17/10/2025
CRÓNICA DE UN SINIESTRO
Entre el miedo y la esperanza...
Era temprano por la mañana, cuando los más pequeños se disponían a asistir a clases, cuando los maestros y alumnos ya empezaban sus asignaciones; profesionistas, dependientes y comerciantes iniciaban una jornada más, un martes por la mañana. De pronto todo se cimbró, un estruendo y gritos de desesperación, rostros desolados. ¡Una casa explotó! decían las personas cerca del lugar, decenas de curiosos se aproximaban y al llegar, una escena de dolor. Vecinos ayudaban, la solidaridad los impulsaba, héroes sobre los escombros, arriesgándolo todo. La casa hecha añicos, la reja reducida a hierros retorcidos, pedazos de estructura demolidos, muebles y cristales esparcidos. Y bajo todo aquello, un vehículo aún con sus luces parpadeando, como pidiendo auxilio, como en su último suspiro, presa de las llamas. No se sabía cuanta gente dentro, en las siguientes horas un deceso, dos más con quemaduras y golpes en el cuerpo. En el cielo, una estela negra se elevaba. Todos miraban, otros corrían; la gente pasaba y solo se escuchaba el crujir de los fragmentos bajo las pisadas. Y mientras, en las casas aledañas al doblar la cuadra, sus ventanas reventadas; en medio de un corredor, el nicho de San Juditas, con su puerta de cristal intacta como queriendo hacer llegar un mensaje de esperanza, como señal divina, llena de fe y confianza. Había mil preguntas, mil posibilidades y a escasos metros de ahí, una escuela que indicaba los protocolos para ser evacuada. "Se escuchó una explosión, yo estaba cerca de la ventana, miraba los vidrios quebrarse, entonces agaché mi cabeza", comentó Alondra, una chica de 15 años, alumna de esa institución. Se miraba humo muy cerca, maestros abriendo el portón, caminando sobre los vidrios rotos, eso fue lo que se vivió. A unos días del suceso con voz agitada recuerda: "Cuando escuché la explosión sentí miedo, me preguntaba por qué pasaba eso". Los docentes actuaron conforme a lo establecido en situaciones de riesgo, llevaron a los muchachos hacia las canchas, lejos de ventanales, para no quedar expuestos a heridas por los vidrios aún cayendo, como le pasó a un estudiante que salió accidentado, no corrió con suerte. En otro salón, una unidad de minisplit colapsó y en pocos minutos todo fue angustia y temor. Los chicos llamando a casa, los padres en crisis corrieron, los trayectos se hicieron eternos, la llegada se descontroló ineludiblemente. Los de adentro espantados se apresuraban a la salida, los de afuera con gran preocupación, buscando tener a sus hijos con ellos. Una historia de tantas que dejó el repentino acontecimiento. "Fue un momento muy angustiante, me asusté al ver las imágenes que me mandaba mi hija", platicó la mamá de Alondra. Y así como ella, muchos padres de familia pidiendo permiso en sus trabajos para ir a encontrarse con una parte de ellos, la más importante, la que los une inquebrantablemente. Un lamentable suceso que quedará para la historia de Nuevo Laredo, como el de aquel 16 de septiembre, en la misma colonia, casi a la misma hora, casi por la misma fecha, con 11 años de diferencia. Esta vez un día 14, el pasado suceso en el 2014, varias coincidencias. El resultado preliminar, acumulación de gas ¡riesgo inminente!.