12/11/2025
Fracción arancelaria El primer filtro para no perder dinero al importar
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Si importas más de $10,000 USD por operación, cada punto de fricción en la cadena logística cuesta. Y nada pega más que una clasificación arancelaria mal determinada: multas, retenciones, tiempos mu***os, rectificaciones y clientes molestos. La fracción arancelaria no es un trámite decorativo; es el código que determina tu realidad aduanera: impuestos, regulaciones, tiempos y riesgos.
¿Qué decide la fracción arancelaria?
Impuestos y contribuciones: base de cálculo para IGI/IVA, cuotas y posibles preferencias arancelarias.
Regulaciones y restricciones no arancelarias: NOM, permisos, tramites ante gobierno.
Tratados y programas: aplica (o no) beneficios de Tratados de libre comercio como el TLCAN, reglas de origen, PROSEC u otros esquemas.
Velocidad operativa: cuando tu fracción está clara, tu logística fluye. Si está mal, te frena todo el tren.
Los errores más caros (y frecuentes)
Clasificar por “parecido”: elegir fracción porque “suena” a tu producto. La aduana no interpreta por intuición.
Ignorar especificaciones técnicas: composición, función principal, grado de procesamiento o presentación comercial. Sin ficha técnica, clasificas a ciegas.
Reutilizar fracciones: “Siempre la hemos usado”. Cambia la descripción, el proveedor, el proceso o la norma… y llega el ajuste de cuentas ante la autoridad aduanera.
Subestimar accesorios o kits: un kit con distintas piezas puede cambiar la fracción arancelaria por uso, función o carácter esencial.
Olvidar cambios en TIGIE/notas explicativas: la nomenclatura evoluciona; lo que funcionaba el año pasado hoy puede ponerte en semáforo rojo o darte preferencias arancelarias.
Cómo blindarte (procedimiento práctico)
Brief técnico del producto: nombre comercial y técnico, uso, función principal, materiales, porcentajes, proceso, partes y accesorios, presentación, voltajes, normas aplicables, HS del proveedor.
Criterio de clasificación: usar Reglas Generales y Notas Explicativas para justificar. Documenta el razonamiento (no lo dejes “en la cabeza” del clasificador).
Soporte visual: fichas técnicas, fotos del producto y empaque, manuales y MSDS cuando aplique.
Consulta previa (si el riesgo es alto): mejor invertir en certeza que rectificar con la mercancía detenida en aduana.
¿Y el costo de hacerlo bien?
Clasificar correctamente se paga solo: evitas multas, reduces tiempos de despacho, aprovechas aranceles preferenciales y previenes retornos por regulaciones incumplidas. En comercializadoras que facturan fuerte, el ahorro por fracción correcta se nota en el P&L.
“El éxito de una importación o exportación radica en la correcta clasificación arancelaria”
Eduardo Rivera.