
05/05/2025
Estas medidas forman un «apagón digital» y un blindaje tecnológico sin precedentes para preservar la confidencialidad absoluta del proceso, evitando filtraciones que puedan desatar desinformación o tensiones dentro y fuera de la Iglesia. Además, se mantienen protocolos tradicionales como juramentos de secreto y destrucción inmediata de votos para reforzar la confidencialidad.
La red interna del Vaticano queda desconectada de Internet y los servidores se trasladan a zonas blindadas como la Biblioteca Apostólica.