27/05/2025
Con el paso del tiempo y con las experiencias vividas fui aprendiendo más de mi, conociendo mis vulnerabilidades así como mi lenguaje de amor hacia los demás.
Con esto fui comprendiendo que todo lo que en algún momento señalé como malo en mí, era porque asumía los juicios de los demás como míos y eso era porque no tenía ni idea de quien era realmente yo.
Así que, con el paso del tiempo y haciéndome consciente de que antes de preocuparme porque los demás pensaban tal o cual cosa de mí, tenía que preguntarme cómo me sentía yo con sus juicios, identificar las acciones que me lastimaban, cómo resolver y sanar lo que había en mí, sin esforzarme con angustia que las demás personas cambiaran su comportamiento y percepción sobre mi.
Al día de hoy puedo vincularme sin señalar las cargas de los demás, porque cada quien sabe lo carga en su morral, pero sé cuándo cerrar todo lo que yo considero fuera de los límites que representan los vínculos sanos y donde la otra parte no se esfuerce por mejorar la relación.
Reconocer que a veces las decisiones y los cambios traen momentos dolorosos e incluso de miedo, nos ayuda a ser más gentiles con nosotros mismos y poder avanzar sin resistencia.
No priorices nunca a los demás si el precio es perderte a ti y alejarte de lo que eres.
Las relaciones requieren su trabajo emocional pero nunca nada que te haga sentir sola, minimizada y abandonada.
Ama tu esencia.
Cynthia Hernández