29/07/2025
🌙 LA ABUELA DE LAS FLORES SECAS 🥀👵🏻
Se decía en el pueblo que la casita de la esquina, aquella cubierta de enredaderas y bugambilias secas, estaba habitada por el espíritu de una anciana. No asustaba. No se le veía flotando, ni hacía ruidos extraños. Solo aparecía algunas tardes, sentada en el pórtico, con una taza de té en las manos y una mirada que traspasaba los años.
Los niños que se acercaban decían que olía a pan dulce y a flores marchitas. Y que la señora, con una voz muy bajita, les preguntaba si estaban bien, si su mamá los quería, si dormían tranquilos. Algunos salían corriendo. Otros se quedaban un rato más, porque —aunque no entendían por qué— se sentían abrazados sin ser tocados.
Una vez, una niña llamada Samanta se perdió camino a casa. Lloraba entre las calles vacías hasta que vio la casita con luz. Se acercó y la anciana le ofreció cobijo. La sentó, le secó las lágrimas y le trenzó el cabello mientras cantaba una canción vieja, tan antigua como el silencio. Cuando los papás por fin la encontraron, la niña estaba dormida en la banquita, sola… pero sonriendo.
—¿Quién te cuidó? —preguntaron los padres.
—Mi abuelita de las flores secas —respondió Samanta, señalando la casa.
—¿Cuál casa? —dijo su padre— Si esa casa está abandonada desde hace más de 20 años. Ahí vivía la señora Matilde… no tuvo hijos. Pero cuentan que tenía tanto amor que se le desbordó hasta el más allá.
Desde entonces, muchos aseguran que, cuando más lo necesitas, Matilde aparece. Te escucha. Te consuela. Te acompaña… aunque ya no pertenezca a este mundo. Y si alguna vez te encuentras una flor seca en tu camino, no la pises. Guárdala. Podría ser su forma de decirte:
“Aquí estoy. No estás sola.” 🌸
✨ ¿Te ha pasado algo así?
¿Alguna vez sentiste una presencia buena cuando más lo necesitabas?
👇Cuéntamelo en los comentarios.
Y si te gustó esta historia, dale ❤️, compártela y sígueme para más relatos como este.
📍Sígueme en Facebook, TikTok y YouTube como Vane al Límite.