04/05/2025
La c**a
Como saben en días pasados (hace un mes) me convertí en mamá por segunda vez, me gustaría decir que cuento con un chingo de experiencia, pero vamos mis hijos tienen 7 años de diferencia y pues todo se olvida, sobre todo las cosas no tan agradables de la maternidad, como cuando se te bate el chamaco en su propia caquita de bebé, pero esas calabaceadas que terminan hasta su cabecita... Pues el día que tenía que pasar, pasó, mientras mi bebé viejo y mi machaca piñas jugaban padel bien contentos y yo desayunaba viéndolos de lejos, a la bombón se le ocurrió que era buen momento para calabacearse, por que vamos el mejor momento siempre es cuando tus papás están comiendo... Bueno pues fué una calabaceada épica, tan épica qué no sabía que hacer, se le pasó a todas las capas de ropa, había c**a hasta en su cabeza, pero me dije "Perla tu puedes" me fuí a cambiarla... Pero tampoco recordaba que los bebés con calabaceadas épicas no quieren ser cambiados, es como un triunfo para ellos y buscan quedarse así, luchamos tanto ella y yo que yo termine orinada y con c**a hasta en los hombros y así sin dignidad me regrese a la mesa a continuar comiendo mis sagrados y fríos alimentos... No me queda más que citar a Juan Carlos Bodoque (31 minutos) en su nota Verde de la Ruta de la C**a cuando dice "NUNCA HABÍA VISTO TANTA C**A JUNTA"... Es que vamos, es un bebé ¿cómo le pueden salir esas cantidades?
Por cierto me salvó el baño de leguetazo de gato de mustela (baño en seco), sin dignidad pero parecíamos recién bañadas.
