02/08/2025
| “¡Ajúa! Que viva la Guelaguetza… pero sin medicinas, sin obras, y con Salomón corriendo por su hueso”
Por: René Reyes
Pues sí, damas y caballeros, paisanos y forasteros, mientras usted y yo pensábamos que hoy íbamos a estar hablando de la majestuosidad de Rubén Blades, de las chinas oaxaqueñas dando vueltas como trompo chillón en el Cerro del Fortín, y de cómo el folclor nos hace olvidar por un ratito que vivimos en un estado quebrado… ¡pues no! Resulta que todos los titulares amanecieron con la misma nota: la revocación del mandamás Salomón Jara ya huele más que el queso istmeño en día de calor.
Sí, mientras los medios de fuera se emocionaban con los bailes, los de acá andaban más pendientes del pavor del gobernador. Se acabó la fiesta y empezó la carrera por la silla. Pero no por quedársela, sino por no soltarla. Porque si hay algo que al parecer le quita el sueño a Don Salomón Jara no es la falta de medicinas en los hospitales, ni los caminos polvorientos que se siguen deshaciendo, ni los feminicidios que no paran, ni los maestros que siguen sin aula, ni las comunidades que siguen sin agua. No, señor. Lo que lo desvela es que ya huele a revocación.
Y cuando uno se pregunta: “¿Oye, y qué hace el gobernador frente a esto?”, pues la respuesta cae como aguacero en tequio: se reúne con presidentes municipales para hacer estrategia. Pero no estrategia para combatir la pobreza o el hambre o la inseguridad. No. Estrategia para que no lo boten. Porque si algo sabe hacer la clase política oaxaqueña es hacer reuniones, aunque no sirvan ni para calentar café.
Se le ve nervioso al gober. Ya no sonríe como en campaña. Ya no anda con la frasecita esa de “transformación”, que más parece hechizo barato de curandera que política pública. En vez de mostrar resultados, está contando los municipios que lo “apoyan”. Y ahí andan, como en tiempos de Ulises y Murat, algunos ediles diciendo: “Aquí estamos, mi gober”, como si con eso se curara el IMSS.
Porque, vamos a decirlo como se dice aquí en el barrio: ¿pa' qué fregados sirven tantas reuniones si en la sierra no hay ni paracetamol?, ¿si en los Valles la inseguridad se mete hasta en el mole?, ¿si en el Istmo la obra pública sigue siendo promesa de borracho en cantina? Pero eso sí, bien aplicados andan los funcionarios tomándose selfies con Salomón, no vaya a ser que pierda el hueso y ellos se queden sin chamba ni camioneta con placas oficiales.
Y mientras tanto, la gente, la raza, el pueblo —como les gusta decir cuando andan en campaña—, ya no se chupa el dedo. Porque el oaxaqueño sabrá ser fiestero, sabrá ser respetuoso, pero no es tarugo. Y cuando ve que la cosa no mejora, que los hospitales están más vacíos que las promesas de campaña, que los niños siguen sin escuela digna, que los caminos siguen igual de jodidos… pues empieza a juntar rabia. Y esa rabia, en tiempos de revocación, se convierte en voto.
Salomón Jara, ese que juró que con él sí llegaría el cambio verdadero, hoy se aferra al poder como si fuera capulín de feria. Pero el pueblo, ese que no olvida, ya empieza a pasar la factura.
Y que no digan que no se les avisó. Porque hoy fue la Guelaguetza, pero mañana puede ser la revocación… y ahí sí, ni con todos los presidentes municipales del mundo van a poder tapar el sol con un mezcal.