17/08/2025
-¿En qué nos equivocamos, Mati?
-En nada, Ambrosio, en nada, cariño. No te me eches a llorar, no, no, las cosas no son así, mi amor… es tu turno ¿Qué animalito es este?
-¿Entonces cómo son las cosas, viejita? ¿Criamos hijos malos, Matilde?
-No, ¿Cómo te pones a pensar eso? Nuestros niños son hermosos, bendición de Dios son los hijos, que no se te olvide… anda, dime ¿Qué animalito es?
-Me duermo pensando en ellos y al abrir los ojos siguen estando ahí… es un camello.
-Vas pa los noventa, viejo. Yo pa los ochenta y ocho. Estamos vivos. Solos, pero vivos… y no, no es un camello, es un mulo.
-¿Crees que vengan, Mati? Casi cae la tarde.
-Mira, viejo, Diosito nos dio cinco varones y tres mujercitas. También nos dio para darles comida en el piquito. Crecieron y volaron, como también nosotros volamos un día.
-No te hagas la fuerte, Matilde. Tu la sufres más que yo.
-Hablemos de otra cosa, Ambrosio, ¿está bien? ¿Seguimos remojando galletitas en leche?
-Pos qué más. No hay otra cosa.
-No reniegue, hombre, no reniegue.
-Esa Popa se llevó mi tarjeta pensión del gobierno y yo también de tonto que le di mi clave. Canija chamaca, ni un jugo me trajo.
-Toma, la leche está especial. Ten cuidado no vayas a tirarla en la cama. Estás galletas salieron buenas. Esta semana la despensa que nos trajo Trujillo venía más surtida. Y con respecto a Popina, ni hagas brete, era tu consentida.
-Qué cosas, Mati. El gobierno dándonos despensa y esos que fueron nuestro más grande querer ni asoman las narices.
-Ya para, Ambrosio, no sea renegón.
-Me emocioné cuando vino Pilo, pero me desilusioné cuando lo vi por la ventana echando en su camioneta la poca herramienta que me quedaba. No fue ni para asomarse y preguntar cómo estábamos.
-Déjalo, que le dé uso a esa herramienta.
-Qué uso ni que nada, sabes bien que ese muchacho todo vende.
-Mira, Ambrosio, quién viene por allá, asómate, asómate.
-¡Mi bella Daniela! Casi tres meses sin mirarla… ¿Ando peinado, Mati?
-Te ves guapo, hombre.
-¿No traigo saliva seca?
-¡Que no, caramba!, Siéntate bien, déjame voy a abrirle la puerta.
-¡Hola, mami! ¿Cómo estás, hermosa?
-Anda, achaques propios de la edad, pero fuera de ahí, todo bien. Bienvenida… pero mira lo sudorosa que vienes, caramba.
-Ay, mamá, si le platicara.
-Pues llegaste en buen momento, estaba por preparar unos panqueques para darle a tu papá más al rato.
-Me encantaría, mami, pero no tengo tiempo ni para sentarme a contar cosas.
-¡Oh, caramba, pensé venías de visita!
-¿Lo planeamos, sí?
-Si tú dices. Tenemos meses con ese plan.
-Má, tengo reunión urgente de amigas y me faltan utensilios para el pastel.
-Tengo algunas cosas, lleva lo que te falte.
-Gracias, gracias, gracias, mamita. Oh, mira, este molde está perfecto. ¡Tienes harina!, qué bien, me evitas la vuelta al súper. ¿Estos huevos están frescos?
-Sí, los acabo de levantar de los nidos. La harina te la debo, es para los panqueques.
-Ay, mamita, mire, a papi le hace mal tanta harina. Hágale unos huevitos y listo. Bueno, la harina me la llevo y ¿me presta la batidora?
-Se la llevó, tu hermana Roli hace un mes y no me la trajo. Ahora bato a pura mano.
-Ay, mami, ¿y ahora?
-Ahí sí te la debo mija.
-¡¡Ay si!!, pero que no fueran Popina o Chío, porque hasta dinero les dan para que salgan de sus apuros.
-No digas eso, Dany. Popa le pidió la tarjeta de pensión a tu papá y no se la ha devuelto.
-¡Pero mamá, si en está quincena salió el bono prometido por el presidente! Con razón se fue a Piedras Negras de Paseo, y se llevó a sus niños con ella.
-¡Nela! ¡Ven acá, Mija¡ ¡Nela!
-Anda, hay te habla tu padre.
-Ay no, mami. Ta viendo como ando de carrereada… ¿entonces no me dará cash para comprar una batidora?
-¡Daniela! ¿Te estás escuchando? Tu padre y yo no tenemos dinero. Todos ustedes trabajan, son profesionales y…
-Ya va a empezar, mamá… bueno, me voy. Gracias por la harina, los huevos y los moldes. Ah, y el mandil de Frida.
-No, ese mandil me lo dio tu hermano Joel. Llévate otro.
-Mañana se lo traigo, bueno, es un decir. Cuando vuelva se lo regreso.
-¿Y Nela?
-Anda, ya sabes, siempre con sus prisas… oye, se me ocurre una cosa.
-Qué te traes Mati.
-¿Y si jugamos a los trabalenguas, como la otra vez, y cosquillas al que falle?
-Ya te gustó agarrarme de tu payasito.
-Qué va, viejo. Tú siempre has sido muy divertido.
-Claro, como siempre pierdo.
…..…
-¿Ambrosio?
-Qué pasa mi viejita.
-Bien dijiste. Estos chamacos ya nos echaron de sus vidas. Ya hasta se me olvidó cuándo fue la última vez que vinieron a vernos.
-¿No te acuerdas? Vino Popina por la tortillera.
-Y se llevó toda la despensa.
-Le pedí mi tarjeta y me dijo Viejo agarrado. Está viendo que ni agua tenemos, que ya apestamos feo y ni compasión nos tiene.
-Pero nos dejó las galletas, Ambrosio… no llores, caramba, ¿jugamos? Anda, recuéstate, juguemos y luego nos vamos a dormir.
-Pero no hay leche, Mati.
-Pero queda una poquita de agua. Las galletitas también se remojan con el agua.
-Mati, ya en serio… ¿y si hacemos aquello que dijimos haríamos si nadie venía en nuestra ayuda?
-¡Cállese, canijo! No tiente al Diablo.
-Pero pues si fuiste tú quien lo propuso.
-Pos sí, viejo, pero ¿y si vuelven? ¿Si reaccionan y les cae el veinte que se están equivocando? Ya luego van a venir con esos nietos que ni conocemos y nos encontrarán todos podridos y comidos por las ratas.
-Pues mira, al menos las ratas tendrán su comida por unos días.
-Ya me puso a pensar, hombre.
-Qué pensar ni qué nada. Tráigase el agua, las galletitas de animalitos y el polvo sagrado.
-Ambrosio, ¿Sabes una cosa?
-Qué, señora Matilde, dígame.
-Desde que te conocí siempre me has dado todo. Jamás me ha faltado y ha cumplido cabalmente su promesa de amarme. Yo te amo, Bocho, siempre lo he hecho.
-Venga acá, viejita. Créame que si pudiera moverme me arrastraría a pedir limosna para vivir, pero estamos igual de impedidos y ni quién nos oiga, así que no se me acongoje… ¿Ya le puso el polvito al agua?
-Sí, pero mira, encontré una vieja barra de chocolate, la disolví y así no sabrá tan feo.
-¿Mati?
-¿Pasa algo, hombre? Ya te hizo efecto?
-Te amo, Mati… mira el camello.
-No, siempre dices que es un camello, pienso que es un mulo. Sus piernas son gruesas.
-Pero tiene tremenda joroba, Mati.
-Joroba la nuestra, hombre. Casi lamemos el suelo.
-Tanto hijo que me diste. Siempre lavando y planchando ajeno. Y yo de jornalero eterno. Dimos lo que dimos y Dios nos bendijo con una casita… ¿Mati? ¿Sigues despierta? ¿Mati?¿Mati? ¡Mati ¡Matilde!... Qué rápido se han enfriado tus manitas, mujer.. Mati, te diré la verdad. Siempre supe que era un mulo, pero me gustaba hacerte desatinar. Mi estómago arde, Mati, ¿algún menjurje de los que sabes preparar? ¿Mati, Mati? Alguien viene llegando a casa, creo es Popina, ¿o serán los otros? Hay qué recibirlos, viejita… ya no sé si es de día o de noche. No siento nada. Veo una luz, pero ya no sé si sea porque alguien abrió mucho la cortina o ¿si son las cortinas de los cielos de los que tanto me hablabas?
AUTOR:JUAN DE DIOS JASSO ARÉVALO
EL VIAJERO VINTAGE