18/05/2025
ELLA.
Ella se sentó un día, lloró por ella, por el dolor
del desamor, por sus heridas, sus fracasos,
por ella misma.
Ella lloró por las injusticias, también por el
dolor que le causaron, por confiar en personas
sin sentimientos, lloró por no haber cumplido
sus sueños, por verse sola, por ser crédula y dar explicaciones a personas que no las merecían.
Ella lloró por fallarse a sí misma, se creía menos por dejarse denigrar, humillarse, por ser humillada, odiarse y sentirse menos.
Ella lloró hasta caer dormida, cansada, pero se levantó sin ese peso que cargaba en su espalda
y con los ojos aún doliéndole, se pidió perdón.
Perdón por permitir que otras personas la humillaran, la hicieran sentirse vulnerable, culpable. Perdón por permitir sentirse menos,
perdón por no haber hecho nada cuando sabía
que la engañaban, por no sentirse sola, perdón
por no amarse, perdón por no darse el valor
que ella tiene.
Perdón por no aceptarse, perdón por no quererse tal como Dios la creó, perdón por el desinterés
de no intentar cumplir los sueños, perdón por no abrazarse.
Y aunque fue duro el confrontar las cosas que le estaban haciendo daño, al final una sonrisa resucitó de sus labios, después de una lluvia de lágrimas que la hizo volver a florecer.
Julian Mauricio Álvarez Méndez.
El Eterno Caballero de la Luna.
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