Reflexiones Para Ti

Reflexiones Para Ti Reflexiones y mas!

06/09/2025

Solía tener tanto miedo de perderte… como si mi mundo se fuera a derrumbar el día que ya no estuvieras. Me aferraba a ti, me doblaba, me tragaba palabras, todo para que no te fueras.

Hasta que un día lo entendí.
Nunca fuiste realmente mío.

Porque aunque yo te entregué mi corazón entero, el tuyo siempre estaba repartido en otros lugares, con otras personas, en otras prioridades. Esa era tu esencia… y yo no podía cambiarla.

Me cansé de mendigar un lugar que nunca pensaste darme. De competir con fantasmas, con pasatiempos, con excusas. Y en lugar de seguir temiendo perderte… me quedé quieta, en silencio.

Te vi alejarte como siempre, creyendo que yo iba a correr detrás de ti.
Pero no lo hice.

Porque no fuiste tú quien me perdió.
Fui yo quien decidió dejar de perderse en ti.

Y al final, mientras tú seguías buscándote en otras manos, yo me encontré en las mías.

05/09/2025

Nunca te rindas, querida mía.
Mira, hija, sé que la vida a veces te pone de rodillas. Te lo digo yo, que he visto amaneceres hermosos y noches oscuras en las que pensé que no saldría el sol. He caminado senderos llenos de espinas, pero también he bailado descalza sobre la tierra mojada después de la lluvia.

Cuando era joven, pensé que las oportunidades se agotaban con los años, que cuando tus manos se llenan de arrugas también se llenan de límites. ¡Qué equivocada estaba! La vida no se mide en la cantidad de años, sino en la cantidad de veces que te levantas después de caer.

¿Sabes cuál es el secreto? No rendirse. Porque ser fuerte no significa no llorar, sino seguir adelante con los ojos aún húmedos. Aprendí que si tienes café en la cafetera y sueños en el corazón, siempre hay esperanza.

Nunca seas esa mujer que se queda sentada lamentando lo que no fue. Sé esa mujer que se levanta, se sacude el polvo y dice: "Aquí estoy, mundo, lista para lo que venga."

No importa si empiezas en la cocina de tu casa, con las uñas llenas de harina o con pinceles que ya no pintan tan fino como antes. Lo que importa es el fuego en tu alma, ese que ninguna adversidad puede apagar.

Yo ya tengo más pasado que futuro, pero aún pinto, aún huelo el café en las mañanas, y aún me levanto con la certeza de que cada día trae una nueva oportunidad.

Así que, hija, prométeme esto: cuando la vida te derrumbe, levántate con más ganas. Sé esa mujer que nunca se rinde. Porque, créeme, esas son las que dejan huella.💖

05/09/2025

—¿Papi, por qué ya no estás con mi mami?

La pregunta cayó como un balde de nostalgia en pleno pecho.

Era una vocecita dulce, inocente, pero con esa capacidad brutal que tienen los niños de ir directo al corazón sin filtro.

Y él tragó saliva.

—Tu mami siempre va a ser importante para mí. Me dio el mejor regalo del mundo: tú.

—¿Entonces por qué no estás con nosotras?

—Porque a veces, hija, las cosas no salen como uno las soñó…
Tu mamá y yo empezamos este camino tomados de la mano, llenos de amor, llenos de planes. Y Dios, que vio ese amor, nos mandó lo más hermoso que podíamos tener: tú.
Y por un tiempo fuimos felices los tres… caminando juntos.

Pero la vida empezó a pesar.
Los problemas, las discusiones, las deudas, la rutina…
Y nuestras manos, que antes se aferraban con fuerza, comenzaron a soltarse.
Sin querer. Sin darnos cuenta.

Hasta que un día… ya no caminábamos juntos.

—¿Y tú me sigues queriendo, papi?

—Más que a nada en el mundo, mi princesa.
Lloro porque no te tengo cerca.
Porque no estoy para abrazarte cuando tienes miedo.
Porque no estuve cuando se te cayó tu primer diente, cuando aprendiste a leer, cuando te enfermaste…
Lloro porque extraño verte dormir, porque este corazón se siente roto sin ti.

—Pero mami dice que tú eres el mejor papá del mundo.
Y yo también lo creo. No estés triste, papi.

Y entonces, él sonrió, entre lágrimas.

—Gracias, mi niña. Ojalá pudiera retroceder el tiempo y darte una historia diferente…
Pero prometo que, aunque no sea el mejor papá, voy a ser tu mejor amigo.
El que siempre esté. El que nunca se rinda.

—Ya me voy a la escuela, papi. ¡Te quiero mucho! ¡No llores!

—Cuídate, mi amor… Y abrázame con el corazón hasta que podamos vernos.

05/09/2025

“Cuando crezcas, cuando te hagas mayor, cuando la vida me aleje de ti y ya no pueda cuidarte, escucha lo que te voy a decir:

-Si te gusta una blusa, te la pones y si te gusta una falda te la pones.
Si te quieres cortar el cabello, te lo cortas y si te gusta maquillarte, te maquillas.
Si te gusta una canción la escuchas y si te gusta bailarla, la bailas.
Que nunca venga nadie a decirte cómo vivir tu propia vida.

Si pudiera darte tres cosas, serían:
La capacidad de amarte y tener bien arriba tu autoestima.
La fuerza para perseguir tus sueños.
La capacidad para comprender que para ser feliz sólo tienes que aprobarte a ti misma.

''No quiero que te parezcas en lo más mínimo a mí, ni siquiera en una pestaña.

No eres la continuación ni de mi apellido, ni de mi forma de ser.

No eres mi apéndice, eres mucho más... Eres única e indispensable.

No serás lo que yo nunca pude ser, ni te lanzaré por los senderos que yo hubiera querido recorrer.

Sé todo lo que quieras ser, mientras te haga feliz:
Vende helados, ilusiones, compra nubes, zarandea a la vida y no sigas a los demás, no creas en lo que te digan, solo haz si a ti te apetece.

Sé timón, nunca ancla, sé mar''

05/09/2025

Volvió cuando ya no lo esperaba… y ya no lo necesitaba.

Hoy volvió a escribirme.

Yo ya vivía tranquila. Había aprendido a respirar sin su ausencia, a reír sin extrañar, a dormir sin revisar el celular con la esperanza de su nombre.

Y entonces… sonó el teléfono.

“Número desconocido”, decía la pantalla. Pero mi cuerpo lo supo antes que mis ojos. Las manos temblorosas, el pecho apretado, esa ansiedad que parecía enterrada… revivió como si nunca se hubiera ido.

Tres mensajes.

Tres frases que alguna vez hubiera esperado con desesperación. Pero hoy, solo me hicieron recordar el frío.

— “Bonita, te extraño.”
— “Me equivoqué, me haces falta, perdóname.”
— “Necesito verte. Quiero compartir mi vida contigo.”

Palabras que antes habrían sido bálsamo… hoy solo fueron cuchillas.

Lloré, sí. No de amor, sino de memoria.
De recordar todo lo que dolió.
De saber que esas palabras llegan tarde.
Que ahora son una disculpa sin fuerza, una caricia sin alma.

Porque ya no soy la de antes.
Ya no soy la mujer que esperaba.
Ahora soy la que eligió vivir.

Me serví una copa de vino.
Me metí a la ducha.
Canté a todo pulmón.
Me puse guapa. Por mí.
Por la mujer que sobrevivió a él.

Y entendí algo:
A veces, el amor regresa… pero ya no encuentra a la misma persona.
Regresa a una mujer nueva. Más fuerte. Más libre. Más viva.

Ese día borré su número, y cambié el mío.
Porque mi primavera ya no necesita su invierno.

Lo quise, sí.
Pero aprendí que no todas las historias tienen que continuar.
Algunas se cierran con dignidad.
Con una sonrisa.
Con la certeza de que no todo lo que vuelve… merece quedarse.

05/09/2025

Tal vez no trae mochila de moda ni tenis de marca,
pero carga algo mucho más valioso: una bolsa llena de sueños.

Porque los niños no necesitan etiquetas costosas para brillar,
les basta con la esperanza en los ojos y las ganas de comerse la vida.

Ese pequeño que ves caminar con ropa sencilla,
quizás ya esté imaginando un futuro donde sea doctor, maestro, ingeniero, artista…
Un futuro que no cabe en las vitrinas de un centro comercial,
pero que sí cabe en el corazón de una madre que lo impulsa
y en la fe de un padre que lo anima.

La sociedad a veces mide el valor por lo que se ve:
si trae la marca, si tiene el último modelo,
si presume lo que muchos confunden con “éxito”.

Pero lo cierto es que los sueños pesan más que cualquier etiqueta,
y la ilusión de un niño humilde vale más que mil aparadores de lujo.

Recuerda: las alas no se compran, se construyen.
Y un niño con sueños es un niño que, tarde o temprano,
aprenderá a volar.

05/09/2025

Cuando los abuelos mueren… se va una generación completa de amor a la antigua.

Se va el olor a pan recién hecho.
Se van las historias que nadie más cuenta.
Se va el consejo sabio, el regaño con ternura, el abrazo blandito que sabía a casa.

Cuando un abuelo o una abuela se va, no solo muere una persona.
Muere una forma de cuidar.
Muere una manera de amar sin apuro, sin exigencias, sin condiciones.

Muere el café con pan al atardecer.
Las canciones viejas que nadie más sabe cantar.
El “¿ya comiste, mijo?” y el “ponte una chamarra, no vaya a ser”.

Mueren los refranes, las anécdotas repetidas y los chistes contados mil veces.
Pero también muere ese lugar seguro donde sabías que siempre eras bienvenido, aunque no llevaras nada más que tus ganas de estar.

Porque los abuelos son eso: el refugio.
Los que te defienden de tus papás.
Los que te dan dinero a escondidas.
Los que te enseñan a sembrar, a rezar, a esperar con paciencia.
Los que te aplauden por existir, por respirar, por ser tú.

Y cuando se van, uno se queda más solo.
Más huérfano, aunque ya tenga treinta, cuarenta o más.
Porque nadie, absolutamente nadie,
puede ocupar el espacio que deja un abuelo en el alma.

Se va su risa.
Su voz suave.
Su sillón viejo.
Sus lentes en la punta de la nariz.
Sus pasos lentos.
Su forma de mirar con orgullo, aunque no entiendan nada de lo que haces.

Cuando un abuelo muere,
uno entiende que el tiempo sí se acaba,
que los recuerdos hay que hacerlos en vida,
y que abrazar no cuesta nada… pero vale todo.

Por eso, si los tienes, abrázalos fuerte.
Escúchalos aunque repitan.
Tómalos fotos. Escríbeles cartas.
Hazles preguntas que solo ellos pueden responder.

Porque un día, sin avisar…
el sillón estará vacío.
La taza sin café.
La casa en silencio.
Y el corazón, más solo.

05/09/2025

Mi mamá se fue de viaje… y no me avisó si volvería.

Desde que ella se fue, algo en el mundo dejó de latir.
No supe el momento exacto en que el sol empezó a salir más apagado, ni cuándo los pájaros dejaron de cantar con esa alegría mañanera que tanto la hacía sonreír. Solo sé que todo se siente más callado… como si la vida misma también la estuviera buscando.

Me duele este silencio que no se rompe.
Este que no es por enojo, ni por orgullo, ni por falta de ganas de hablar.
Este es otro tipo de silencio… uno que duele en el pecho y se mete en los huesos.

Mi madre se fue de viaje.
No fue a visitar a una tía ni a conocer un nuevo lugar.
Se fue a un sitio del que nadie regresa.
Y por más que la espere cada mañana con su taza, con su sillita, con sus preguntas repetidas y su regaño dulce… no vuelve.

A veces le hablo.
Le cuento que estoy cansada, que me gustaría un consejo, que tengo miedo, que extraño su voz diciéndome que todo va a pasar.
Le enseño la luna, porque sé que le gustaba mirarla.
Pero no contesta.
Y no es que no quiera.
Es que allá donde está, ya no puede.
Y yo aquí… con todo lo suyo, pero sin ella.

No me pongan la palabra “muerte”.
Mi mamá no murió.
Ella solo se fue de viaje.
Y aunque no haya comprado boleto de regreso, aunque el autobús se llamara “cementerio”… prefiero pensar que llegó a un lugar más bonito, donde no hay dolor, donde su alma canta sin cansancio.

El cielo está más iluminado desde que ella llegó.
Las estrellas titilan más fuerte, como si la aplaudieran.
Y aunque yo aquí la llore con toda el alma… me queda la certeza de que, si el mundo la perdió, el cielo ganó a la más hermosa.

Mi madre se fue de viaje.
Y yo… la sigo amando desde aquí, con los brazos vacíos, pero el corazón lleno de ella.

05/09/2025

CUANDO LOS PADRES MUEREN, NADA VUELVE A SER IGUAL

Cuando un padre o una madre se va, algo dentro de nosotros se quiebra. No importa si tienes 15, 30 o 60 años. No importa si eres independiente, fuerte o exitoso. La muerte de un padre te toca en un lugar donde nadie más puede llegar.

Porque con ellos se va mucho más que una persona. Se va el refugio, el consejo, el abrazo que calmaba, el silencio que acompañaba, la mirada que lo entendía todo. Se va el único amor verdaderamente incondicional que tenías asegurado en este mundo.

Desde fuera, la vida sigue. Sigues trabajando, criando a tus hijos, sonriendo en reuniones familiares. Pero por dentro… algo cambió. De repente entiendes que ya no puedes ser niño nunca más. Que ya no hay nadie detrás de ti sosteniéndote sin que lo notaras. Que ahora eres tú quien tiene que sostener a los demás.

Y es ahí donde más duele: en esa orfandad silenciosa que no se ve, pero se siente. Aunque tengas una familia propia, aunque seas madre o padre, siempre llevas dentro a ese niño que solo quería sentirse protegido. Y cuando tus padres mueren, ese niño entiende que ya no podrá volver a casa.

No hay abrazo que lo reemplace, ni palabra que lo cure. Puedes rodearte de amor, pero no será el mismo. Porque cuando un padre o una madre se va, te das cuenta de que el mundo se vuelve más frío, más real, más duro.

Es entonces cuando comprendes lo frágil que es la vida… y lo valioso que era simplemente saber que ellos estaban ahí, aunque fuera en silencio. Su ausencia lo cambia todo.

Y en el fondo, te quedas con un vacío que no se llena. Porque más allá de la edad, todos necesitamos sentir que hay alguien en este mundo que nunca dejará de amarnos así, sin condiciones, sin medidas, sin límites.

Cuando los padres se van, uno se queda huérfano. Y esa palabra pesa. Pesa todos los días.

05/09/2025

ME LLEVÉ A MI MADRE A CASA. PARA SIEMPRE.

Sin planearlo. Sin acuerdos. Sin mucha conversación.
Un día, simplemente, la vi… y supe que ya no podía seguir sola.
Con una sola bolsa en la mano.
Adentro: unas medias, unas pantuflas con la frase “La mejor abuela del mundo”, un camisón suave, una bata abrigadora… y, sin saber bien por qué, una funda de almohada.
Ella misma lo empacó todo. En silencio. Sin drama. Con la dignidad que siempre la ha caracterizado.

Desde hace semanas, vive conmigo.
Pero ya no es la mujer fuerte que me crió.
Ahora es… una niña mayor.

Camina lento por el pasillo, arrastrando sus pantuflas, deteniéndose antes de cruzar el umbral como si hubiese algo invisible que tuviera que esquivar.
Sonríe al perro, oye voces que yo no escucho y cada día me cuenta con detalle lo que “le dijeron”.
Come despacio, muerde el chocolate con cuidado, toma su té sujetando la taza con las dos manos… porque una ya le tiembla.
Se ajusta el anillo a cada rato, como si temiera que se le escape el último pedacito de su historia.

Y la veo.
Tan pequeña.
Tan indefensa.

Como si por fin… se hubiera permitido rendirse un poco.
Como si, después de tanto luchar, al fin se permitiera descansar.

Y me entregó su vida.
Así, sin exigir nada.
Confiando en mí como yo alguna vez confié en ella cuando me curaba la fiebre o me peinaba para la escuela.

Y ahora… su tranquilidad depende de si yo estoy en casa.
Escucho su suspiro de alivio cuando me oye abrir la puerta.
Así que trato de salir poco, de no irme por mucho tiempo.

Y yo, que ya había criado a mis hijos…
vuelvo a cocinar sopa todos los días,
vuelvo a tener galletas en la mesa,
vuelvo a estar pendiente de una criatura frágil, dulce y silenciosa.

¿Qué siento?

Al principio, miedo.
Porque ella era independiente, fuerte.
Vivió sola incluso después de la muerte de papá.
Por primera vez en sus 80 años, hacía lo que quería.
Y luego vino ese ma***to virus.
Y algo se apagó dentro de ella.

¿Y ahora?

Ahora siento amor.
Una ternura que no cabe en el pecho.
Una paz rara.
Y un deseo profundo de hacer que sus últimos años… sean los más bonitos posibles.

Llenos de sopa caliente, de croquetas caseras.
De calor, de calma.
De mi presencia. De mi amor.

Porque ahora tengo en casa una hijita.
Tiene 83 años.
Y solo quiero que se quede conmigo…
el mayor tiempo posible.
Para que ella no se sienta sola.
Y yo… no me quede con remordimientos.

Gracias, mamá.
Por estar.
Por seguir aquí.
Por dejarte cuidar.

05/09/2025

Helen Mirren dijo una vez,
“Uno de los grandes dones de envejecer es descubrir el exquisito arte de estar solo.
Lo que solía ser un silencio incómodo, ahora es un lujo.
La casa es tranquila, y puedo bailar en la cocina sin ser juzgada o simplemente no hacer nada.
Mi mejor compañía soy yo misma, con un café, una buena película y la libertad de ser, porque la soledad no es ausencia, es plenitud y tranquilidad. ”

04/09/2025

Soy esa...
Que a sus cuarenta y tantos años que lleva encima no le importa la opinión de otros.
Ella ama cada estría de su cuerpo, ella de los pechos no tan firmes y la de la piel medio cansada, esa que en los ojos lleva ya las marcas de tantas risas y de tantas lágrimas, soy esa con el invierno asomándose por su cabello, la mirada siempre triste, pero con la sonrisa siempre puesta, soy esa niña que parece mujer y una mujer intensa...

Soy esa que conocé de mentiras y fracasos, de decepciones y dolor.
Soy esa que ha sido maltratada, pero sigo siendo esa que confía y cree en el amor.
Soy esa a la que le han roto muchas veces sus alas y ha tenido que aprender a repararlas.
Soy esa que conocé de alegrías y tristezas, de amor y desamor, de caídas y lo duro que puede ser levantarse y seguir.
Soy esa, de las heridas mal cicatrizadas, la del dolor en el alma, la del perdón colgado en las orilla de los labios, soy la que no se rinde, la que no se apaga, la que se aferra.
Soy esa, la que ama y sin ninguna razón por completo se entrega...
Soy esa, de las manías absurdas, y el caos en la cabeza, la que tiene infinidad de miedos.
Soy esa, la de las caricias con sabor a otoño y la de los besos con olor a café.
Esa soy yo...

Crédito a su autor

Dirección

Mexico City

Teléfono

+527491056793

Página web

Notificaciones

Sé el primero en enterarse y déjanos enviarle un correo electrónico cuando Reflexiones Para Ti publique noticias y promociones. Su dirección de correo electrónico no se utilizará para ningún otro fin, y puede darse de baja en cualquier momento.

Compartir

Categoría