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Reichenbachia Novedades y curiosidades taxonómicas de la familia orchidaceae y abejas de las orquídeas

Bestiario Floral del Género DraculaEn el mundo de las orquídeas, se las conoce como las flores de la pasión. No solo por...
23/09/2025

Bestiario Floral del Género Dracula
En el mundo de las orquídeas, se las conoce como las flores de la pasión. No solo por sus formas exuberantes o sus mecanismos sexuales sofisticados, sino por la intensidad con que seducen a quienes las estudian, cultivan o simplemente las contemplan. Pero hay pasiones que no se manifiestan en luz ni en color: hay pasiones que se arrastran por la sombra, que florecen en la humedad del bosque nublado, que invocan lo monstruoso. Así nace el género Dracula, una transfiguración vegetal que parece haber sido soñada por un botánico gótico. Separadas del género Masdevallia por Carlyle A. Luer en 1978, las Dracula revelaban exigencias morfologías tan singulares —sépalos alargados como colas y estructuras que imitan hongos para atraer dípteros— que pedían un nombre propio, uno que reconociera su teatralidad oscura. Desde entonces, el género ha sido un desfile de criaturas monstruosas:

Dracula vampira: Originaria de los bosques nublados de Ecuador, Dracula vampira despliega flores grandes y sombrías, con sépalos alargados que recuerdan las alas plegadas de un murciélago. Su labelo, carnoso y húmedo, simula la textura de un hongo, atrayendo moscas por mimetismo fúngico en un ritual de engaño vegetal. El nombre “vampira” no es una metáfora ligera: evoca al depredador nocturno de la tradición rumana, al mu**to viviente que regresa de la tumba con sed de sangre, al pariente que vuelve tras ser enterrado, movido por un deseo que no se apaga.

Dracula nosferatu: Nativa de Colombia, esta orquídea lleva en su centro un rostro difuso, como tallado por la niebla. Su nombre homenajea al vampiro de la película alemana de 1922, dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau y protagonizada por el enigmático actor Max Schreck, cuya interpretación del Conde Orlok fue tan inquietante que dio origen a leyendas sobre su verdadera naturaleza vampirica. “Nosferatu”, palabra de raíz rumana, se traduce como “no mu**to” o “portador de la peste”, y en esta flor se convierte en símbolo del deseo ma***to, del cuerpo que regresa para traer muerte donde antes hubo vida.

Dracula chiroptera: Esta especie ecuatoriana debe su nombre al orden zoológico de los murciélagos: Chiroptera, del griego cheir (mano) y pteron (ala), literalmente “ala en la mano”. Sus sépalos curvados y oscuros parecen alas plegadas, y su hábitat en bosques húmedos refuerza la analogía con los vuelos silenciosos de la noche. Curiosamente, aunque existen más de mil especies de murciélagos, solo tres son hematófagas —es decir, beben sangre— y pertenecen a la subfamilia Desmodontinae. Esta flor, como ellos, no busca luz ni néctar: se manifiesta en la penumbra, como una criatura que vuela sin moverse, que escucha la noche y florece en el eco

Dracula simia: Conocida por su labelo que recuerda el rostro de un simio, esta especie habita las montañas húmedas de Ecuador y Perú, donde la niebla parece guardar secretos antiguos. Su nombre, “simia”, revela una conexión ancestral con lo primate, como si la selva recordara sus propios gestos, sus propias máscaras. En la mitología hindú, el dios mono Hanuman —símbolo de fuerza, devoción y sabiduría— fue golpeado por el rayo de Indra al confundir el sol con una fruta madura, cayendo mu**to a la Tierra antes de ser resucitado por los dioses. Esta flor parece encarnar ese instante suspendido entre caída y renacimiento, entre animal y espíritu.

Dracula gorgonae: Endémica de Colombia, esta orquídea despliega sépalos que se extienden como tentáculos, evocando formas serpentinas que parecen moverse en la quietud. Su nombre alude a las Gorgonas de la mitología griega: tres hermanas monstruosas —Medusa, Esteno y Euríale— hijas de los dioses marinos Forcis y Ceto. Dotadas de cabellos hechos de serpientes vivas, garras de bronce y colmillos de jabalí, su mirada convertía en piedra a quien osara enfrentarlas. En algunas representaciones arcaicas, sus rostros eran descritos como cadavéricos, en estado de putrefacción, utilizados como amuletos apotropaicos para ahuyentar el mal.
Dracula gorgonae no imita esa imagen: la encarna. No mira, pero vigila. No grita, pero advierte.

Dracula chimaera: De Ecuador, esta especie presenta una morfología cambiante, con estructuras que parecen variar según el ángulo, como si la flor misma se reconfigurara según la mirada que la invoca. Su nombre, “quimera”, refiere a la criatura híbrida de la mitología griega, hija de Tifón y Equidna, engendrada en los abismos primordiales. La Quimera habitaba las regiones montañosas de Licia, en Asia Menor, donde aterrorizaba aldeas enteras, escupiendo fuego y devorando rebaños. Su cuerpo era una amalgama imposible: cabeza de león, lomo de cabra, cola de serpiente —a veces con alas de dragón—, símbolo del caos y la imposibilidad de la armonía. Fue derrotada por el héroe Belerofonte, quien, montado sobre el caballo alado Pegaso, la atravesó con una lanza cubierta de plomo que se fundió al contacto con su aliento ardiente. Dracula chimaera, como su homónima mitológica, no tiene forma fija: es muchas, pero ninguna. Una flor que no se deja clasificar, sino que se transforma

Dracula fafnir: Esta orquídea ecuatoriana lleva el nombre del dragón de la mitología nórdica, símbolo de la avaricia que devora al alma. Fafnir no nació monstruo: fue un enano poderoso, hijo de Hreidmar, que asesinó a su propio padre para quedarse con el tesoro ma***to de Andvari, un oro encantado que incluía el anillo Andvaranaut. La codicia lo transformó —literalmente— en un dragón, criatura solitaria que se reclinaba sobre su tesoro en una llanura desolada, custodiándolo con furia. Su cuerpo se volvió escamoso, su aliento venenoso, su espíritu deformado por el deseo de posesión. Fue finalmente vencido por el héroe Sigurd, quien lo atravesó con una espada mientras bebía agua, y se bañó en su sangre para adquirir el don de entender el lenguaje de los pájaros. Dracula fafnir, como su homónimo mitológico, despliega sépalos escamosos y un centro brillante que parece una joya custodiada. No florece para ser tocada: es la flor que guarda lo que no debe tocarse.

Dracula polyphemus: Originaria de Colombia, esta orquídea presenta un labelo que sugiere un ojo único, como el del cíclope de la Odisea. Su nombre, “Polyphemus”, proviene del griego Polyphêmos, que significa “el de muchas palabras”, aunque su fama no se debe a su elocuencia, sino a su brutalidad. Polifemo era hijo de Poseidón, dios del mar, y de la ninfa Toosa, y habitaba una isla solitaria donde pastoreaba ovejas y vivía en una cueva. En el canto IX de la Odisea, Odiseo y sus hombres se refugian en su morada, ignorando que el cíclope devoraría a varios de ellos. Embriagado con vino, Polifemo es cegado por una estaca ardiente, y los sobrevivientes escapan atados al vientre de sus ovejas. Pero antes de partir, Odiseo revela su nombre, provocando la maldición del cíclope, que invoca la furia de su padre Poseidón. Dracula polyphemus, como su homónimo mitológico, no ve con claridad, pero vigila con intensidad. Es una flor que observa sin parpadear, un centinela vegetal que recuerda la tragedia de mirar demasiado tarde.

Dracula lemurella: De Ecuador, esta especie lleva un nombre derivado de los lemures, espíritus inquietos de la mitología romana. Los lemures eran las almas de los mu**tos que no habían recibido los debidos ritos funerarios, condenados a vagar entre los vivos como sombras vengativas. Se les temía por su capacidad de traer enfermedad, mala suerte o locura, y su presencia era tan inquietante que los romanos celebraban la Lemuria, un ritual nocturno en mayo para apaciguarlos: el paterfamilias lanzaba habas negras sobre su hombro y golpeaba objetos metálicos para expulsarlos del hogar. Dracula lemurella, con su forma tenue y su coloración apagada, parece flotar entre mundos, como si no perteneciera del todo al reino vegetal ni al de los mu**tos.

Dracula psyche: También ecuatoriana, esta orquídea es delicada, casi incorpórea. Su nombre, “psyche”, proviene del griego psykhē, que originalmente significaba “mariposa” y más tarde “alma”. Los antiguos creían que, al morir, el alma abandonaba el cuerpo como una mariposa al viento, y de esa imagen nació el símbolo Ψ y la palabra “psicología”: el estudio del alma. En la mitología, Psique era una princesa de belleza tan deslumbrante que provocó los celos de Afrodita, quien envió a su hijo Eros (Cupido) para castigarla. Pero Eros, al verla, se enamoró. Dracula psyche es un suspiro botánico, una mariposa vegetal que encarna el alma en tránsito.

Dracula nycterina: Su nombre deriva de Nycteris, un género de murciélagos africanos conocidos como “murciélagos de cara cortada” o “nictéridos”, pertenecientes a la familia Nycteridae. Estas criaturas poseen una estructura facial única, con hoyuelos profundos que se cree ayudan a canalizar el sonido, convirtiéndolos en maestros de la ecolocalización. En la mitología mesoamericana, el murciélago es también símbolo del viento nocturno que viaja entre el inframundo y los cielos sin tocar la tierra

Dracula cutis-bufonis: “Piel de sapo” es su nombre literal, y su textura lo confirma: rugosa, húmeda, anfibia. Esta especie ecuatoriana celebra lo grotesco como forma de belleza. Es la flor que no teme lo repulsivo.

Dracula diabola: Con un nombre que evoca al demonio, esta especie ecuatoriana tiene una forma intensa, casi agresiva. No grita, pero arde. Es la flor que consagra el fuego sin llama.

Al final, lo que florece en el género Dracula no es solo biología: es proyección. La forma en que sus flores evocan rostros, criaturas, gestos —eso que llamamos pareidolia— no es un error de percepción, sino una revelación. Vemos lo que queremos ver, pero también lo que tememos, lo que recordamos, lo que llevamos dentro.

Como dijo el pintor romántico Caspar David Friedrich: “El artista debe pintar no sólo lo que ve delante de él, sino también lo que ve dentro de él”. El botánico que nombra una Dracula nosferatu, el poeta que escribe sobre una Dracula psyche, obedecen al mismo impulso: no clasifican, sino que confiesan. Cada nombre es una máscara que revela tanto del objeto como del que lo nombra. Así, el bestiario vegetal se convierte en espejo. Y en ese espejo, lo monstruoso florece. ¿Y tú, que ves cuando ves una orquídea?
Alexander Jiménez

“Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo.
Cuando miras largo tiempo al abismo, el abismo también mira dentro de ti.”
Friedrich Nietzsche

La tribu Zygopetalinae está compuesta por géneros como Zygopetalum, Warrea, Galeottia y otros, originarios principalment...
18/09/2025

La tribu Zygopetalinae está compuesta por géneros como Zygopetalum, Warrea, Galeottia y otros, originarios principalmente de América Central y Sudamérica. Estas orquídeas se caracterizan por su crecimiento simpodial, raíces gruesas y adaptadas a ambientes epifitos o incluso rocosos. Sus flores, de estructura compleja, presentan una fusión entre sépalos y pétalos en la base de la columna, lo que les confiere una forma de yugo, de ahí su nombre griego: zygon (yugo) y petalon (pétalo). Además de su valor ornamental, destacan por su aroma dulce y envolvente, que se intensifica en ciertas horas del día.

Las Zygopetalinae florecen como si el bosque hubiera soñado con acuarelas: sus tépalos parecen pintados con delicadeza, en tonos que van del lila al burdeos, del azul pálido al rosa brillante. Son flores de cristal y de pastel, frágiles como la memoria de un perfume, pero firmes en su elegancia silvestre. Al abrirse, sus corolas revelan un diseño casi barroco, como vitrales que filtran la luz de la selva. En ellas, la naturaleza se vuelve artista, y cada flor es una pincelada de belleza suspendida en el aire.

Puedes descargar aquí todo este número de la revista Fieldiana dedicada únicamente a las orquídeas de esta subtribu en Costa Rica:
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NUEVA ESPECIEUna nueva especie de orquídea identificada en los bosques nublados de Ecuador y Perú. Este descubrimiento, ...
16/09/2025

NUEVA ESPECIE
Una nueva especie de orquídea identificada en los bosques nublados de Ecuador y Perú. Este descubrimiento, publicado en la revista PhytoKeys, resalta la riqueza biológica de los ecosistemas andinos y la urgencia de protegerlos frente a amenazas como la deforestación y los incendios forestales.

La especie fue nombrada en honor a Darío Labajos Canlla, un defensor local de la conservación, y representa un símbolo de la biodiversidad que aún espera ser descubierta en nuestros bosques.

Este trabajo científico no solo amplía nuestro conocimiento sobre el género Pleurothallis, sino que también subraya la importancia de las áreas de conservación privadas y el rol de las comunidades rurales en la protección de la naturaleza.

Puedes encontrar el artículo gratis en el link que proporciona la gran revista PhytoKeys.

Celebrar una nueva especie es celebrar la vida misma! 🌳

A new species of bonnet orchid, discovered in upper montane cloud forests of southern Ecuador and northern Peru, is described and illustrated.

https://doi.org/10.3897/phytokeys.262.157111

Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza de Amazonas

Las Laelias de México; flores del equinoccio y de la independencia “Hace más de 700 años, un colibrí le dijo a los aztec...
14/09/2025

Las Laelias de México; flores del equinoccio y de la independencia
“Hace más de 700 años, un colibrí le dijo a los aztecas: – allá donde un águila posada sobre un nopal devore a una serpiente, allá fundaran su capital, la más antigua de las capitales de las Américas, el ombligo de la luna. -Así inicio la historia. Luego, un cometa como una espiga de fuego en el cielo, un pájaro con un espejo en la cabeza y el fantasma de una mujer penante que lloraba por sus hijos, anunciaron a Moctezuma Xocoyotzin, último gran tlatoani mexica, la llegada de unos hombres barbados montados en grandes venados sin cuernos. Venidos del otro lado del mar, serían gracias a ello, el imperio donde el sol no se ponía. De ese choque de mundos… nacimos nosotros. Hoy, México cumple 515 años del inicio de su independencia y lo celebramos con laelias.”

En el corazón vibrante de México, donde la tierra canta con volcanes, encinos, cactáceas y el reptante cascabel del crótalo, florece un género de orquídeas sagradas que no solo embellece el paisaje, sino que consagra la identidad profunda de un pueblo: Laelia. Estas orquídeas, epífitas y luminosas, han sido cultivadas, veneradas y narradas por generaciones, convirtiéndose en símbolo de elegancia, resistencia y memoria.

Ya desde tiempos prehispánicos, los pueblos originarios como los mexicas (aztecas) y los mayas cultivaban orquídeas con devoción. Admiraban su belleza como reflejo del orden cósmico y la armonía terrestre. En los jardines de Nezahualcóyotl; poeta, sabio y tlatoani de la gran Texcoco, las flores eran más que ornamento: eran lenguaje. Sus poemas, cargados de metáforas florales, revelan una sensibilidad botánica profunda, donde la flor era símbolo del alma, del canto y del destino. Para estos pueblos, cultivar una orquídea era también cultivar la memoria.

México alberga 12 especies del género Laelia, muchas de ellas endémicas. Se distribuyen principalmente en los bosques montanos del occidente y el Golfo, adaptándose desde climas secos hasta bosques de niebla. Laelia anceps y Laelia speciosa destacan por su belleza y presencia en rituales, siendo cultivadas en comunidades rurales desde hace más de un siglo en todo el país, y ahora, embajadoras de la flora mexicana en el mundo.

Septiembre no solo marca el Día de la Independencia: es también el mes del equinoccio de otoño, cuando la luz y la sombra se equilibran, abriendo un portal hacia las celebraciones más profundas del calendario mexicano, del Sol Azteca. Es el inicio de un ciclo ceremonial de todo un país cargado de flores e inciensos de copal, que culmina con el Día de los Mu***os en noviembre, donde la memoria florece y los vínculos invisibles se honran.

En este contexto, aunque aun en vara, Laelia se convierte en flor de soberanía y umbral. Su ya cercanísima floración coincide con los meses autumnales, y su uso en festividades, altares, ofrendas y decoraciones, junto a otras legendarias flores mexicanas como el cempásuchil (Tagetes erecta), la flor de vente flores, o la nochebuena (Euphorbia pulcherrima), refuerzan el vínculo entre naturaleza, nación y trascendencia. En algunos pueblos, como los purépechas, Laelia speciosa es conocida como Iurhitsitsiki, “flor de la mujer”, creada por la diosa de la fertilidad. Su presencia en la Fiesta de Corpus Christi y en rituales de mu**tos revela su papel como puente entre mundos.

Laelia autumnalis, la Laelia del otoño, llamada “flor de ánimas” o “calaverita”, se utiliza en ofrendas del Día de Mu***os por su color morado, símbolo de luto y trascendencia. Los pétalos y los bulbos, según creencias locales, almacenan agua para saciar la sed de los difuntos. En otras festividades como Santa Cruz o San Bartolomé, sus pseudobulbos se transforman en dulces, y sus flores adornan cruces que protegen hogares y caminos.

La belleza de Laelia ha despertado interés ornamental y comercial, lo que ha puesto en riesgo sus poblaciones silvestres. Frente a esto, se han desarrollado algunas estrategias de conservación como el cultivo in vitro y su integración en cafetales. Las laelias de México no solo deben ser admiradas: deben ser protegidas como testimonio vivo de la biodiversidad y de nuestra cultura. A demás de este hermoso género, este país también regaló al mundo la vainilla y la Stanhopea tigrina, gloria de México, así como el chocolate, el maíz, el aguacate, el chile, el tomate… la nochebuena.

Hoy, honramos la llegada del otoño y la independencia de México con el inicio de la floración de unas orquídeas sagradas, es un acto de soberanía botánica. Es reconocer que la independencia no solo se celebra con banderas, sino también con nuestras flores que han resistido al tiempo, al olvido y a la explotación. Laelia es flor de la mujer, del campo, del alma, del equinoccio y de los mu**tos. Es símbolo de lo que florece cuando se honra nuestra raíz, México es el heredero de la hispanidad. Cuna de grandes culturas como la Maya y la Azteca; civilizaciones de grandes arquitectos, matemáticos, astrónomos, poetas y orquideofilos.

¡VIVA EL OMBLIGO DE LA LUNA; VIVA MÉXICO!
Alexander Jiménez

“¿Sólo así he de irme, como las flores que perecieron?
¿Nada quedará de mi nombre?
¿Nada de mi fama aquí en la tierra?
¡Al menos flores, al menos cantos!”

Nezahualcóyotl
Poeta y gran señor de Texcoco
Siglo XV

“La rosa no buscaba la aurora:
Casi eterna en su ramo, buscaba otra cosa.
La rosa no buscaba ni ciencia ni sombra:
Confín de carne y sueño, buscaba otra cosa.
La rosa no buscaba la rosa:
Inmóvil por el cielo, ¡buscaba otra cosa!”

Federico García Lorca
Gran poeta español
1935

Homalopetalum pumilio en el orquideario Miguel Ángel Soto (MAS) de la Universidad Autónoma de México (UNAM)
14/09/2025

Homalopetalum pumilio en el orquideario Miguel Ángel Soto (MAS) de la Universidad Autónoma de México (UNAM)

A partir de ahora, todos los grupos que se dedican al trafico de flora, otrora grandes espacios de debate e intercambio ...
12/09/2025

A partir de ahora, todos los grupos que se dedican al trafico de flora, otrora grandes espacios de debate e intercambio de ideas, hoy auténticos mercados (los de orquídeas en especial) serán denunciables y META cerrará sus cuentas. Gracias PROFEPA!!... Aquí solo publicamos ejemplares en estado silvestre, de jardines botánicos u orquidearios serios con enfoques y miras a la conservación. :) VIVA LA VIDA!

🫱🏽‍🫲🏾Estamos trabajando en coordinación con Meta, con el objetivo de frenar el tráfico ilegal de vida silvestre en las redes sociales Facebook e Instagram. Como resultado de esta colaboración, se han desactivado cientos de perfiles, páginas, grupos y publicaciones en ambas redes sociales, por albergar contenido ilícito realizado con este delito. 🐒🐢🦎🦜

📢Con esta colaboración enviamos un mensaje contundente: no habrá tolerancia para quienes lucran con la biodiversidad del país. La Ley General de Vida Silvestre lo prohíbe y nuestra obligación es hacerla cumplir.⚖️

Reiteramos nuestro llamado: te invitamos a denunciar o reportar cualquier publicación en la que identifiques prácticas asociadas con el tráfico de vida silvestre.

Orquídeas nocturnas; sacerdotisas de la LunaEn los bosques tropicales de México, América Central y del Sur, en Asia, en ...
12/09/2025

Orquídeas nocturnas; sacerdotisas de la Luna
En los bosques tropicales de México, América Central y del Sur, en Asia, en la Florida y en Madagascar, cuando el sol se retira y los murciélagos emprenden el vuelo, hay flores que despiertan. No con estruendo, sino con perfume. Las orquídeas nocturnas no buscan la mirada del día, sino el olfato del crepúsculo. Y entre ellas, hay una que parece haber sido diseñada para provocar or****os nasales: Epidendrum parkinsonianum. Esta orquídea, de pétalos delgados como una garza fantasmal, florece al anochecer y libera una fragancia intensa, cítrica, con notas de limón, jazmín y algo que recuerda al rocío sobre piedra caliente. El componente principal: limoneno, ese terpeno que la nariz reconoce como éxtasis vegetal. No es casualidad. El limoneno no solo atrae polinizadores nocturnos como esfínges y mariposas de alas aterciopeladas, sino que también parece diseñado para provocar estados alterados en humanos sensibles al perfume.

Pero Epidendrum parkinsonianum no está sola. Toda una serie de orquídeas apodadas “damas de la noche, estrellas de Belén y orquídeas fantasma” como Brassavola cucullata, B. nodosa, Rhyncholaelia glauca, R. digbyana, todo el género Angraecum, Polyrryza lindeni, Epidendrum nocturnum, Habenaria radiata, Bulbophyllum nocturnum, Aerangis citrata, Cyrtorchis arcuata, entre muchas otras, también exhalan fragancias embriagadoras cuando el reloj marca las horas del espanto.

Su perfume es tan potente que puede llenar una habitación entera. Otras, no dejan ser degustadas por más de tres inhalaciones. El alemán, es una lengua maravillosa que ha creado palabras para conceptos muy abstractos cuya traducción es compleja y que en otras lenguas no existen. Ellos, han creado una palabra: Vergänglichkeit, que vendría siendo en español algo así como: “la belleza que se revela solo con su desaparición”. Esta palabra es exactamente lo que este fantasmal perfume representa.

Es como si la flor quisiera decir: “No me mires. Respírame.” Y aquí viene lo curioso: muchas de estas orquídeas nocturnas tienen flores blancas o pálidas. ¿Por qué? Porque en la oscuridad, el color no importa. Lo que guía al polinizador es el aroma, pero sobre todo, la luz de la luna; ellas la esperan como quien espera a la Suma sacerdotisa para iniciar el rito. En noches de luna llena, el perfume de ciertas orquídeas nocturnas se intensifica, como si la luz plateada activara una glándula secreta en el corazón de la flor. No es solo romanticismo: estudios han mostrado que la emisión de compuestos aromáticos puede variar según la fase lunar, especialmente en especies polinizadas por lepidópteros nocturnos.

La luna también marca el ritmo de la polinización. Las polillas, principales visitantes de estas flores, sincronizan su vuelo con la luminosidad lunar. Por lo tanto, una Brassavola nodosa en cuarto creciente no emite el mismo llamado que en luna nueva. Es como si la flor supiera cuándo su amante alado podrá verla, olerla, tocarla. Esta astrología es una danza invisible, una coreografía de moléculas que se dispersan en el aire como versos sin papel. Mientras los humanos siguen creyendo que el día es el escenario de la belleza, estas orquídeas ríen en silencio. Ellas saben que el verdadero ritual ocurre en la hora del lobo. Que el perfume es más poderoso que el color y el limoneno es la llave.

El limoneno, ese terpeno que le da nombre a Aerangis citrata, es un aroma que provoca espasmos de placer nasal, es más que un compuesto químico. Es una llave. Una frecuencia. Una señal de que la flor está lista para abrir su secreto. En el lenguaje de la perfumería, el limoneno es una nota de salida: efervescente y fugaz. Su estructura molecular lo convierte en el primer destello de una composición, es la nota alta, como el chasquido de una cáscara de cítrico en la mañana. Se encuentra en casi todas las sacerdotisas de la luna, donde les aporta un brillo cítrico que despierta la atención del polinizador nocturno.

El linalool, por su parte, suele ser la nota media: envolvente, floral, con un susurro especiado que recuerda a lavanda y al frescor de la albahaca. En la nariz, se percibe como un velo húmedo que acaricia sin saturar, es pura su dulzura nocturna. Y el farnesol, profundo y cálido, actúa como nota de fondo: persistente, meloso, con una textura que recuerda al néctar. Su resonancia ambarina sostiene al perfume, este, suele ser la base que le da el cuerpo a la esencia de muchas especies de orquídeas, nocturnas y diurnas. Estos terpenos no solo construyen la arquitectura alquimica de las orquídeas, sino que también trazan rutas invisibles entre flor y polinizador, entre química y deseo. En la noche, cuando el mundo se repliega y los sentidos se afinan, las flores nocturnas aparecen como fantasmas lunares, flotando entre ramas, brumas, musgos y memorias.

Estas flores no buscan ser vistas. Su blancura no es espectáculo, sino camuflaje. Son flores que han renunciado al color para volverse aroma. Y en ese gesto, se vuelven espectros: entidades que no se miran, se respiran.

Mucho se ha dicho del sol como regidor de los ciclos vitales, pero la luna también pulsa en la médula de los seres. Su luz no es solo reflejo: es frecuencia. Estudios recientes han confirmado que la fase lunar influye en la apertura floral, la actividad de polinizadores, el comportamiento de animales nocturnos e incluso en los ritmos hormonales humanos. La luna no es pasiva; es una fuerza que orquesta la vida en la Tierra. Su gravedad mueve océanos, pero también fluidos internos: sangre, savias y deseos.

Un estudio ampliamente citado, publicado en Current Biology, analizó los datos de 33 participantes en un laboratorio del sueño. Lo fascinante es que ni los voluntarios ni los investigadores sabían que se estaba evaluando la influencia de la fase lunar. Años después, al revisar los registros, descubrieron que durante la luna llena los participantes tardaban más en conciliar el sueño, dormían en promedio 20 minutos menos, y el sueño profundo se reducía en un 30 %. Además, los niveles de melatonina —la hormona que regula los ritmos circadianos— eran notablemente más bajos. Lo más revelador es que estos efectos se manifestaron en habitaciones completamente oscuras, sin exposición directa a la luz lunar, lo que sugiere la existencia de un “reloj lunar” interno aún no comprendido del todo. Cabe recordar que la calidad del sueño está íntimamente ligada al estado de ánimo, y no es necesario explicar la profunda relación entre el ciclo menstrual femenino y las fases de la luna. Las mujeres, como las orquídeas nocturnas, son auténticas sacerdotisas lunares: sensibles al ritmo, al misterio y a la luz que no se ve, pero se siente.

En las noches de luna llena, ciertas flores intensifican su perfume, como si respondieran a una llamada silenciosa. No es superstición: es biología sutil, una coreografía molecular que sigue el pulso de la luz lunar. La luna no observa la danza de la vida desde lejos; es una fuerza sutil que la dirige como una coreógrafa invisible. En las artes, es fuente inagotable de inspiración. En el tarot, la carta de la Luna está representada por un crustáceo que emerge de las aguas, un perro y un lobo que aúllan juntos bajo su influjo. Su significado es claro: la luna convoca lo primitivo, lo reprimido, lo que duerme en las profundidades del ser. El crustáceo responde al llamado y asciende. El perro recuerda que fue lobo, y el lobo se reconoce como tal. Las orquídeas nocturnas comprenden este lenguaje. Ellas no florecen para el sol —la mente consciente—, sino para la luna, para el misterio que habita en su interior: la mente inconsciente, húmeda, fértil, y abierta al ritmo.

Nota: Todos mis escritos son meros ensayos de opinión. En ellos busco la reflexión, el debate y la concatenación de ideas. Me interesa informar con datos verídicos y al mismo tiempo, poetizar esa información, porque cuando la información se poetiza, adquiere significado. Poetizar la vida permite que incluso los momentos más oscuros revelen su belleza. Las orquídeas son las musas, el punto de apoyo que me permite entrelazar ideas. La vida es bella y misteriosa. Todo está conectado.
Alexander Jiménez

“Cuando sale la luna
se pierden las campanas
y aparecen las sendas
impenetrables.

Cuando sale la luna,
el mar cubre la tierra
y el corazón se siente
isla en el infinito…”

Federico García Lorca

Caladenia flava in situ
12/09/2025

Caladenia flava in situ

12/09/2025

Sexual Encounters of the Floral Kind- Coryanthes
Antes de ver el video déjenme contarles lo que verán. Cuando era niño, recuerdo haber rentado este documental en VHS o VETA. Lo vi quizá cinco veces hasta que lo devolví. Esa narración era envolvente, poética y oscura. La forma en que la música y la narración hablaban de las aburridas plantas de pronto las convirtió en seres fascinantes, casi míticos. Criaturas casi mágicas capases de asesinar y de enamorar.

Hubo un tiempo en que los documentales eran auténticos teatros de la ciencia y el arte. Este documental de 1981, no tiene la calidad de las imágenes de los documentales modernos, pero su narración lo convierte en una autentica joya visual que no ha sido superada por lo moderno. Es mucho más que un documental sobre la reproducción vegetal: es una pieza cinematográfica que transforma la botánica en erotismo narrativo y misterioso. Su estilo de narración —oscuro, sensual y poético— convierte cada flor en un cuerpo deseante, cada abeja en un amante convocado por el perfume. La voz en off, con su tono grave y envolvente, recuerda el susurro de un narrador de cine vintage, casi como si se tratara de una cinta erótica de los años 70, lo que ha llevado a algunos críticos a describirlo como “cool and creepy”.

La música, cargada de tensión y misterio, envuelve y acompaña escenas donde las orquídeas manipulan a sus polinizadores con estrategias tan sofisticadas como seductoras. Hay flores que huelen a carne podrida, otras que imitan el cuerpo de una hembra para engañar a insectos, y orquídeas como la Coryanthes que atrapan a las abejas en rituales de contacto y liberación. Todo está narrado con una cadencia que evoca el deseo, el peligro, al misticismo y a la belleza oculta en los mecanismos de la vida.

Este documental no solo informa: invoca. Es una obra que revela cómo la sexualidad vegetal puede ser más compleja, más teatral y más simbólica que la humana. Si alguna vez hubo una película que hiciera del polen un poema es este. Sumérgete en su atmosfera narrativa y oscura.

NOTA: Es un documental viejito, me constó mucho subtitularlo. Si son capaces de tolerar la calidad de las imágenes de 1981, y los subtítulos que son entendibles, al final se verán atrapados por la escena. Suban todo el volumen, pongan la pantalla en grande, relájense y Disfrútenlo.

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