El viajero vintaxe

El viajero vintaxe Soy El Viajero Vintage, escritor y cronista urbano... ¿listo para acompañarme en mis aventuras?

23/09/2025

HISTORIA DE LA CALLE OCAMPO EN SABINAS
BIENVENIDO A CRÓNICAS PARANORMALES CON EL VIAJERO VINTAGE

Salí corriendo por la puerta de servicio sintiendo segundos después el fuerte golpe de la cazuela de barro en mi cabeza....
11/09/2025

Salí corriendo por la puerta de servicio sintiendo segundos después el fuerte golpe de la cazuela de barro en mi cabeza. Corría y lloraba sintiendo chorrearme la leche y la sangre en mi cara. Escondido tras los corrales de los faisanes y pavos reales escuché los pasos y las palabrotas de don Eladio. Dando conmigo me agarró del brazo levantándome en vilo.
-Quieres tragarte mi comida, hijo de la chingada, eso quieres, pues bueno, te la vas a atascar.
Aterrorizado, con piernas adormecidas y brazos acalambrados, vi el reguero de leche y cereal de donitas multicolor tirado por el piso de madera. Junto al bonito trastero blanco donde doña Gertrudis guardaba sus cosas de cocina, estaba Mamá Leonela, metida en su mandil decorado de cerditos y mirando el piso. Cuando me vio así de violentado, quiso meterse, defenderme, pero la dura bofetada de don Eladio la apaciguó.
El hombre agarró un cuenco en el que le daban de comer al galgo y tras ponerle leche me lanzó al suelo obligándome a recoger uno a uno los cereales regados por el piso. Minutos después, humillado y escuchando los sollozos de mi nana, fui lanzado de una patada a la calle y desde ahí, desde el lodazal de una charca, miré a los niños de la casa riendo desde las alzadas ventanas. Ya no tenía hambre, pero sí vergüenza. Ya no me dolían los puntapiés, pero sí las palabras. Leonela fue a levantarme de entre el lodazal y me llevó a casa. No había nadie y ella misma me dio de jicarazos y me vistió. Entonces me abrazó fuerte y se fue. La vi ir esa tarde octubrina mientras que yo recordaba aquellos tiempos en que esa mujer era mi nana y que por azares del destino había quedado fuera de nuestras vidas. Su amor por mí era mucho, pero la codicia de sus nuevos patrones estaba peor. Papá había mu**to y mamá, sumida en la pobreza al no poder sostener la casa había rematado todo pidiéndole a Leonela buscara un nuevo empleo. Ella no quería, pero las deudas eran tantas que pagarle a una mujer por el aseo ya era imposible.
Cuando Leonela fue descubierta alimentándome a escondidas, las cosas para ella no fueron sencillas. Y es que la recordaba cada mañana dándome mi cereal, jugar conmigo, llevarme al mercado, visitar a su familia y muchas cosas más. Leonela era mucho mas que una nana, era mi segunda madre, el abrazo tibio a mis miedos y la respuesta a mis más descabelladas preguntas.
Su falda se rasgó por aferrarme a ella ese mes de octubre cuando se fue. El vacío se volvió mortal y mamá un fantasma. Cuando mamá murió de tifoidea fui llevado a un orfanato en Saltillo. Ahí mi vida fue más decente que en casa, tomaba leche, arroz y rosquillas. Las monjas que nos cuidaban eran mandonas, pero buenas. Todavía y de vez en vez recordaba cuando la riqueza me ponía de todo sin faltarme nada. Pero lo que más me dolía era el recuerdo de Leonela y sus bondades. En ese hospicio le agarré gusto a las matemáticas y eso me llevó a ganarme una beca en una escuela de renombre. Yo no quería pues mi condición social me ponía en desventaja con mis compañeros, y así fue. Soporté la burla de ser el más jodido, de ropas viejas y de no tener ni para un pan con leche. Sin rendirme le di hasta el final obteniendo el mejor promedio, aún sobre los millonetas que tenía por compañeros. Así llegué a la universidad, también becado. Por las mañanas tragaba conocimientos y por las tardes cargaba costales de verduras en el mercado.
Me gradué, obviamente con honores y simple, recomendado para laborar en uno de los bufetes de abogados más distinguidos de la ciudad.
Una semana antes de mi graduación fui al mercado a despedirme de Luli, la vendedora de aguas frescas; el Tamayo, artista urbano al que nadie le compraba sus obras; La Tarántula, un peluquero de filas infinitas y claro, de Chavita, el cuidador de los baños al que todos humillaban por el simple hecho de ser callado. Ni cómo olvidar esa tremenda llorada que me eché al despedirme de esas personas que habían sido mi familia. Creo que la que más lloró, aunque no más que yo, fue Ramoncita, la rentera que en realidad nunca me rentó nada pues aún cuando le pagaba lo mínimo por un espacio cerca del mercado, me planchaba, daba de almorzar, cenar, lavaba y hasta me gritaba a las ocho de la noche desde su azotea para cerciorarse estuviera en cama. Me cuidaba de más aunque sus vecinos, malvivientes todos, le hicieran la vida de cuadritos.
-Son narcos, mijo, ni se meta con ellos.
-Pero mire Ramoncita, cada vez le quitan más y más patio. Al rato hasta la azotea le van a robar.
-Déjelos, pa lo que me queda de vida.
Salí del mercado con los ojos hinchados y devorando visualmente todo aquello con lo que había convivido por años.
Justo a la vuelta, por la vulcanizadora de don Fraguas, los Panda, vecinos malditos de Ramoncita, tenían en el suelo a una mujer lo bastante anciana. Uno de ellos le pateaba el rostro mientras que otro le jaloneaba el bolso potosino que al momento reconocí. Y sí, era mi Leonela, mi nana. Sin pensar más nada me les fui sin considerar que los infelices iban siempre armados hasta los dientes. El desenlace fue funesto. Me atravesaron el vientre, le robaron a Leonela y ambos terminamos en un hospital. Así como estaba de viejita, mi Leonela salió de la clínica mucho antes que yo. Al menos eso supe porque yo estuve a ojos cerrados muchos días. Y ella estuvo ahí, cuidándome y sin trabajo. Cuando abrí los ojos ella lloró mares conmigo.
Acomodado en un buen trabajo me llevé a vivir conmigo a mi nana, pero ahora como mamá.
-¿Ya vio , Jacobín?
-Qué, mamá.
-Mire bien a su alrededor, ¿Qué ve raro?
Entonces mis ojos se quedaron atascados encima del refrigerador. Había más de seis o siete cajas de cereales de diferentes marcas y sabores.
-¿Se acuerda, mijo?
-…
-No se me ponga así. Aquél día yo me sufrí igual que usted. Viví años de maltratos, mijo, hasta que me les escapé… pero eso es pasado. Ahora hay cereal para usted solito.
-No, para los dos.
-Bueno, pero sin miel, porque se me suelta el estómago.
Cuando tuve de todo, el cereal era mi vida y Leonela lo sabía. Cuando no tuve nada, ella misma y de modo clandestino me metía en casa de los peores enemigos de mi familia. Leonela, viejita hermosa que siempre hizo lo posible para que fuera feliz.
Un día después de su cumpleaños y cuando volví del bufete de abogados, venía contento porque después de algunos años finalmente todos los Panda estaban tras las rejas. Entré en casa y nana Leonela estaba ahí, sentada en el comedor y con medio rostro hundido en el tazón de cereal. Me le fui encima. Le quité los aritos de colores adheridos a su mejilla y la llevé a su cama. Un fulminante paro cardíaco se la había llevado sin darme oportunidad de ni siquiera besarla tibia. Lloré tan igual que aquella vez cuando le rasgué la falda siendo muy niño. La vida no me había dado la oportunidad de que mi viejita viera que le había puesto un local a Luli para sus aguas; que le había organizado una exposición en la capital al Tamayo; regalado una barber equipada al Tarántula, que había denegado bajo el tema de que con lo que tenía le bastaba, pero cuando le propuse dar clases los fines, lo aceptó. A chavita lo uniformé y ya es guardia en nuestras oficinas. Se ve tan elegante el canijo, y gana muy bien… ¿Y Ramoncita? Ella se convirtió en mi tercera mamá. Es ella la que ahora me elige los cereales, aunque me insiste que sean integrales.
La vida me ha bendecido y aquí, en mi corazón de pollo llevo a mi nana Leonela, esa que se desvivía por mí al grado de robarle los cereales a sus patrones para alimentarme a mí, a escondidas y tras los patios de faisanes, garzas y guacamayos.
SI HAS LLEGADO HASTA AQUÍ, AGRADEZCO TU GUSTO POR LEERME Y TE INVITO A COMENTAR, COMPARTIR Y CLARO, REFLEXIONAR.
AUTOR: JUAN DE DIOS JASSO ARÉVALO
EL VIAJERO VINTAGE

10/09/2025

BIENVENIDOS A CRÓNICAS PARANORMALES CON EL VIAJERO VINTAGE.
APARECIDOS, RESUSITADOS, CADÁVERES Y MUCHO AQUI.

09/09/2025

NOVIAS DECAPITADAS, NOVIAS MUERTAS, NOVIAS DESAPARECIDAS.BIENVENIDOS A CRÓNICAS PARANORMALES CON EL VIAJERO VINTAGE

06/09/2025

Cabalgata 2025 SABINAS COAHUILA

02/09/2025

NIÑERAS AL MAXIMO DE TERROR...BIENVENIDOS A CRÓNICAS PARANORMALES CON EL VIAJERO VINTAGE

Cara a la banqueta, vista nublada, cuerpo devastado y pulsaciones de encías, fue el “tomatodo” de una golpiza saliendo d...
28/08/2025

Cara a la banqueta, vista nublada, cuerpo devastado y pulsaciones de encías, fue el “tomatodo” de una golpiza saliendo de la universidad. Desde mi derrota y sin que nadie me auxiliara veía tres de mis dientes tirados frente a mi cara y uno más entre la saliva ensangrentada al interior de mi boca. Días de acoso, incertidumbre y hasta miedo de abrir los ojos se convirtieron un diario vivir. Portar un cubre bocas en lo que se verificaba la operación dental fue de in****no.
Siempre había sido una chica callada, sumida en mis pensamientos y soñando con ser una experta disecadora de animales. Me gustaba la taxidermia al grado de devorar libros alusivos al tema. No había animalito que viera en la calle que no imaginara en alguna vitrina. Sabía de mis capacidades. Tanta teoría traía en mi cabeza que segura estaba podía paralizar cualquier bestia del campo. Mi encierro envuelta en música de Paganini, letras de Voltaire y Robespierre, me convirtieron en una chica solitaria y solemne.
Casi al finalizar la universidad entendí que Nietzsche era la ma**da, que su pensamiento de superación era sí o sí la doctrina que todos debían seguir. Ser débil, papanatas y enteramente apendejado era algo en lo que yo estaba inmersa y debía escapar. Mis lecturas me instaron a odiar a los atolondrados del salón al grado de instarlos a darse de baja cuando sus calificaciones eran nefastas. Y es que, qué gusto de estorbar, quitar el tiempo, aire, amistades a los demás. Le agarré desprecio a los becados, esos jodidos que aunque eran inteligentes, apestaban a pobres. Iban con sus tacos de chorizo, termos con café corriente y sus galletas abetunadas.
Albertina era el claro ejemplo de seguro Nietzsche utilizaría para ilustrar su ideología. Era inteligente, pero plebeya. Semestre tras semestre me atosigaba junto Eduardo Calix y Servando Paniagua. Entre los tres hacían cuánto podían para convertirme en nada. Se burlaban de mis gustos y por ser bonita e inteligente, tal vez no un genio, pero sí más que ellos.
Ese día que me llevaron con ayuda de unos desconocidos bajo el puente Variopinto creí ciegamente que era mi último día. Al ver a los tres de pie, mirándome en el suelo sin que sus huellas estuvieran en mi piel supe que si sobrevivía nada sería igual y que convenía a sus bienestar que me mataran.
No puse una demanda y me límite a decir que todo había sido un asalto.
Mi vida se convirtió entonces en un crudo juego de serpientes y escaleras, y cuando solo restaba una semana para graduarnos, todo se les truncó. Mientras ellos bajaban por la enroscada serpiente, yo trepaba por una larga escalinata. No me detuvieron por tener a Paniagua desnudo, coronado y con un tridente; tampoco por haber convertido a Calix en un bello Apolo conduciendo una carroza de fuego. Me detuvieron porque tenía a Albertina en el bosque rellena de hojas de maple para eliminar aromas y volverla más natural. Si la policía no hubiera llegado se hubiera convertido en la pieza número cincuenta y seis de mi galería clandestina. Albertina sería una hermosa Afrodita de la que ya estaba enamorada. Cosa curiosa, me excitaba mi acosadora, la que me escupía, empujaba y humillaba. Por eso, cuando le abrí el vientre para sacarle su basura interna, la dejé despierta y sin anestesia para que todo fuera y ahora para ella un “tomatodo”, una culminación fantástica de una rica venganza.
La taxidermia es pasional. Ver las expresiones de tus piezas tan reales son como si ellas mismas te estuviera felicitando.
La vida es una taxidermia, se deben paralizar los momentos valiosos y conservarlos lo más pronto posible. Son esos momentos los que se llevan en el corazón y si se tiene la capacidad de la narración, uno mismo puede exhibir su propia galería de recuerdos.
AUTOR: JUAN DE DIOS JASSO ARÉVALO
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-¿En qué nos equivocamos, Mati?-En nada, Ambrosio, en nada, cariño. No te me eches a llorar, no, no, las cosas no son as...
17/08/2025

-¿En qué nos equivocamos, Mati?
-En nada, Ambrosio, en nada, cariño. No te me eches a llorar, no, no, las cosas no son así, mi amor… es tu turno ¿Qué animalito es este?
-¿Entonces cómo son las cosas, viejita? ¿Criamos hijos malos, Matilde?
-No, ¿Cómo te pones a pensar eso? Nuestros niños son hermosos, bendición de Dios son los hijos, que no se te olvide… anda, dime ¿Qué animalito es?
-Me duermo pensando en ellos y al abrir los ojos siguen estando ahí… es un camello.
-Vas pa los noventa, viejo. Yo pa los ochenta y ocho. Estamos vivos. Solos, pero vivos… y no, no es un camello, es un mulo.
-¿Crees que vengan, Mati? Casi cae la tarde.
-Mira, viejo, Diosito nos dio cinco varones y tres mujercitas. También nos dio para darles comida en el piquito. Crecieron y volaron, como también nosotros volamos un día.
-No te hagas la fuerte, Matilde. Tu la sufres más que yo.
-Hablemos de otra cosa, Ambrosio, ¿está bien? ¿Seguimos remojando galletitas en leche?
-Pos qué más. No hay otra cosa.
-No reniegue, hombre, no reniegue.
-Esa Popa se llevó mi tarjeta pensión del gobierno y yo también de tonto que le di mi clave. Canija chamaca, ni un jugo me trajo.
-Toma, la leche está especial. Ten cuidado no vayas a tirarla en la cama. Estás galletas salieron buenas. Esta semana la despensa que nos trajo Trujillo venía más surtida. Y con respecto a Popina, ni hagas brete, era tu consentida.
-Qué cosas, Mati. El gobierno dándonos despensa y esos que fueron nuestro más grande querer ni asoman las narices.
-Ya para, Ambrosio, no sea renegón.
-Me emocioné cuando vino Pilo, pero me desilusioné cuando lo vi por la ventana echando en su camioneta la poca herramienta que me quedaba. No fue ni para asomarse y preguntar cómo estábamos.
-Déjalo, que le dé uso a esa herramienta.
-Qué uso ni que nada, sabes bien que ese muchacho todo vende.
-Mira, Ambrosio, quién viene por allá, asómate, asómate.
-¡Mi bella Daniela! Casi tres meses sin mirarla… ¿Ando peinado, Mati?
-Te ves guapo, hombre.
-¿No traigo saliva seca?
-¡Que no, caramba!, Siéntate bien, déjame voy a abrirle la puerta.
-¡Hola, mami! ¿Cómo estás, hermosa?
-Anda, achaques propios de la edad, pero fuera de ahí, todo bien. Bienvenida… pero mira lo sudorosa que vienes, caramba.
-Ay, mamá, si le platicara.
-Pues llegaste en buen momento, estaba por preparar unos panqueques para darle a tu papá más al rato.
-Me encantaría, mami, pero no tengo tiempo ni para sentarme a contar cosas.
-¡Oh, caramba, pensé venías de visita!
-¿Lo planeamos, sí?
-Si tú dices. Tenemos meses con ese plan.
-Má, tengo reunión urgente de amigas y me faltan utensilios para el pastel.
-Tengo algunas cosas, lleva lo que te falte.
-Gracias, gracias, gracias, mamita. Oh, mira, este molde está perfecto. ¡Tienes harina!, qué bien, me evitas la vuelta al súper. ¿Estos huevos están frescos?
-Sí, los acabo de levantar de los nidos. La harina te la debo, es para los panqueques.
-Ay, mamita, mire, a papi le hace mal tanta harina. Hágale unos huevitos y listo. Bueno, la harina me la llevo y ¿me presta la batidora?
-Se la llevó, tu hermana Roli hace un mes y no me la trajo. Ahora bato a pura mano.
-Ay, mami, ¿y ahora?
-Ahí sí te la debo mija.
-¡¡Ay si!!, pero que no fueran Popina o Chío, porque hasta dinero les dan para que salgan de sus apuros.
-No digas eso, Dany. Popa le pidió la tarjeta de pensión a tu papá y no se la ha devuelto.
-¡Pero mamá, si en está quincena salió el bono prometido por el presidente! Con razón se fue a Piedras Negras de Paseo, y se llevó a sus niños con ella.
-¡Nela! ¡Ven acá, Mija¡ ¡Nela!
-Anda, hay te habla tu padre.
-Ay no, mami. Ta viendo como ando de carrereada… ¿entonces no me dará cash para comprar una batidora?
-¡Daniela! ¿Te estás escuchando? Tu padre y yo no tenemos dinero. Todos ustedes trabajan, son profesionales y…
-Ya va a empezar, mamá… bueno, me voy. Gracias por la harina, los huevos y los moldes. Ah, y el mandil de Frida.
-No, ese mandil me lo dio tu hermano Joel. Llévate otro.
-Mañana se lo traigo, bueno, es un decir. Cuando vuelva se lo regreso.
-¿Y Nela?
-Anda, ya sabes, siempre con sus prisas… oye, se me ocurre una cosa.
-Qué te traes Mati.
-¿Y si jugamos a los trabalenguas, como la otra vez, y cosquillas al que falle?
-Ya te gustó agarrarme de tu payasito.
-Qué va, viejo. Tú siempre has sido muy divertido.
-Claro, como siempre pierdo.
…..…
-¿Ambrosio?
-Qué pasa mi viejita.
-Bien dijiste. Estos chamacos ya nos echaron de sus vidas. Ya hasta se me olvidó cuándo fue la última vez que vinieron a vernos.
-¿No te acuerdas? Vino Popina por la tortillera.
-Y se llevó toda la despensa.
-Le pedí mi tarjeta y me dijo Viejo agarrado. Está viendo que ni agua tenemos, que ya apestamos feo y ni compasión nos tiene.
-Pero nos dejó las galletas, Ambrosio… no llores, caramba, ¿jugamos? Anda, recuéstate, juguemos y luego nos vamos a dormir.
-Pero no hay leche, Mati.
-Pero queda una poquita de agua. Las galletitas también se remojan con el agua.
-Mati, ya en serio… ¿y si hacemos aquello que dijimos haríamos si nadie venía en nuestra ayuda?
-¡Cállese, canijo! No tiente al Diablo.
-Pero pues si fuiste tú quien lo propuso.
-Pos sí, viejo, pero ¿y si vuelven? ¿Si reaccionan y les cae el veinte que se están equivocando? Ya luego van a venir con esos nietos que ni conocemos y nos encontrarán todos podridos y comidos por las ratas.
-Pues mira, al menos las ratas tendrán su comida por unos días.
-Ya me puso a pensar, hombre.
-Qué pensar ni qué nada. Tráigase el agua, las galletitas de animalitos y el polvo sagrado.
-Ambrosio, ¿Sabes una cosa?
-Qué, señora Matilde, dígame.
-Desde que te conocí siempre me has dado todo. Jamás me ha faltado y ha cumplido cabalmente su promesa de amarme. Yo te amo, Bocho, siempre lo he hecho.
-Venga acá, viejita. Créame que si pudiera moverme me arrastraría a pedir limosna para vivir, pero estamos igual de impedidos y ni quién nos oiga, así que no se me acongoje… ¿Ya le puso el polvito al agua?
-Sí, pero mira, encontré una vieja barra de chocolate, la disolví y así no sabrá tan feo.
-¿Mati?
-¿Pasa algo, hombre? Ya te hizo efecto?
-Te amo, Mati… mira el camello.
-No, siempre dices que es un camello, pienso que es un mulo. Sus piernas son gruesas.
-Pero tiene tremenda joroba, Mati.
-Joroba la nuestra, hombre. Casi lamemos el suelo.
-Tanto hijo que me diste. Siempre lavando y planchando ajeno. Y yo de jornalero eterno. Dimos lo que dimos y Dios nos bendijo con una casita… ¿Mati? ¿Sigues despierta? ¿Mati?¿Mati? ¡Mati ¡Matilde!... Qué rápido se han enfriado tus manitas, mujer.. Mati, te diré la verdad. Siempre supe que era un mulo, pero me gustaba hacerte desatinar. Mi estómago arde, Mati, ¿algún menjurje de los que sabes preparar? ¿Mati, Mati? Alguien viene llegando a casa, creo es Popina, ¿o serán los otros? Hay qué recibirlos, viejita… ya no sé si es de día o de noche. No siento nada. Veo una luz, pero ya no sé si sea porque alguien abrió mucho la cortina o ¿si son las cortinas de los cielos de los que tanto me hablabas?
AUTOR:JUAN DE DIOS JASSO ARÉVALO
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