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Fiestas de julioCésar Rito Salinas¿Por qué será que la belleza humana se relaciona con los baños?Bien podría relacionars...
28/07/2025

Fiestas de julio

César Rito Salinas

¿Por qué será que la belleza humana
se relaciona con los baños?
Bien podría relacionarse con la tasca.

Para Renato Galicia

‘Borracho que come dulce tiene remedio’.

Afuera puede estar la calle,
pero como si no estuviera
nadie.

Los bebedores de cerveza
navegan en un mar donde no hay
calles

Otra vez de madrugada, llegué aquí por un mal sueño.
Hasta aquí llegue buscando a una mujer.
Esta noche me trajo hasta este sitio
un perro.

Los hombres de la borrachera
miran al frente como si buscaran
la mar.

La mano busca cuando necesita algo.
Un limón con sal, la cintura de una mujer,
el vaso.

Poco se debe confiar en la certeza de los pasos.
Más se debe respetar la verdad vista
por el oído.

Se escucha el ruido de las voces,
de los vasos que se entrechocan
cuando el mundo se aclara.

En el barrio cabecean el sueño los hombres.
La mujer toma a la mujer.
Bailan.

***

¿Dónde se fue el beso?
¿Se fue en una hormiga?, ¿en un león?,
¿un elefante?
Se fue en tu mano,
lejos.

Esta mujer no merece una co
pa
de
mezcal

nuestros dioses
di
je
ron
mez
cal

los cerros pelones,
la tierra caliente,
los hombres
dijeron
mez-
cal.

¿Pa
ra
qué
llo
rar?

La vida se merece una co-
pa
de
mez
cal.

En el patio crecerá la furiosa luna.

Guelaguetza de ricos en medio de pobresRenato Galicia Miguel Alguna vez fui con los poetas del mundo latino a Oaxaca.El ...
27/07/2025

Guelaguetza de ricos en medio de pobres

Renato Galicia Miguel

Alguna vez fui con los poetas del mundo latino a Oaxaca.

El camión iba lleno de plumas chingonas. Pura luminaria de sus respectivos países.

En Yanhuitlán, Mixteca alta del estado, lugar famoso por su exconvento dominico, les ofrecieron una comida glamorosa, con masita de fiesta, mezcal y toda la parafernalia de un banquete exótico en medio de una zona de miseria.

(La masita es un platillo microlocal de pobres, digamos que similar a muchísimos otros de una entidad con 10 mil comunidades, pero que en algunos casos la gentrificación está convirtiendo en platillo de ricos, como, en específico, ha sucedido con el mole de caderas. Ojalá nunca le pase eso a la masita).

Estando en plena gula, me percaté de dos cosas: que la población del lugar comía alrededor donde podía, sentados en piedras o en el cimiento perimetral del inmueble del siglo XVI, mientras que los visitantes, en suntuosas mesas con manteles largos bajo un enlonado de XV años en el que tiran la casa por la ventana. Una patética escena de la sumisión y el clasismo de los políticos municipales y estatales y, hay que decirlo, del sector cultural.

Y dos: que la poeta canadiense, invitada por ser parte de los nativos de ese país franco-anglófono, obvio, no se sumó al banquete, andaba por ahí vagando, jugando con unos niños que encontró.

Después entrevisté a cuanto poeta pude bajo una pregunta inicial basada en una frase de Arthur Rimbaud:

“La vida es la farsa que todos representamos”.

La canadiense, en especial, me reveló que se dio cuenta perfectamente que alrededor del banquete ofrecido a los poetas la zona era de pobreza extrema, y que por eso prefirió alejarse del festejo.

Así pasa con la Guelaguetza en la fastuosa Rotonda de la Azucena del Cerro del Fortín: de ser del pueblo como Lunes del Cerro, pasó a ser un espectáculo para visitantes de alto poder adquisitivo, un negocio clasista de gobiernos priistas, panistas y, ahora, morenistas, en complicidad con empresarios hoteleros y restauranteros.

La Guelaguetza en la actualidad es una farsa, un eslabón más de la gentrificación que saquea al pueblo oaxaqueño.

A un gatoCésar Rito Salinas'Para qué sirve todo eso, te digo tu fiebre, tu sollozo'David Huerta, 'Historia'Alejo es tan ...
24/07/2025

A un gato

César Rito Salinas

'Para qué sirve todo eso, te digo tu fiebre, tu sollozo'

David Huerta, 'Historia'

Alejo es tan silencioso como los retratos que cuelgan del muro.
Más detenido que la luz que se cuela por las cortinas, en la tarde.

Aparece en la cama, puntual carita de niño.

Bajo sus patas esconde filosas garras, como la infancia que vuelve

y destruye.

En la noche se mueve enloquecido, como solitario rey de su palacio.

Quien lo mira retiene la imagen apacible, semejante al agua clara del arroyo.

Campo de trigo.

Cuando Alejo desaparece, una pregunta ocupa su lugar:

¿Por qué me aterra tanto esta existencia?

Nunca lo sabré.

Hotel LópezCésar Rito Salinas‘Llegó la aurora, pero no el día’John Steinbeck, ‘Las uvas de la ira’Pongo un río, un mar, ...
10/07/2025

Hotel López

César Rito Salinas

‘Llegó la aurora, pero no el día’

John Steinbeck, ‘Las uvas de la ira’

Pongo un río, un mar, la lluvia que nunca termina.

El viaje a la ciudad lo hice para dejar de ser canalla. Yo pretendía su cariño, aunque ella estaba con el otro, el mu**to, mi hermano —no encuentro palabras, esto me pasa desde que tengo uso de razón, desde la infancia no encuentro palabras.

Pensé que no sería mucho querer ocupar el espacio del mu**to, pero hicieron falta zapatos, pistolas, lentes de corrección de la vista cansada.

El mu**to andaba en el cielo, ocupaba el espacio del héroe, yo caminaba en la tierra con una angustia en mi costado —cargo la falta de las palabras y el mucho mezcal en el cuerpo.

Ella me dijo, “vamos a tomar algo”. Era un modo de comenzar torcido, sólo le doy vuelta a las frases. Así nos llegó la tarde, yo metido en un pleito desigual, el mu**to feliz en su río de recuerdos, ella atravesada entre los dos, yo tiraba puñetazos de ciego, desubicado.

Hay mu**tos que son pesos pesados. No hay palabras. El mu**to inubicable como el aire que respiramos, ella caminaba junto a mis hombros, mi malograda persona, lejana dentro de su vestido blanco con bolitas rojas, zapatos de tacón.

Como a las cinco de la tarde, las cinco de la tarde, se descubrió el final. A esa hora, las cinco de la tarde, vino el mu**to en mi ayuda, me echó una mano, yo no podía avanzar hacia ella por más esfuerzos que hacía, sólo pude mencionar como recuerdo vivo las andanzas de mi hermano, aquella alegría solitaria.

Ella se alejaba más. Estuvimos en la calle desde el mediodía. Luego de las cervezas en el bar Florida, al abrir la puerta del hotel Toledo, el mu**to volvió al pleito por su amor, nos encontró metidos en un abrazo.

Las cinco de la tarde será la hora en que los mu**tos vuelven por su amor. Tarde bermeja. Los brazos, las manos tienen más palabras; sólo le doy vueltas a las frases, no alcanzo a aclarar mis pensamientos.

Para no quedarme atrás en aquella pelea sin futuro —yo llevaba las de perder—, invoqué a mi madre, también mu**ta.

Ella llegó presurosa a socorrer a su hijo último, su benjamín. El amor será grande, como la ilusión de retenerlo en las manos. Mi caso ya no tenía remedio, pelear con un mu**to por el amor de una mujer será muy triste, hacerlo para llevarla a la cama con la ayuda de la madre mu**ta resultará cretino.

Hay una presencia sucia entre el silencio que embarra muros, puertas y ventanas.

¿Cómo puedo hablar de los dos mu**tos?

No lo sé, sólo entiendo que en mi soledad alcancé a bajar el cierre de su vestido blanco con bolitas rojas, ella sobre la cama, ya arrojados los zapatos de tacón en la alfombra. Yo andaba por la luna grande de su ombligo cuando la reclamó el mu**to, corrían gotitas de sudor por su axila blanca, mi mano había alcanzado su silencio cuando se cortó el aire inmóvil de la tarde entre sollozos.

El silencio se cuajó en la habitación. Pesaba la luz, el calor, las cinco de la tarde, las malditas cinco de la tarde con su sol en retirada sobre altos edificios altos, sus mu**tos.

No hice más, como el ahogado que se sabe mu**to bajé los brazos. Ella dijo, “quédate en mi pecho”.

Yo lo hice, pero ya sabía que la pelea estaba perdida, corría la hora del desamor. Entró la noche, ella dijo: “me voy”.

Se marchó sin despedirse, el vestido blanco con bolitas rojas, el cierre arriba —los zapatos de tacón—, me dejó la habitación en completa oscuridad, con mi cabeza repleta de fantasmas.

Ricardo Piglia en Oaxaca: en busca de Malcolm LowryCésar Rito Salinas‘El cuento es un relato que encierraun relato secre...
08/07/2025

Ricardo Piglia en Oaxaca: en busca de Malcolm Lowry

César Rito Salinas

‘El cuento es un relato que encierra
un relato secreto’
Ricardo Piglia, ‘Tesis sobre el cuento’

Los ebrios consuetudinarios siguen la música, empuñan la botella de mezcal, acompañan la comparsa.

Quizá el desfile de celebración por los fieles difuntos sea una forma de ocultar el rostro y despojarse del nombre.

En la agencia municipal San Martín Mexicápam, en el Día de Mu***os cayó la lluvia, pero la comparsa de celebración no se vio impedida de salir al desfile.

La gente salió a la puerta de las viviendas, se asomó por la ventana para mirar la alegría de ‘difuntos’.

En la hora de la comparsa supe que entre mezcales y chapulines palpita el relato.

A la altura de las tres de la mañana, mientras caminaba tras la comparsa en espera de pescar una historia que pudiera escribir, me enteré que en el 2013 el escritor argentino Ricardo Piglia llegó a Oaxaca —un 2 de noviembre— con la intención de conocer la ciudad que atormentó a Malcolm Lowry, el autor inglés que escribió la novela ‘Bajo el volcán'.

La presencia de Piglia por las calles de Oaxaca confirmó, más allá de lo que promueven los seguidores del escritor inglés, que es esta ciudad y no Cuernavaca, Morelos, la geografía que inspiró a Lowry para dar forma a su novela.

En el año 36 del siglo pasado Lowry se instaló en el Hotel Francia, en la calle Porfirio Díaz, en la misma ciudad que abre sus puertas al paso de la comparsa.

Había recibido el dato en conversación con un ebrio, que por esas fechas se mantenía en condición de calle y se acercó para convidar un mezcal.

—¿Sabes que Piglia vino a buscar a Lowry?

El ebrio se puso a bailar con la botella en lo alto, la mirada puesta en el camino oscuro.

—Busca entre los ebrios—dijo, los borrachos somos gente donde habitan los recuerdos.

Música de nombradasCésar Rito Salinas'Porque nunca el silencio sustituye'En la calle de los aguaceros espera sobre la ba...
05/07/2025

Música de nombradas

César Rito Salinas

'Porque nunca el silencio sustituye'

En la calle de los aguaceros espera
sobre la banca de tablas en hilo
esta guitarra prieta (maja que narra).

Puedo sentir el cielo que barrunta,
aguaceros en diálogos de lejana infancia.

De fiesta y tristeza saben, de amores (el aire crece,
esperas regresos de la mano bajo la comba).

Guitarra y banca saben de guerra y paz, asaltos.

Narran historias, instantes de principio y final.

Juntas vieron el lento carruaje de Juárez,
el brillo afilado de Porfirio Díaz.

Para mí que guitarra y banca están en la esquina
desde antes del relámpago que anuncia,
desde los tiempos en que los mayores salían a la banqueta
para darse entre vecinos y desconocidos las buenas tardes
mientras leían novelas, revistas de otro país.

Instrucciones de Eusebio Ruvalcaba para habitar la montañaCésar Rito Salinas‘Descolgar su rumor de los muros’ Ana Franco...
03/07/2025

Instrucciones de Eusebio Ruvalcaba para habitar la montaña

César Rito Salinas

‘Descolgar su rumor de los muros’
Ana Franco Ortuño, ‘Diarios de la peste’

El poeta Eusebio Ruvalcaba dijo: busca la forma, un sonido, la forma que contenga el sonido, la cuerda que guía; cuando la encuentres, respira, repítela.
Mal alumno que soy, busqué pendencias por mares e islas; con los besos de la botella encontré el sonido, la forma.

Principio del principio

Ella me llevó una mañana, muy de mañana
a la tienda de don Cirino.
En la mesa del patio pude ver
los restos de alcohol
sobre vasos.
Ella se apretó a mi hombro,
pidió dos panes, dijo:
este es mi esposo.
Recorrimos la calle Kava Teku,
Yo con el pecho henchido de orgullo,
Ella, clara, sostenida a la bolsa
con los panes.

El camino de vuelta

La mujer sube la cuesta con un tercio de leña pegado a la cabeza. Sobre el silencio hondo corre la tarde en el bosque.
—Adiós, buena mujer, ¡apúrate, se hace tarde para la cena!
En el camino vimos un árbol podrido donde creció un carnoso hongo. ¿Cómo saber si los hongos causarán nuestro mal? La vida se expone con los alimentos. Subimos por el recio hongo, pensamos que de su carne podría salir la buena cena. ¿Cómo saberlo? El bosque está lleno de frutos y duendes que se convierten en hongos de copa pinta. Al llegar al pueblo preguntamos a la mujer que cargaba la leña si aquel hongo era comestible. ¡No!, dijo alarmada. ¡Van a correr, van a morir si comen ese hongo! A veces digo que la sabiduría anda así por el camino, con su tercio de leña en la cabeza.

Antes que ella saliera al trabajo, día de lluvia —pasadas las fiestas patrias—, bebo su s**o. La lluvia pareja contra la ventana. Ella recostada en las sábanas —yo había tomado la precaución de tender la cama—, con la falda arriba, las pantaletas azul verde, las piernas abiertas. Claridad de la mañana, gotitas de lluvia escurren sobre el húmedo cristal de la ventana. Lluvia fina, lenta agua al inicio de la semana, con el frío terrible; rodaron las gotitas de lluvia antes de que ella saliera al trabajo.

La bicicleta de Malcom Lowry

El viejo ebrio cuenta con una bicicleta
que rueda sobre la única calle del pueblo.
Sopla, resopla. Sube la cuesta
con pena Malcolm Lowry,
montado en su bicicleta.
En lo alto, frente al edificio
de la agencia municipal
hace cabriolas, piruetas
sobre el manubrio.
Todos aplauden.
Con los minutos Malcolm Lowry se enfada de sus
demostraciones, baja a beber mezcal con don Cirino.
Tarde noche de todos los recuerdos:
no beber es bueno, dice Malcolm Lowry frente a su copa.
Pasadas las horas, recuperado el aliento afirma:
pero beber es mucho mejor.

Las fiestas de Independencia

Escribo con seudónimo, pasado un tiempo ardo en deseos de salir a contárselo.

Visita nuestro sitio web y lee al bloguero CRS
02/07/2025

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César Rito Salinas Un secreto. Un mensaje. Una palabra. Furia Rocío Cerón, Incisión La mañana está muy lejos, pero ya pasan las luces del camión urbano.Conmigo están el aire, la dolorida banqueta, …

Las letras del mezcal***De ti sí puedes escribir.Witold Gombrowicz, ‘Diario (1953-1969)'***El mezcal se hizo carne en lo...
01/07/2025

Las letras del mezcal

***

De ti sí puedes escribir.
Witold Gombrowicz, ‘Diario (1953-1969)'

***

El mezcal se hizo carne en los pueblos cuando empobrecidos productores enfrentaron el embate atroz, caníbal, de los inspectores de comercio llegados de la capital que subían por la contribución para el gobierno.
Mezcal, tasajo, pan, pera. La gente ocultó el traguito, fue negado.

La primera lucha entre el cerro y la ciudad fue por un decreto impositivo, el territorio de letras y leyes; la segunda, por las palabras, para ocultar lo cotidiano.

Meke.

Nunca podremos apropiarnos de la presencia —geografía, entorno— si no somos capaces de enunciarla, eludirla, referirnos a ella, imaginarla a partir de letras y sonidos que conforman de su nombre.

Marro, marrito.

Andar como ebrio de mezcal por las calles de la colonia. Así, sin dinero en la cartera. Sólo con el Diablo, una moneda en la bolsa de los pantalones. Sin una foto tuya en la camisa. Sin oficio ni beneficio; sin ganas de aprender uno.

Con el mezcal acodado en el hombro izquierdo, muy padrote. El mezcal con su cara de niño. Y el sol sobre la calle, sin banquetas. Y el viento fuerte, grande, amplio desde mi infancia. Y el puente del arroyo que llama sin descanso mis pasos de solo. Y esa mancha de borrachos de mezcal que sale a mi camino, consuetudinaria.

Que me llamen con el Diablo, una moneda puesta en el piso. Para que llame a más monedas, para que trabaje sobre la gente y junte el dinero del alcohol. Y se junte con mi Diablo, la moneda que traigo en la bolsa izquierda de mis pantalones. Dos Diablos puestos a dar su mejor esfuerzo. Dos Diablos pesan más que uno. Palabras.

¿Cuántas formas hay para decir mezcal?

Mecate.

Buen mezcal, padre de los empobrecidos, no sé invocar tu nombre sin solicitar tu presencia; si no puedo mencionar las letras de tu nombre me tirarás de tu Gracia.

Chínguere.

Una pregunta hierve: ¿cuántas formas habrá para decir mezcal?

Juido.

Hablo de las primeras décadas del siglo pasado, tiempo de la prohibición. ¿Cómo se llamaría el trago cuando los maestros mezcaleros sufrieron persecución y cárcel?

Nunca llegaremos a saberlo.

Salsipuedes.

Ensayo, arrojo palabras, versiones, como espejos que revelan el pasado.

Chingadazo.

Lo que espera la gente del poeta es grande, sin medida. Que el poeta le salve la vida (el poeta sólo es un hombre puesto contra el viento, a la mitad de los caminos), que escudriñe el alma (el poeta sólo sabe hacer brincos en una sola pierna y eso, a veces, cuando la tristeza se lo permite), que aclare el tiempo por venir (el poeta sólo quiere tener un perro, desde la infancia).

La pura verdad es que el poeta no sabe a veces por dónde sale el sol ni leer el letrero del camión urbano, guiar sus pasos hasta la esquina. Lo que espera la gente del poeta es grande y el poeta olvida el rayo que sale de sus orejas, entre papeles y recuerdos.

Papila, besito.

En este milenio el mezcal lleva su connotación de clase social, harta de dinero.

Trago fifí.

Viento que se lleva el viento, viento fuerte del mar. Norte. Viento que nace en el patio de la casa de mis padres. Norte que malogra la flor. Viento que arrastra con todo: la pantalla de manta percudida del cine callejero.

Viento que deja zopilotes sobre el cable de la luz que atraviesa mi barrio. Aire sin juicio que arrastra con todo: viento que deja al baño sin ventana, abierto a los ojos de todo el mundo. Viento, suspiro de mujer enamorada. Viento que deja al baño sin techo, para que los luceros vean tu cuerpo cuando lo enjabonas.

Viento que arrastra todo, tendederos y vagones. Camiones de carga que caen en carretera fulminados por el aire. Viento mal agüero, acarreador del mal fario. Viento padre. Viento madre. Viento hermano que nos llama a jugar canicas en el patio.
Viento que juega trompo y balero mientras pasa el mal tiempo. Viento niño que corre por los cuartos de la casa. Aire adolescente que besa tus senos en un callejón oscuro del puerto.

Lumbre sin nombre.

En agencias y colonias pulula un ejército de hambrientos de alcohol, el Escuadrón de la Muerte. Arrastran su mala estrella, nombran la bebida: marro.

Pierde Almas. Maldita felicidad.

—Le pido por favor que me cuide este poema, ya anda ebrio.

—Claro, estaremos al pendiente de su seguridad.

Malcolm Lowry***—Sí, así me dijeron que se llamaba.Juan Rulfo, ‘Pedro Páramo’César Rito Salinas —¿Vas querer que lo anot...
30/06/2025

Malcolm Lowry

***
—Sí, así me dijeron que se llamaba.
Juan Rulfo, ‘Pedro Páramo’

César Rito Salinas

—¿Vas querer que lo anote a tu cuenta?

La mujer que atiende la tasca habla con la cinta de sus cabellos quieta entre sus manos.

Ella sabe de la venta de mezcal a crédito.

¿Quién le fía trago a los ebrios?

El hombre se queda con el rostro metido entre pequeños vasos de veladora que hacen las veces de copas, “más valdría no haber nacido”, repite entre sueños.

Lleva días en la cantina, en Parián, bebe mezcal junto a los obreros desempleados del ferrocarril mientras cae el sol de la tarde. Duerme y despierta, entre sollozos. Duerme.

Tarde bermeja. El Farolito, tendajo de muros altos de adobe.

El ebrio despierta, grita. La mujer que atiende se acerca, en una mano lleva un plato con semillas de calabaza, en la otra sostiene la cinta de sus cabellos. El ebrio llora, vuelve a dormir.

La mujer que atiende las mesas sonríe. Arroja una sonrisa a las sombras, se aleja a servir más copas de mezcal entre hombres taciturnos.

—La lista es larga, mi abuela inició la venta; el primer cliente fue un tal Malcolm Lowry.

El Farolito de PariánCésar Rito Salinas***Ninguno va allí.Sólo los que no tienen a nadie.Malcolm Lowry, ‘Bajo el volcán’...
29/06/2025

El Farolito de Parián

César Rito Salinas

***

Ninguno va allí.
Sólo los que no tienen a nadie.
Malcolm Lowry, ‘Bajo el volcán’

***

I
Las palabras no bajan, no puedo hablar; el pasado llega entre imágenes congeladas porque no hay nada más que decir. Yo no debiera hablar, estuve frente a la desgracia, pude evitar el final, la muerte.

Al silencio le debo la vida. Hago los días en el silencio de los mu**tos. Sólo le doy vuelta a las frases, no alcanzo a superar el miedo, las ganas de beber que me dejó aquel amor.

II

Venir hasta esta esquina a esperar la muerte; en la mesa de la tasca, no más que techumbre de obreros desempleados del ferrocarril. El mezcal ilumina la tarde. Sólo le doy vuelta a las frases, esta escritura resulta vieja, de otro tiempo que corre lenta en la tarde bermeja. El Farolito, cantina de Parián. Debajo de este pueblo corre un río de aguas lentas, cada tarde se levantan los recuerdos.

Los obreros esperaban la llegada del pagador de la empresa, que desde hacía tiempo dejó de ser visto por estas tierras. Los hombres viven de lo que pueden, algo siembran, algo levantan de este sitio amargo mientras reproducen la esperanza.

En el Farolito se consumen lentos tragos de mezcal mientras corre el aire frío sobre labios resecos.
Sombra y silencios.

Una y otra vez le doy vuelta a las frases.

La mujer que atiende escribe la cuenta del consumo en una libreta de tapas gastadas, lleva los cabellos atados con una cinta azul. Ella también espera la llegada del pagador de la compañía, en la mesa del fondo un hombre ebrio murmura, menciona los tiempos de la revolución.

Más valdría no haber nacido –dijo.

El Parián de Malcolm LowryCésar Rito Salinas ***Al leer, debemos fijarnos en los detalles, acariciarlos.Vladimir Nabokov...
28/06/2025

El Parián de Malcolm Lowry

César Rito Salinas

***
Al leer, debemos fijarnos en los detalles, acariciarlos.

Vladimir Nabokov, ‘Curso de literatura europea’
***

Trabajar con el crédito hace la esperanza.

La mujer que atiende a los ebrios
camina entre las mesas,
la cinta de sus cabellos entre las manos
(parece que está por abandonar el lugar, pero nunca abandona a los ebrios).

Mientras atiende a la clientela escucha historias sobre la grandeza del ferrocarril.

Sirve platos con semillas de calabaza tostadas en el comal.
—pasa la vida entre recuerdos, y nunca alcanza a distinguir los hechos que hacen esos recuerdos—dijo Malcolm Lowry.

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