28/07/2025
Eso lo dijo, sin pelos en la lengua, Emilio Azcárraga Milmo en 1973, cuando compró el Canal 8 y con él, al Chavo del 8, asegurando el control absoluto de lo que veía el pueblo.
Y no se equivocó.
Pero no hablaba solo de pobreza económica.
No se refería a la falta de dinero, sino a algo más profundo, más trágico:
la pobreza mental, esa que no se mide en pesos…
sino en criterio.
Hablaba del que se conforma con poco,
del que celebra las migajas como si fueran manjares,
del que cree que un voto, un programa, o una bandera
van a redimirlo de décadas de manipulación.
Y no, no hablo solo de chairos, ni de fifís,
ni de un lado ni del otro,
hablo del que aún cree que hay un bando bueno en la política,
del que piensa que las leyes bastan para acabar con el mal.
Esa ingenuidad… es el verdadero virus nacional.
Porque lo que hoy vive México no nació ayer.
Se ha venido tejiendo desde hace décadas.
No con leyes, sino con discursos.
No con tanques, sino con palabras.
Con propaganda disfrazada de verdad,
con televisión para jodidos,
con redes sociales para distraídos,
con influencers para anestesiar conciencias.
Nos están domesticando.
Ya no se necesita cárcel, ni látigo.
Ahora basta con una pantalla, una transferencia y un buen eslogan.
Hoy se premia al que se arrodilla,
se aplaude al que repite lo que le dicen,
y se cancela al que piensa diferente.
El que cuestiona, estorba.
El que exige, incomoda.
El que no aplaude, es enemigo.
Nos enseñaron a desconfiar de quien piensa,
y a venerar al que obedece sin chistar.
El alma se nos ha dormido entre likes,
y la conciencia se ha disfrazado de ideología.
La historia, ya lo ves, se reescribe a conveniencia.
Los héroes de ayer son los traidores de hoy.
Los ladrones se visten de redentores.
Y el pueblo… aplaude.
Aplaude sin saber que cada palabra lo amarra,
que cada discurso lo entierra más hondo.
Aplaude porque le enseñaron que protestar es peligroso,
y pensar, un acto subversivo.
Pero si no despertamos ahora,
si no encendemos la chispa del criterio,
viviremos felices, sí…
pero felices en jaula.
Con cadenas suaves,
con mordaza invisible,
y con una libertad que solo existe en los carteles del gobierno.
No se trata de partidos.
Se trata de recuperar la conciencia.
Porque un pueblo sin criterio no necesita dictador.
Se gobierna solo.
Por eso escribí: “Gobierna tu mente o el Estado lo hará por ti.”
Porque entendí que la verdadera lucha no está en las urnas, ni en las calles, sino en la conciencia.
Este sistema se sostiene porque millones lo permiten… y lo defienden.
Sígueme, mantente cerca, que muy pronto estará listo para que lo tengas en tus manos.
Y entonces, no digas que nadie te lo advirtió.
©️2025 Jaquelin Bermudez