31/07/2025
🖋️ Mando Único Oriente: coordinar no basta si no transforma la seguridad
La instalación del Mando Único Zona Oriente, impulsado por los gobiernos federal, estatal y municipal, se presenta como una estrategia ambiciosa: patrullajes en zonas prioritarias, revisiones en inmuebles vinculados a delitos, intervención en bares y puntos de venta de droga. Esta operación se ha sostenido por más de 100 días con el respaldo de la Guardia Nacional, la SSEM, la Fiscalía y la Policía Estatal .
Sin embargo, no basta con acumular presencia policial. La clave está en lograr resultados efectivos, sostenibles y con garantía de derechos. ¿Está esta coordinación generando impactos reales o sólo engrosando cifras operativas?
He aquí los puntos críticos:
Operatividad vs. Prevención: Aunque las acciones táctico‑operativas son esenciales, no hay evidencia de que vayan acompañadas de estrategias de prevención social, atención a factores de riesgo o recuperación de tejido comunitario. La simulación de seguridad sin corresponder con resultados reales puede volverse contraproducente.
Transparencia y control ciudadano: Coordinar fuerzas sin mecanismos claros de supervisión —sobre todo en revisiones en domicilios o bares— abre puertas a abusos, detenciones arbitrarias o exceso de fuerza. Una estrategia de mando único debe incluir canales ciudadanos de denuncia, acceso público a resultados y rendición de cuentas.
Equilibrio entre mano dura y derechos civiles: La seguridad ciudadana no debe sacrificarse en aras de la eficiencia operativa. Patrullajes intensivos pueden generar miedo o discriminación en comunidades donde la policía se percibe más como amenaza que como protección.
Evaluación de impacto: ¿Qué indicadores se están midiendo? ¿Reducción del crimen, recuperación del espacio público, percepción vecinal de seguridad? Hasta ahora, no hay datos públicos que permitan evaluar si la coordinación ha dado frutos más allá del despliegue.
Si el propósito del Mando Único Oriente es recuperar la confianza ciudadana y brindar protección real, debe acompañarse de inversiones sociales, programas comunitarios, transparencia operativa y una evaluación pública de resultados. Porque la seguridad no se construye solo con operativos: se construye con justicia, integridad y confianza ciudadana.
De lo contrario, la presencia conjunta de cuerpos policiacos será solo un ejercicio de exhibición, sin cambiar verdaderamente la vida de la gente. La verdadera seguridad se mide cuando un padre sale tranquilo a comprar el pan, cuando una niña regresa segura de la escuela y cuando una comunidad se siente protegida, no reprimida.