz firme le dijo al cajero:
—La intención de este chavo vale más que cualquier flor cara.
Luego miró al muchacho y le entregó el ramo.
—Toma, no te agüites. Hoy por ti, mañana por mí. Ve y entrégaselas.
El joven, con una mezcla de sorpresa y timidez, respondió casi en un susurro:
—Son para mi mamá… hoy es su cumpleaños.
El silencio llenó la tienda. El hombre solo atinó a sonreír y darle una palmada en el hombro.
A veces, un simple gesto o una palabra amable pueden marcar la diferencia. Porque nunca sabemos por lo que alguien está pasando… y un poco de empatía siempre puede cambiar el rumbo de una historia.