Tio Ricky

Tio Ricky 🫵 Dios está en mi y en ti 🫵
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A veces te fallan, no porque te odien,sino porque también están rotos por dentro.No es excusa, pero sí es una realidad.P...
27/05/2025

A veces te fallan, no porque te odien,
sino porque también están rotos por dentro.
No es excusa, pero sí es una realidad.

Perdonar no siempre es reconciliar,
a veces es simplemente soltar…
para sanar.

💬 ¿Tú también has soltado a alguien por paz?
Escribe “Amén” si esta reflexión te tocó.

🙏
20/05/2025

🙏

17/05/2025

NO REVISES MÁS SU CELULAR...
No le prohibas hablar con alguien;
no le bloquees personas;
no hagas nada que involucre su privacidad;
no tienes que hacerlo.
QUIÉN TE AMA DE VERDAD siempre hará lo correcto, quien está hecho para ti simplemente NO VA FALLARTE...
En cambio quien no es para ti, no importa cuánto le cuides, no importa cuánto le prohíbas, no importa nada, porque siempre encontrará la manera de TRAICIONARTE.💔

17/05/2025

Cada año los papás de Martín lo llevaban con su abuela para pasar las vacaciones de verano, y ellos regresaban a su casa en el mismo tren al día siguiente.
Un día el niño les dijo a sus papás:
"Ya estoy grande, ¿puedo irme solo a la casa de mi abuela?".
Después de una breve discusión los papás aceptaron.
Están parados esperando la salida del tren, se despiden de su hijo dándole algunos consejos por la ventana, mientras Martín les repetía:
"¡Lo sé! Me lo han dicho más de mil veces".
El tren está a punto de salir y su papá le murmuró a los oídos:
"Hijo, si te sientes mal o inseguro, ¡eso es para ti!". Y le puso algo en su bolsillo.
Ahora Martín está solo, sentado en el tren, sin sus papás por primera vez. Admira el paisaje por la ventana, a su alrededor unos desconocidos se empujan, hacen mucho ruido, entran y salen del vagón. El supervisor
le hace algunos comentarios sobre el hecho de estar solo. Una persona lo miró con ojos de tristeza.
Martín ahora se siente mal cada minuto que pasa. Y ahora tiene miedo.
Agacha su cabeza, se siente en un rincón, solo, con lágrimas en los ojos.
Entonces recuerda que su papá le puso algo en su bolsillo, temblando, busca lo que le puso su padre. Al encontrar el pedazo de papel lo leyó, en él está escrito:
"¡Hijo, estoy en el último vagón!".
Así es la vida, debemos dejar ir a nuestros hijos, debemos confiar en ellos. Pero siempre tenemos que estar en el último vagón, vigilando, por si tienen miedo o por si encuentran obstáculos y no saben qué hacer.
Tenemos que estar cerca de ellos mientras sigamos vivos, el hijo siempre necesitará a sus papás

17/05/2025

“No te compadezcas de mí, también sé hacer cosas de hombres, también sé trabajar y ganarme mi propio dinero. No te apiades de mí, soy multifuncional, soy todo terreno, ni luchona ni guerrera, no me gustan eso términos.
Soy mujer y eso me hace importante, no quiero a nadie que me mantenga. No me gusta pedir y que me nieguen las cosas. Si quiero algo, peleo por ello, lo hago hasta conseguirlo; soy totalmente diferente, soy todo lo contrario de la mayoría, no soy de las que esperan sentadas o acostadas sin hacer nada en casa hasta que lleguen sus esposos.
No necesito de promesas ni necesito que me edifiquen un castillo. Si quiero, yo me lo construyo a mi modo y mis gustos. Mis aspiraciones son totalmente diferentes, tengo la valentía y el coraje de ganarme las cosas yo sola. No tengo paciencia para aguantar desprecios ni malas caras.
No tengo paciencia a tantas preguntas que no lleven a nada, mucho menos para alguien que me quiera tener a la fuerza, que ni pretenda porque no logrará su objetivo, porque soy de lucha y batallas, porque soy libre de querer y tener, porque nada me asusta y nadie puede estar sobre mí, porque he dejado de lado los tabúes que te esclavizan, porque mis sueños son más grandes que mis expectativas, porque he llevado el nombre y la responsabilidad de lo que soy, porque me tengo y me mantengo y sobretodo me he guardado respeto, porque antes de ver la realidad, porque me quite a tiempo las vendas que me mantenían presa, no ha sido fácil, la realidad no es como la platican ha sido complicado pero mírame aquí estoy con la gran recompensa de ser libre y feliz de ser quien en realidad quiero ser.”

17/05/2025

CUÍDALA POR MÍ.
Abrázala fuerte cada vez que la veas,
abrígala con todo tu amor para que
nunca se sienta sola.
Bésala en cualquier lugar y que no te
importe la gente,
aprovecha cada instante que estén juntos.
¡Cuídala!,
porque tienes una mujer maravillosa
a tu lado.
Ámala sin miedo,
ella no va a lastimarte;
es celosa y se enfada por todo
pero vale la pena,
así es que...
Camina a su lado y siéntete orgulloso
de ser el hombre que ella ama.
Para mí no es fácil verte en mi lugar,
porque aún sueño con ella todas las
noches y despierto por la mañana
con taquicardia cuando veo mi realidad,
cuando veo que estoy solo y el que duerme
en su cama eres tú.
Te pido que no la lastimes,
no cometas los mismos errores que yo.
Escríbele poemas,
y si quieres volverla loca,
dile que es tuya y que la amas,
complacela en todas sus fantasías,
no tengas pudor.
Entrégale todo lo que yo no pude darle.
Cuídala por mí,
porque la persona que está en tus brazos,
es la mujer de mi vida

"No reces por la comida, hijo… mejor da las gracias"—¿Por qué oras tanto antes de comer? —le preguntó su hermana, mientr...
09/05/2025

"No reces por la comida, hijo… mejor da las gracias"

—¿Por qué oras tanto antes de comer? —le preguntó su hermana, mientras removía su sopa.

—Porque quiero que todos tengan comida, no solo nosotros —respondió él, con los ojitos cerrados y las manos juntas.

Ella se rió un poco, sin mala intención. A su edad, no entendía muchas cosas.
Pero él sí.

Aquel niño había aprendido a orar desde que tenía memoria. No porque alguien se lo enseñara a la fuerza, sino porque la necesidad lo había hecho sabio.

Ese día, su madre había salido a trabajar desde temprano. No sabían si volvería con algo de dinero.
Pero antes de irse, les dejó un solo paquete de sopa.
Su hermana la cocinó como pudo.
Él puso un banquito como mesa.
Y, antes de probar bocado, cerró los ojos.

—Gracias, Dios —susurró—. Porque hoy sí comemos.

Lo que no sabía su hermana es que él no estaba orando solo por ellos.
Estaba pidiendo por la familia del callejón que llevaba dos días sin cocinar.
Por su amigo de la escuela que llevaba una tortilla sola en su lonchera.
Por la señora que vende dulces y que, cada noche, finge que ya comió para que su nieta no se preocupe.

Y también por su papá, al que no ha visto en meses… pero que aún espera que vuelva con pan.

Su oración era pequeña, pero su corazón era enorme.

Esa noche, cuando su mamá volvió, traía una bolsa con pan y leche.

—¡Mira lo que me regalaron en el trabajo! —dijo.

El niño sonrió, pero no se sorprendió.

—Te dije que Dios escucha.

La hermana, conmovida, le preguntó al fin:

—¿Y si un día no llega la comida?

El niño la miró con ternura.

—Entonces oraremos más fuerte. Porque mientras haya fe, nadie está solo.

—Hijo, ya creciste, ya no te hago falta… y eso está bien —le dijo su papá con una sonrisa tranquila mientras lo veía par...
08/05/2025

—Hijo, ya creciste, ya no te hago falta… y eso está bien —le dijo su papá con una sonrisa tranquila mientras lo veía partir.
Él se iba a otra ciudad a comenzar su vida: trabajo nuevo, departamento nuevo, sueños por cumplir.
—Te voy a llamar los fines de semana, pa —le dijo al despedirse con un abrazo.
Y así fue… al principio.
Después las llamadas se hicieron más espaciadas.
Una semana sí, otra no…
Luego pasaban meses sin hablar.
Y, sin darse cuenta, el tiempo empezó a correr más rápido de lo que pensaba.
Su papá solía llamarlo. A veces solo para escuchar su voz.
—¿Cómo estás, hijo? Solo quería saber de ti —decía con tono suave.
Pero él siempre andaba apurado.
—Ahorita voy a una junta, hablamos al rato, ¿sí?
Y ese “al rato”… casi nunca llegaba.
Una tarde, su papá le dijo algo que no supo responder:
—No te preocupes por mí… solo me hace bien saber que estás bien. A veces solo quisiera que me contaras cómo te va, nada más.
Él asintió, respondió con prisa, y volvió a colgar.
No pensó mucho en eso.
Hasta que, una madrugada, una llamada lo sacó del sueño con un golpe al corazón.
—Tu papá está grave… y pidió que no te avisáramos antes. Pero ya no aguanta mucho. Si puedes venir…
Corrió al hospital con el alma hecha n**o.
Y ahí estaba su padre, dormido entre máquinas y suspiros.
Le habló. Lo llamó.
Pero no hubo respuesta.
Sobre la mesita, una carta.
Con su nombre.
“Si estás leyendo esto, es porque ya partí.
Quiero que sepas que no me faltó nada.
Tu felicidad fue mi mayor alegría.
Aunque la vida nos llevó por caminos distintos, siempre te llevé conmigo.
Abrázalo a tu hijo cada noche. No pierdas tiempo.
El amor no necesita estar encima para sentirse cerca.
Y yo… siempre estuve contigo.”
Lloró como nunca.
No por lo que su padre le dio, sino por lo que él no dio a tiempo.
Ese día entendió algo que ya no se le olvida:
No dejes que el cariño se quede guardado.
Las flores más importantes se entregan en vida.
Después… ya no sirven.
Llama.
Abraza.
Hazte presente.
Porque el tiempo no avisa cuándo deja de esperar.

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