
20/09/2025
Premios al Silencio: El Cuestionable Reconocimiento al Periodismo en Coahuila
En Coahuila, la ceremonia de entrega de los premios estatales de periodismo se ha convertido en un ritual anual donde el gobierno en turno celebra a los comunicadores. Sin embargo, más allá de los discursos sobre la libertad de expresión y la invaluable labor informativa, subyace una pregunta incómoda en un estado conocido por el férreo control informativo y la "línea" editorial dictada desde el palacio de gobierno: ¿qué es lo que realmente se está premiando?
La relación entre el poder y la prensa en Coahuila es un secreto a voces. A través de convenios de publicidad y comunicación, la administración estatal asegura una cobertura mediática predominantemente favorable. No se trata de un ataque frontal a la libertad de prensa, sino de una estrategia más sutil y efectiva: la autocensura a cambio de contratos. En este ecosistema, el periodismo crítico e independiente es la excepción, no la norma.
Es en este contexto que los premios estatales de periodismo pierden su brillo y se convierten en una herramienta de autocomplacencia. Al ser el propio gobierno el que convoca, financia y entrega los reconocimientos, el conflicto de interés es evidente. ¿Cómo se puede esperar una evaluación objetiva e imparcial cuando el principal patrocinador es también el principal sujeto de escrutinio periodístico?
La Calidad en Entredicho y la Experiencia como Único Mérito
A la problemática del control editorial se suma la cuestionable calidad de algunos de los trabajos y periodistas galardonados. No es raro encontrar en el gremio local a reporteros y columnistas con evidentes carencias en su escritura, desde errores ortográficos básicos hasta una sintaxis deficiente. Su principal mérito, en muchos casos, no es la excelencia de su trabajo, sino sus años en el oficio y su buena relación con las fuentes oficiales.
Esto nos lleva a reflexionar sobre los criterios de selección de los ganadores. Si bien las convocatorias hablan de "calidad y rigor periodístico", la opacidad en la conformación del jurado —generalmente integrado por académicos y expertos cuyos nombres no siempre se hacen públicos— arroja un manto de duda sobre el proceso. ¿Se premia realmente la investigación profunda, la narrativa bien construida y el impacto social del trabajo periodístico, o se reconoce la lealtad, la longevidad y la capacidad de no incomodar al poder?
¿Un Estímulo o un Control?
Los premios de periodismo, en su concepción ideal, deberían ser un aliciente para la excelencia, un reconocimiento al trabajo valiente y un estímulo para las nuevas generaciones de periodistas. Sin embargo, en Coahuila, parecen haberse desvirtuado para convertirse en un mecanismo de control y legitimación. Al premiar a aquellos que se ajustan a la narrativa oficial, se envía un mensaje claro al resto del gremio: la crítica no es bienvenida y la complacencia tiene su recompensa.
Más que celebrar la libertad de expresión, los premios estatales de periodismo en Coahuila parecen celebrar el silencio de una prensa mayoritariamente domesticada. Mientras esta dinámica persista, el verdadero periodismo, aquel que fiscaliza al poder y da voz a los sin voz, seguirá siendo el gran ausente en la gala de premiación. Es hora de que tanto periodistas como la sociedad en general cuestionen el verdadero significado de estos galardones y exijan un reconocimiento que premie el valor y la calidad, no la sumisión.