17/09/2025
Amar no es sinónimo de salvar, de guiar o dirigir.
Qué equivocación más grande es querer creer que quién amamos vea, sienta, actúe y viva como nosotros, que lo que a mí me hace feliz o me calza bien, al otro también lo proveerá de bienestar.
Desaprendamos, desde siempre nos enseñaron a proteger, a resolver, a llevar de la mano, cuando supuestamente “amas” esa es tu “obligación” decían; y aprendamos que para amar hay que dejar de querer y de creer:
-Querer controlar.
-Querer dirigir.
-Querer iluminar.
-Creer que lo que yo creo es lo mejor.
-Creer que mi felicidad es la tuya.
-Creer que, si yo te doy, tú me darás...
-Creer y sentir que tu carga es mi carga.
A veces nos sentimos tan responsables de los demás, que aun teniendo la “mejor intención” estamos actuando tonta e intransigentemente, por qué cada cual tenemos nuestro proceso y nuestro momento.
Si el ser querido no quiere ver, no le prendas la luz, encandilas su mirar...
Si no quiere escuchar, no levantes la voz, ni intentes convencer, abrumarás su conciencia.
Si no quiere andar por tu experiencia, no lo invites a pasear apoyado de ti, seguro él irá descalzo y le sangrarán los pies, al pasar por tus espinas.
No lo despiertes nunca, cuando él esté soñando, Los sueños nos pertenecen a cada uno, y aunque parezca un sueño inalcanzable o errado, su despertar no te pertenece.
Si su dolor se convierte en tu dolor, suéltalo no te lo cargues.
No es leal ni sensato sentirnos y convertirnos en “salvadores”
Sin expectativa alguna acompaña, abraza, regala, besa, disfruta, baila, pero no te pierdas,
¡Tú siempre serás Tú! respétate, ámate, perdónate, y anda firme y seguro por el camino elegido por ti!
Tus huellas no serán nunca una dirección, para otros y tal vez tu faro no guiará su destino.
Tu luz es tuya, no permitas que tu ego la quiera presumir y la desgaste.