18/09/2025
Hay rejas que no se ven, pero se sienten. Son las miradas que juzgan, los “deberías” que pesan más que el concreto, los barrotes oxidados de una sociedad que se cree dueña de tu libertad.
Algunos se quedan adentro, obedientes, esperando que alguien les abra la puerta. Otros, en cambio, deciden pintarse la cara, ponerse los pantalones rotos y salir a la calle como si cada grieta en la mezclilla fuera una declaración de guerra.
Porque la juventud no se mide en años, sino en el coraje de resistir. Resistir al molde, al silencio forzado, al miedo heredado. Reír, aunque la risa sea un maquillaje torcido, caminar, aunque la acera esté rota, mirar de frente, aunque la ciudad intente agacharte la cabeza.
La reja está ahí, sí. Pero la actitud también. Y mientras haya alguien que se atreva a posar entre barrotes como si fueran un accesorio más, mientras exista quien convierta la herida en estilo y la cicatriz en bandera, la libertad seguirá siendo posible.
📸 America Escobar