12/06/2025
No le regales flores a una mujer agotada… en serio.
Las flores están bien cuando una tiene energía para sonreírles, para decir “¡ay, qué bonitas, mis favoritas!” con entusiasmo. Y sí, para el que las regala, eso es importante: ver la reacción. Pero una mujer cansada, de esas que traen la vida encima, a veces ya no tiene ni fuerza para la cortesía.
Y el pobre que las llevó se queda confundido:
— “¡Pero si yo lo hice con todo el cariño! ¿Por qué esa cara?”
Pues porque esas flores hay que recortarles el tallo, buscarles un florero, cambiarles el agua… y encima fingir emoción. Y para eso ya no hay pila.
¿Quieres de verdad alegrarle el día a una mujer cansada?
Llévale comida. Así de simple. Y mejor aún: prepárala tú.
Y, por amor de Dios, lava lo que ensucies.
Y si no cocinas… pues pide algo a domicilio.
Una de las frases más románticas que he escuchado no fue “qué guapa estás”, sino:
“Mándame foto de tu refri. Seguro ni has comido hoy, y sé que normalmente lo tienes vacío. Si sí, te llevo algo.”
Sin flores. Sin serenatas. Solo sentido común con amor del bueno.
¿Otra joya?
Contrátale una limpieza profunda para la casa.
Sí, solo eso. Que llegue alguien, limpie todo… y ella pueda tirarse en el sillón sin remordimiento por un par de horas. Créeme: eso es magia.
Porque luego llega el marido con espumoso y pastelitos, listo para la noche romántica…
Y ella está furiosa. Porque antes de sentarse con él tiene que lavar platos, preparar loncheras, bañar niños, acostarlos, contestar correos del trabajo.
Y mientras él la espera con copa en mano… ella corre por la casa como licuadora sin tapa.
Y cuando por fin explota, entra a la cocina, se sirve el espumoso, se lo toma de un trago y se va a dormir… él se ofende.
— “¡Pero si hice todo esto por ti!”
Ahí está el detalle.
Si de verdad quieres hacerle un bien a alguien, que sea para esa persona.
Para lo que ella necesita: paz, silencio, un rato a solas o simplemente que alguien cargue una parte de su mundo.
Porque si solo haces lo que tú quieres hacer — aunque digas que es “por ella” —, en realidad lo estás haciendo para ti. Para sentirte generoso, atento, el esposo del año.
Para felicitarte mentalmente: “¡Qué detallazo tuve!”
Y hay que tener el valor de admitirlo: muchos “gestos” no son más que ganas de que nos aplaudan.
Los hombres luego se quejan:
— “¡Es que ahora las mujeres son bien exigentes! ¿Qué quieren?”
Pues mira…
Un ramo ya no impacta.
Lo que de verdad puede sorprender a una mujer adulta hoy en día es cuidado real, del bueno. Respeto. Y atención que sí le sirva.
Todo lo demás… ya lo ha visto mil veces.
Leído en la red