Mi nombre es Mayli, todos me dicen Maylin, Mayte, Marylin, Mayerling, etc. Así que te la pongo fácil, dime ¡May!.
Soy la mayor de tres hermanos, tuve una niñez muy feliz, excepto por algunos detallitos. Mi padre biológico lo conocí por fotos, así que fui criada por un padrastro no muy cariñoso. Su afecto lo daba a través de la disciplina y el estricto orden, tipo General del Ejército.
Del segundo matrimonio de mi madre Dios me obsequió dos hermanos, aquí otro detallito que quiero comentarte, cuando eres niño no entiendes algunos términos que usan los adultos tales como: ella en Mayli es la media-hermana de..., ella es hermana solo por parte de mamá y así otras etiquetas, que ahora de adulta entiendo menos.
Estudie en un colegio de clase media alta y mi familia era de clase trabajadora, pude asistir a ese colegio, porque mi madre trabajaba como secretaria, y por tal motivo me otorgaron una beca. Debo darle gracias a Dios, el conocimiento, disciplina y otros valores muy importantes los aprendí allí.
Cuando eres niño, no comprendes muchas cosas. Yo me preguntaba, ¿por que mis amigos vivían en casas tan hermosas y sus padres tenían autos espectaculares mientras yo vivía en una zona tan popular y con un auto de la edad media? La diferencia era muy marcada y no había explicación a eso. Sólo quedaba intentar mantener el estatus y aparentar que económicamente era igual a ellos.
Luego ingresé a la Universidad, estudié Administración de Recursos Humanos. ¿Sabes? en mi mente se dibujaba la idea de esa Gerente de RRHH, que tiene una gran oficina, además del poder de emplear y despedir gente, sin hablar de la posibilidad de poner una foto de mi familia en el escritorio y todas esas ¡pendejadas!
Me gradué en la Universidad, trabajé en las mejores empresas de mi país (Venezuela), Coca Cola, Pepsi Cola y CANTV. -Y tu dirás: ¡WAO una carrera perfecta! Las apariencias engañan querido amigo.
Parecía tener una vida fabulosa, pero mi corazón estaba apagado, mi alma apenas emitía una lucecita frágil, trabajaba más de nueve o diez horas diarias, para llegar a mi trabajo perdía cinco horas de mi vida entre ir y venir.
Consideraba en ese momento que mi sueldo no estaba mal, además era soltera y sin muchos compromisos (como dicen todos los jóvenes solteros), pero dime: ¿Crees que tenía tiempo para disfrutar la vida? Tenía pocas horas para descansar y reponerme para luego aguantar el round de la siguiente semana.
Y no sé si esto se parezca a tu vida, pero me he encontrado con decenas de personas que se quejan por vivir de este modo, bueno quise decir ¡SOBREVIVIR!
Y la historia continúa cuando me uno a un consorcio que se dispone a crear negocios de toda índole, manufactura, turismo, servicio, etc. Descubrí un talento en esa etapa, (cosa que celebro) que es la capacidad de llevar proyectos del sueño a la realidad, un talento para materializar y hacer que las cosas sucedan.
A partir del año 2012, aperture cuatro negocios en distintos países, el último en Panamá. Ganaba un sueldo bueno (así pensaba) , pero seguía siendo una empleada de alto rango (esto significa mucha responsabilidad, al punto de ser la responsable del negocio ante toda instancia). ¡Ahora sí! Ya no tenía vida propia, respiraba solo para hacer funcionar ese negocio, me entregue en cuerpo y alma, tenía un gran compromiso con los dueños, colaboradores, con todos los demás y olvide el compromiso que tenía conmigo.
IMPORTANTE, a esto hay que sumarle ser administradora de un hogar con todas la de la ley. Eso significa llevar a mi hija a la escuela, madrugar, preparar su merienda., reuniones colegiales, actividades extras y tiempo para compartir con mi esposo.
A mi alrededor familiares y amigos, celebraban el cumplimiento de sus sueños (compraban casa, carro y viajaban) yo creía que esos eran los verdaderos sueños, tener una fabulosa vivienda en un lugar exclusivo, un carro y viajar de vez en cuando. Así que comencé a perseguir como loca desesperada esas metas que, según yo, eran mi prioridad.
El la búsqueda de esos sueños clichés, terminé con una deuda de más de cuarenta y cinco mil dólares (me dio escalofríos cuando escribí la cifra). Tenía la deuda al cuello y entonces ¡sucedió!, la empresa para la cual trabajaba, tuvo que cerrar y me quedé ¡DESEMPLEADA!, ¿qué tal?
Los amigos empezaron a desaparecer uno a uno y asi como ellos las oportunidades para salir de ese hueco y pagar a mis acreedores.
Si me pides que describa cómo me sentía, puedo compararlo con una montaña que se incendia a toda velocidad y que para extinguir el fuego solo cuentes con una inyectadora.
Chicos y chicas, esto fue devastador. Vivíamos básicamente de mi sueldo (que ya no tenía), mi esposo no encontraba trabajo en la ciudad y ¡todo se venía encima!, si quieres experimentar adrenalina, por favor busca otro método… ¡jamás este!
Mi esposo y yo tomamos la decisión de separarnos, él debía irse a otro país que le ofreciera más oportunidad y yo quedarme en Panamá hasta honrar con las deudas y esperar que mi hija terminara la secundaria. Es decir, partimos la tabla de salvación para poder flotar. Y aunque en aquel momento pensábamos que esta decisión era radical, hoy digo que fue la luz al final del túnel.
En esa época empiezan las piezas del ajedrez a caer, los amigos que decían ser amigos de toda la vida, ahora se vuelven personas irreconocibles, personas que nunca pensaste que fuesen solidarios, te dan de comer en su mismo plato y tu vida interior comienza a moverse como un ciclón. .
Recuerdo que pase un año entero de angustias, de inestabilidad e inseguridad, no sabía cómo iba a pagar el colegio de mi hija, ni el alquiler del apartamento donde vivía, ni el mercado de la semana. Estuve un año entero preguntándome ¿para qué me había pasado todo eso? ¿Cuáles fueron los errores que cometí y que lecciones me había dejado? ¿Qué acciones ejecutaría en ese momento para no repetir esa situación? Literalmente estuve más de 6 meses encerrada en mi casa.
Cada vez que me preguntaba ¿Por qué llegué a esa situación?, ¿qué fue lo que hice o deje de hacer para que poco a poco me encontrara hundida?, entraba en una etapa de reflexión y autoconciencia. En esa etapa, lloras, ríes, te auto ánimas, te flagelas, duermes poco y a veces de más, y una larga lista de síntomas que afectan tu vida, salud y relaciones.
Luego de dar respuestas a cada pregunta, comencé a entenderme, empecé a conocerme y todo tuvo sentido. Leí más de un libro por mes, de crecimiento personal, comencé a escuchar el evangelio diariamente y su interpretación, todo lo que iba aprendiendo de las lecturas lo aplicaba a mi vida, convertí la palabra en acción y esto se hizo hábito.
Se despertó de nuevo la líder que hay en mi, la Mayli que le encanta ayudar, inspirar y motivar a otros, especialmente a los jóvenes. Fue cuando cree el Programa de Educación Financiera Finanzas Felices.
Le prometí a Dios que no me quedaría callada, toda persona a quien yo pudiera enseñarle acerca de la importancia de la administración de su dinero y ayudarlo a descubrir sus dones y talentos para que vivan una vida con sentido y con propósito, sería ahora mi prioridad
Hoy por hoy celebro que me haya ocurrido todo esto, esa fue la manera que me regaló la vida para que encontrara mi norte y a partir de este renacimiento halle la manera de: