17/08/2025
Enciende en mí, tu fuego Señor
Señor Jesús, me motivas: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lc 12,49).
Esa frase me sacude, me despierta, me invita a salir de la comodidad. Tú viniste a encender la vida, a mover corazones, a dar un rumbo nuevo. Y hoy me lo repites con fuerza: no tengas miedo de arder en el amor de Dios
Yo quiero, Señor, que ese fuego del Espíritu Santo llegue primero a mi vida. Quiero que queme en mí todo lo que me ata al egoísmo, la indiferencia o la tristeza.
Necesito que tu fuego limpie lo que me roba la paz y la alegría. Que ilumine mis sombras, me haga más humano, más cercano a los demás, más valiente para vivir mi fe en lo pequeño de cada día.
Tú me adviertes que seguirte no siempre trae aplausos, que incluso puede causar divisiones en la familia, entre amigos, en la comunidad y en sociedad.
Al principio me asusta esa idea. Yo quisiera que todo fuera armonía y comprensión, pero entiendo que muchas veces tu Palabra incomoda, porque invita a cambiar, a dejar lo viejo, a romper con cadenas.
Y ahí, Señor, necesito tu fuerza: para no rendirme, para no callar cuando sé que debo hablar con respeto y amor, para no esconder mi fe cuando es momento de dar testimonio.
Ayúdame a comprender que la verdadera paz no es ausencia de problemas, sino la firme decisión de hacer el bien aunque cueste.
Dame la gracia de no desanimarme cuando haya incomprensiones o rechazos. Enséñame a vivir con paciencia, con respeto, pero también con valentía, sabiendo que el fuego de tu amor es más fuerte que cualquier oposición.
Hoy quiero pedirte, Jesús, que me conviertas en chispa de tu fuego. Que con mi manera de hablar, trabajar, tratar a los demás, pueda encender esperanza en quien está triste, fe en quien duda, ternura en quien se siente solo.
No me dejes ser indiferente ante el sufrimiento. Hazme sensible a la necesidad, dame creatividad para construir caminos de reconciliación y fraternidad.
Si alguna vez me toca elegir entre agradar a todos o ser fiel a ti, que tenga el valor de elegirte a ti. Si alguna vez siento miedo de ser rechazado, recuérdame que tú también fuiste incomprendido y aun así seguiste adelante, confiando en el Padre.
Dame la certeza de que no camino solo, de que tu Espíritu me acompaña siempre. Señor, vienes a traer fuego, no para destruir, sino para dar vida. No para quemar personas, sino para encender corazones.
Hazme testigo de ese amor ardiente que transforma, que sana, que perdona y que construye un mundo nuevo.
Aquí estoy, Señor, enciende primero en mí tu fuego, hazme instrumento para que otros también ardan en esperanza y alegría.
No quiero vivir apagado, ni quiero pasar por la vida sin dejar huella de bien. Quiero ser llama que ilumine, calor que abrace, fuego que contagie fe y amor.
Gracias, Jesús, porque no me invitas a una vida entregada. Gracias porque me enseñas que el Evangelio es para personas decididas a caminar contigo. Gracias porque confías en mí, aunque soy frágil.
Te entrego mi vida, ven Señor y prende en mí la llama de tu amor. Que nunca se apague, que nunca me canse, que siempre arda hasta el último día de mi existencia.
Lee, medita, ora y comparte
P. Óscar