12/06/2025
“El alfarero y la vasija rota”
Un día, una mujer entró en la tienda de un alfarero. Allí, vio una vasija hermosa, reluciente, sin una sola grieta. A su lado, había otra vasija: rota, parchada, con señales de haber sido restaurada.
Curiosa, le preguntó al alfarero:
Por qué conservas esa vasija rota si tienes otras más bonitas y nuevas?
El alfarero sonrió y le dijo:
Porque esa es la que más amo. Fue golpeada, se cayó, se rompió, pero no la deseché. La tomé con mis propias manos, la volví a moldear y ahora, aunque sus grietas son visibles, por ellas pasa la luz… y por dentro guarda más agua que las demás.
La mujer lo miró sorprendida, y el alfarero concluyó:
Las heridas no la hacen menos valiosa. Al contrario, ahora tiene historia, tiene propósito… y me pertenece más que nunca.
Así somos nosotros ante Dios. A veces nos rompemos: por el pecado, por el dolor, por las decisiones equivocadas. Pero el Alfarero divino no nos desecha. Él nos toma con amor, nos restaura y usa nuestras cicatrices como testimonio de Su gracia.
Jeremías 18:6
”¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano…”