13/10/2025
𝐀𝐥𝐞𝐫𝐭𝐚 𝐢𝐠𝐧𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚: 𝐥𝐚 𝐭𝐨𝐫𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐧𝐮𝐝𝐚 𝐥𝐚 𝐬𝐨𝐛𝐞𝐫𝐛𝐢𝐚 𝐨𝐟𝐢𝐜𝐢𝐚𝐥
𝙿𝚘𝚛 𝙼𝚊𝚛𝚝í𝚗 𝙶ó𝚖𝚎𝚣 𝙶.
El desastre en Poza Rica y en buena parte del norte de Veracruz no solo dejó calles anegadas y familias en desgracia. También dejó al descubierto -como el lodo que asoma cuando baja el agua- la falta de reflejos del aparato gubernamental que rodea a la gobernadora Rocío Nahle. No se trata de una defensa, mucho menos de un linchamiento político. Es, simplemente, la constatación de que la tragedia no fue solo meteorológica, sino también administrativa.
Porque los ríos no avisan… pero Conagua sí lo hizo. La dependencia federal informó, en medios nacionales, que los estados fueron advertidos con tiempo suficiente sobre lluvias de hasta 350 milímetros, un aviso más que claro para activar protocolos de emergencia. Sin embargo, en Veracruz alguien decidió no escuchar. O peor aún, fingir que escuchaba.
Ahí comienza el verdadero desastre: la omisión. Porque mientras la ciudadanía improvisaba balsas, subía a los techos o rescataba lo que podía, la funcionaria estatal encargada de prevenir tragedias apareció hasta el día siguiente, con sus tenis impecablemente blancos, posando en la foto oficial junto a la gobernadora que acudía a evaluar los daños.
Lo que debió ser una coordinación inmediata con la unidad municipal de Protección Civil de Poza Rica, se convirtió en una reacción tardía. No existe constancia de alertamientos previos, ni de operativos de evacuación oportunos. Y en materia de protección civil, cuando no hay prevención, lo demás es simulación.
La gobernadora Nahle carga con la primera responsabilidad, no por omisión directa, sino por confianza mal depositada. Gobernar no solo es mandar: es supervisar, exigir, destituir cuando hace falta. El problema no es el agua, sino el estancamiento burocrático de quienes se sienten intocables en los escritorios del poder. Si se confirma que las alertas fueron ignoradas, no bastarán las condolencias. Se deberán fincar responsabilidades. Porque el desastre natural fue inevitable; el desastre institucional, no.
La historia se repetirá una y otra vez mientras las lluvias sigan cayendo sobre funcionarios impermeables al deber. Y aunque en Veracruz el agua se va, la mancha de la indolencia tarda mucho más en desaparecer.
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