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04/09/2025

YA COMENZO LA FIESTA DE CUMPLEAÑOS TE RUFINO VALDERRAMA I

𝙁𝙀𝙇𝙄𝙕 𝘿𝙄́𝘼 𝘿𝙀𝙇 𝘾𝘼𝙈𝙋𝙀𝙎𝙄𝙉𝙊Detrás de cada alimento que llega a nuestra mesa hay una historia que pocas veces se cuenta: la ...
24/06/2025

𝙁𝙀𝙇𝙄𝙕 𝘿𝙄́𝘼 𝘿𝙀𝙇 𝘾𝘼𝙈𝙋𝙀𝙎𝙄𝙉𝙊
Detrás de cada alimento que llega a nuestra mesa hay una historia que pocas veces se cuenta: la del agricultor. Esa persona que, desde la madrugada, enfrenta el frío, el sol ardiente, el cansancio y la incertidumbre del clima para labrar la tierra y darnos lo más esencial: la vida misma.

El trabajo del agricultor es duro, sacrificado y, muchas veces, invisibilizado. Se siembra con esperanza, se riega con esfuerzo y se cosecha con orgullo, aunque pocas veces se reconozca el verdadero valor de su labor.

A menudo se piensa que la riqueza está en los metales preciosos o en los recursos naturales que cotizan en los mercados internacionales. Pero hay una frase que lo dice todo, y que nos invita a reflexionar desde lo más profundo:
"El día que puedas comer minerales y saciar tu sed con petróleo, recién comprenderás que la agricultura y el campesino valen más que todo el oro del mundo."

Y es que sin el agricultor, sin ese hombre o mujer que con amor y paciencia cultiva la tierra, simplemente no habría vida. Gracias a ellos, la ciudad se alimenta. Gracias a ellos, nuestras familias tienen sustento. Gracias a ellos, la esperanza florece en cada temporada.

Como se muestra en la imagen que acompaña esta publicación, vemos a un agricultor alegre y orgulloso de su trabajo. Ha logrado cosechar las mejores ocas, fruto de su dedicación y conexión con la tierra. No es solo una imagen bonita; es un testimonio de lucha, dignidad y amor por lo que hace.

Valoremos su labor, respetemos su sacrificio y nunca olvidemos que el verdadero tesoro de una nación se cultiva, no se extrae.
El agricultor no solo alimenta cuerpos, alimenta el alma de un país.

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𝙁𝙀𝙇𝙄𝙕 𝘿𝙄́𝘼 𝘿𝙀𝙇 𝙋𝘼𝘿𝙍𝙀 𝙇𝙐𝘾𝙃𝘼𝘿𝙊𝙍 𝙔 𝙏𝙍𝘼𝘽𝘼𝙅𝘼𝘿𝙊𝙍 𝙋𝙊𝙍 𝙎𝘼𝘾𝘼𝙍 𝘼𝘿𝙀𝙇𝘼𝙉𝙏𝙀 𝘼 𝙎𝙐𝙎 𝙁𝘼𝙈𝙄𝙇𝙄𝘼𝙍𝙀𝙎.¡Feliz Día del Padre, Papá!  Las palabras...
15/06/2025

𝙁𝙀𝙇𝙄𝙕 𝘿𝙄́𝘼 𝘿𝙀𝙇 𝙋𝘼𝘿𝙍𝙀 𝙇𝙐𝘾𝙃𝘼𝘿𝙊𝙍 𝙔 𝙏𝙍𝘼𝘽𝘼𝙅𝘼𝘿𝙊𝙍 𝙋𝙊𝙍 𝙎𝘼𝘾𝘼𝙍 𝘼𝘿𝙀𝙇𝘼𝙉𝙏𝙀 𝘼 𝙎𝙐𝙎 𝙁𝘼𝙈𝙄𝙇𝙄𝘼𝙍𝙀𝙎.
¡Feliz Día del Padre, Papá! Las palabras parecen fallarme cuando intento expresar la profundidad de mi gratitud y amor por ti en este día tan especial. Pensar en ti hoy llena mi corazón de calidez y un profundo sentimiento de aprecio. Quiero agradecerte, desde el fondo de mi corazón, por tu guía inquebrantable, tu infinita paciencia y tu amor incondicional. Has sido una fuente constante de fuerza y apoyo para mi hermana y para mí, forjándonos en las personas que somos hoy. Tu sabiduría ha guiado nuestros pasos, tu aliento ha alimentado nuestros sueños y tu amor ha sido el cimiento inquebrantable de nuestras vidas.

Lamento muchísimo no poder estar allí para celebrarlo contigo en persona hoy. La distancia se siente inmensa, pero mi amor por ti trasciende cualquier separación física. Saber que Sofía y Mamá están contigo me reconforta, y me imagino a todos ustedes compartiendo risas y creando hermosos recuerdos juntos. Cuando regrese, tendremos la celebración más grande y alegre que puedas imaginar, una fiesta digna del increíble padre que eres.

Para el mundo, quizás seas solo otra persona, pero para nosotros, lo eres todo. No eres un rey gobernando un reino, sino un padre y esposo amado, el corazón de nuestra familia, el ancla en nuestra tormenta. Eres nuestro héroe, no con capas y mallas, sino con la fuerza silenciosa que muestras cada día, en los sacrificios que haces sin dudarlo y en el amor inquebrantable que nos brindas. Eres nuestra razón de ser, el sol que calienta nuestros días, el universo que nos mantiene unidos. Eres más que un padre; eres nuestro mejor amigo, nuestro confidente, nuestra roca.

Gracias por ser tú, Papá. Gracias por todo. Te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Tengo muchas ganas de verte de nuevo y celebrar como se debe.

Gedión ponce

¡𝗦𝗔𝗟𝗜𝗠𝗢𝗦 𝗗𝗘𝗟 𝗙𝗢𝗡𝗗𝗢!  💪🇵🇪  hizo su trabajo en casa y se aprovechó bien la caída de   en Asunción. Mañana toca cruzar los ...
21/03/2025

¡𝗦𝗔𝗟𝗜𝗠𝗢𝗦 𝗗𝗘𝗟 𝗙𝗢𝗡𝗗𝗢! 💪🇵🇪

hizo su trabajo en casa y se aprovechó bien la caída de en Asunción. Mañana toca cruzar los dedos para que nos brinde una ayudita y venza a para poder rematar en la jornada 14 y terminar muy cerca de la zona de repechaje.

¡Vamos que se puede, la 'Ibañeta' es una realidad!

TODOS A APOYAR ESTE VIERNES 28 DE FEBRERO DE 2025 ES LA ELECCIÓN Y CORONACIÓN DE LA MISS CARNAVAL AMARILIS 2025 A LAS 7 ...
25/02/2025

TODOS A APOYAR ESTE VIERNES 28 DE FEBRERO DE 2025 ES LA ELECCIÓN Y CORONACIÓN DE LA MISS CARNAVAL AMARILIS 2025 A LAS 7 DE LA NOCHE EN PLAZA DE PAUCARBAMBA AMARILIS

𝐂𝐀𝐍𝐃𝐈𝐃𝐀𝐓𝐀 𝐍°𝟔 𝐀 𝐌𝐈𝐒𝐒 𝐂𝐀𝐑𝐍𝐀𝐕𝐀𝐋 𝐀𝐌𝐀𝐑𝐈𝐋𝐈𝐒 𝟐𝟎𝟐𝟓

𝐀𝐏𝐎𝐘𝐀 𝐂𝐎𝐍 𝐓𝐔 𝐍𝐈𝐊𝐄 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐒𝐈𝐆𝐔𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐄𝐍𝐋𝐀𝐂𝐄 https://www.facebook.com/share/p/19zb1MsaGf/

𝐄𝐃𝐈𝐓𝐇 𝐑𝐀𝐌𝐈𝐑𝐄𝐙 𝐀𝐐𝐔𝐈𝐍𝐎

𝐏𝐑𝐎𝐅𝐄𝐒𝐈𝐎́𝐍: PROFESORA DE EDUCACIÓN INICIAL.

𝐑𝐄𝐏𝐑𝐄𝐒𝐄𝐍𝐓𝐀𝐍𝐃𝐎: GEDIÓN Y YONER PRODUCCIONES.

𝐂𝐎𝐋𝐎𝐑 𝐅𝐀𝐕𝐎𝐑𝐈𝐓𝐎: ROJO Y NEGRO

𝐀𝐐𝐔𝐈́𝐄𝐍 𝐀𝐑𝐌𝐈𝐑𝐀: A DIOS

𝐒𝐔 𝐏𝐋𝐀𝐓𝐎 𝐏𝐑𝐄𝐅𝐄𝐑𝐈𝐃𝐎: ESCABECHE DE GALLINA

𝐒𝐈𝐆𝐍𝐎: TAURO

𝐏𝐑𝐎𝐌𝐎𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀 𝐓𝐔 𝐄𝐌𝐏𝐑𝐄𝐒𝐀 𝐎 𝐍𝐄𝐆𝐎𝐂𝐈𝐎 𝐎 𝐓𝐔 𝐈𝐌𝐀𝐆𝐄𝐍 𝐒𝐈 𝐕𝐀𝐒 𝐒𝐄𝐑 𝐂𝐀𝐍𝐃𝐈𝐃𝐀𝐓𝐎 𝐄𝐍 𝐋𝐀𝐒 𝐄𝐋𝐄𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐏𝐑𝐄𝐒𝐈𝐃𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀𝐋𝐄𝐒 𝐘 𝐂𝐎𝐍𝐆𝐑𝐄𝐒𝐀𝐋𝐄𝐒 𝐎 𝐑𝐄𝐆𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐎 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐀𝐋𝐂𝐀𝐋𝐃𝐈́𝐀𝐒 𝐄𝐍 𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐍𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎𝐒 𝐓𝐑𝐀𝐍𝐒𝐌𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒
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𝐋𝐎𝐒 𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐓𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐔𝐋Á𝐍(Narrativa solo para gente que lee)El hombre se vuelve esclavo del dinero y de las vanidades; tod...
18/02/2025

𝐋𝐎𝐒 𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐓𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐔𝐋Á𝐍
(Narrativa solo para gente que lee)

El hombre se vuelve esclavo del dinero y de las vanidades; toda su existencia la dedica a la búsqueda de la fortuna, aunque sea robando, como si en ellas estuviera el gozo. A medida que más poseen, más anhelan tener, y esa desesperación los lleva a cometer las peores barbaridades. Sin darse cuenta de que la verdadera alegría no reside en el oro, el dinero o la riqueza, sino en la honradez, en la libertad y en la sonrisa sincera que te brindan la gente.
Williams Albornos Flores era el maestro más querido por la gente de San Francisco de Bolognesi y fue quien le enseñó a conocer las letras, los números y los valores al niño Victorino Ramírez Ñaupa, quien era muy respetuoso, cariñoso y, sobre todo, muy inteligente. Si le preguntaba el profesor, él respondía con una sonrisa inocente y en “runasimi”:
—¡Awmi tayta! ¡Allillami tayta! Siempre hacía uso de una lengua culta. Y cuando le ordenaba que realizara algo, le preguntaba en el idioma de los dioses del Ande.
—¿Imapá chayta rurashaq, tayta?
Y si veía a su profesor realizando algún trabajo, de inmediato le decía que él lo haría.
—Yachachikuq, nuqa rurarishaq. Qam hamakuy, makiykikuna utikanqa, nuqa muzunami kayká, imatapis ruranapa.
Era un niño muy atento, pero no sé en qué momento dejó de ser gente para convertirse en un carnal salvaje, posiblemente cuando se fue a Lima y ahí se juntó con gente de mal vivir. Sus malas acciones lo llevaron a estar internado en la cárcel de Chimbote, aunque en poco tiempo logró salir, ya que se había convertido en un religioso; hasta decía que Dios hablaba con él y así profetizaba miles de sucesos y aventuras.
Por su buena actitud y por ser uno de los presos más carismáticos de la cárcel, le redujeron su condena y salió a poco tiempo.
Pero fuera de la penal se olvidó de Dios; al contrario, volvió a robar y así seguía desperdiciando su corta juventud.
Luego de muchas aventuras volvió a su tierra natal; allí vio a sus paisanos que vivían muy felices, cultivando la tierra y criando animales. Eso de ver a sus paisanos que tenían de todo y que vivían bien le llevó a sentir una envidia y a preguntarse. Cómo ellos habían adquirido de todo y mientras él apenas tenía una choza pircada con piedras, con techo de paja, sin puerta, “huk yana tullpa” y con dos árboles viejos de saúco.
Esa envidia le motivó a juntarse con los jóvenes y a gestar su proyecto de crear su propia banda delictiva.
Pero antes de consolidar su sueño malévolo, se dice que hizo un pacto encarnizado con el mismo diablo, allá en la laguna de Yayconga en Carhuacaja. Allí le pidió al diablo que le proteja, que ninguna bala enemiga pudiera matarlo, que sea temido por todos, que tenga la sabiduría y el poder de entender y levantarlo a las hojas de coca, que las mujeres lo deseen, aunque pinta no tenga, luego de robar para que escapen con facilidad, que sus adversarios no lo vean y ninguna autoridad sea capaz de capturarlo por más fechorías que cometiera.
También inició a llevar ofrendas a los “jirkas” de Karwamanka, Diablo Machay, Padre Machay, Kollota y al mismo imponente Rondoní, lo que, según su creencia, le confería protección sobrenatural. Es así; por más cerca que estaban los que le perseguían, no lo podían ver y hasta sus huellas en donde pisaba no se notaban. Hasta las cuevas y cerros se habían convertido en sus cómplices y les guardaban con gran hermetismo a él y a los integrantes de su banda.
Convencido de su poder y protección, formó su propia banda criminal, llamada “Los Malditos de Chaulán”, que estaba compuesta por jóvenes expertos en el manejo de las escopetas, revólveres, pi***las, fusiles y hasta de wínchester.
Su organización era tan meticulosa que hasta llevaban un libro de actas en donde estaban sus datos exactos de los integrantes y, además, en donde cada miembro se comprometía a ser fiel y leal a su líder. Además, la organización era la prioridad y la tenían que defender con su propia vida.
Aunque usted no lo cree, “Los Malditos de Chaulán” estaban constituidos notarialmente y tenían un registro en la SUNART con sede en la ciudad de Huancayo. Es que no era cualquier banda de rateros y ni se asemejaban a los maricas y chupamocos de Colombia, Venezuela, a los fumones de San Juan de Lurigancho, del Callao, de Las Moras o de Trujillo; ellos eran de la tierra brava de Chaulán y no tenían miedo y ni respeto a nada y a nadie, sus imaginaciones y deseos tenían que cumplirse, aunque les costara su propia existencia.
Es que Victorino se consideraba el más elegante, el único “apu”, el rey y el patrón de los bandidos de todos los tiempos y no permitía que ningún otro mamagüevo le rete o sea mejor que él. Si alguien se daba el especial o hablaba mal de él, de inmediato sacaba su revólver y lo disparaba a matar.
Sus primeras víctimas fueron sus propios paisanos y familiares del pueblo de San Francisco de Bolognesi. Aquellos que se negaron a apoyar a su ideal o que lo corregían, fueron castigados brutalmente.
Sus métodos eran despiadados: golpeaban a los campesinos, violaban a sus hijas y, en los casos más extremos, los asesinaban sin piedad; luego se llevaban todos los bienes de sus víctimas.
Así botó a los habitantes del pueblo de Bolognesi; muchos de ellos se escaparon a Huánuco y Lima, dejando todos sus animales y cosas; esa gente quizá hasta hoy guardan ese resentimiento en contra de "Los Malditos de Chaulán", porque con violencia les alejaron del lugar en donde habían nacido y crecido.
Además, por culpa de ellos han tenido que pasar desprecios, hambre y pobreza en las urbes en donde nadie los conocía y ni les querían extender una mano caritativa. Y hasta hoy, esa cruz negra la llevan en el corazón todos los chaulinos, ya que la gente de otros lugares los mira con desprecio y miedo; piensan que todos heredan las malas costumbres de aquellos bandidos, aunque no es así.
Para “Los Malditos de Chaulán”, esto era un asunto del corazón, aquí no tiene nada que ver la razón, por eso a diario se les crecía la sed de poder, dominio de territorio, fechorías y riquezas; eso los llevó a expandir sus ataques a los pueblos vecinos. Además, habían constituido alianzas estratégicas con los rateros de Quio, Margos, Choras, Quisqui, Cauri, Caramarca, Ancash, Pasco, Junín, Paucar, Yanahuanca y de las alturas de Lima.
Estos jijunas siempre estaban ahí observando qué familia poseía ganados, caballos o bienes valiosos y a muchos de ellos, intencionadamente los ofendían y así daban razón a sus despojos y asesinatos.
Su abuso era bárbaro, ya que asaltaban sin importar la hora del día y a quién sea; ellos confiaban en el terror que inspiraban sus armas, el apoyo del mismo diablo y de los “jirkas”.
Es así que los días jueves y domingos realizaban sus atracos, violaciones y orgías en “La Curva de la Felicidad”. Aquí no se quedaban sin ser deshojadas las mujeres más bonitas. Esas horas eran de inagotables suspiros, consumidos ya por el destino; sus mentes estaban seducidas por el torbellino de su imaginación, que los llevaba al límite de la utopía, mientras los demás pasajeros solo escuchaban esos corillos de gemidos.
Mientras otros bandidos se daban el lujo de meter bala a las llantas de los carros y dejarlos pasar cuando los choferes eran sus amigotes. Si atracaban a los vehículos que transportaban a compradores de ganados y carneros que iban a Willi, ahí sí cada parte del carro era revisada y hasta le calateaban a la gente buscando el dinero que llevaban y si no crees, que te lo cuente mi primo el flaco: Pablo Caldas Saavedra o su hermano, el negro de San José de Cozo.
Los viajeros de Margos, Jesús, Yarumayo y Yacus temblaban de miedo cuando ya los vehículos se acercaban a Cocuy; en su imaginación de esa pobre gente, los rateros los estaban esperando para que les quiten todo lo que llevaban.
Es que, en realidad, los rateros se llevaban sus calzados, sus mantas, sus polleras de las señoras y otras prendas íntimas. Todo era bueno para estos bandidos y peor si no tenían dinero; a todos los hacían gatear en la carretera y ahí les iban metiendo golpe. Si uno de ellos los miraba, de inmediato recibían un balazo y, si Dios estaba con él, simplemente les tocaba recibir sus buenos puntapiés y culatazos.
Estos bandidos no respetaban a nadie; hasta una de sus víctimas fue la señora Lucila Shinzato, que en aquel entonces ejercía la presidencia del CTAR Huánuco. Un día, a eso de las diez de la mañana, por sorpresa lo atracaron muy cerca a Yarumayo y solo Dios sabe qué pasó ahí o cómo arreglaron su libertad con “Los Malditos de Chaulán”. Pero sí los hicieron arrodillarse, rogar y hasta besar sus pies a todos los que se encontraban en los dos vehículos oficiales que retornaban a la ciudad de Huánuco, luego de haber participado en una ceremonia en Lauricocha.
También les hicieron jurar en nombre de Dios para que no roben el dinero de los huanuqueños, para que trabajen en bien de toda la población y no estén durmiéndose o solo mirando culos en sus oficinas en Huánuco.
El destino ha permitido que Antil sea uno de los pueblos más afectados. Ya que esta banda, en tres ocasiones, ingresó a plena luz del día y se llevó todos sus animales y cosas de la gente, sin que nadie pudiera afrontarlo.
Aunque en el cuarto intento, ya no les fue nada bien, porque le salió al frente un niño de apenas 13 años de edad, a quien cariñosamente le llamaban “Colocho”.
Cansado de ver el abuso que cometían, se armó de valor, cogió el rifle y el matapato que tenía su padre y se fue a afrontarles sin miedo a nadie. Colocho estaba dispuesto, si es posible, a morir, con tal que ya no sigan dañando a la gente de Antil.
Pero, gracias a Dios, logró hacerles retroceder, con el apoyo de la señora Emilia Jara Gonzales y del gr**go Hermiliano Santiago.
Con esta hazaña, Colocho cavó su propia tumba, ya que la gente no se quedó callada; al contrario, avisaron a los bandidos quién era ese chiuchi que se atrevió a hacerles perder su chamba.
Aquel atraco frustrado había sido en la tarde de un día viernes, pero ya el día domingo lo estaban buscando a Colocho para que lo maten. De ellos, su límite era el cielo y nada más; por eso no iban a permitir que ningún chiuchi “garabuche” les haga perder su trabajo y, encima, que los corra a balazos.
Al enterarse de eso, los familiares de Colocho lo mandaron a vivir a tierras extrañas, pero él en su caminar aprendió que todo momento pasa y que la vida prosigue, que el tiempo nunca se cansa y el ayer siempre se extingue.
También allí aprendió a ver que todos los lugares eran su tierra y, además, entendió que las cumbres, valles, quebradas y bosques eran inmensas fuentes de sabiduría y que solo era cuestión de verlos con paciencia.
Ya meses después, cansados de tanta violencia, los pobladores de Antil decidieron organizarse bajo el liderazgo de un licenciado del Ejército del Perú que había combatido a los terrucos allá en la selva de Ayacucho. Ese valiente licenciado era Javier Espinoza Jacha “Oso”; él no tenía miedo a la muerte, ni al diablo y mucho menos a Victorino, quien era apenas un ratero de poca m***a, que sin su arma no era nada y ni valía un comino.
Porque no tenía ni una buena puntería cuando disparaba su revólver, por eso siempre se valía de sus gatilleros. Cesitar Alcántara, Negro Ñaupa, Gr**go Valdivia y Costalón, quienes sí tenían unas manos diestras y unos corazones fríos para manejar sus revólveres. Ni el “waychaw chikishimi” o el “wishkash llulla” de las alturas se escapaban a sus disparos eficaces; ellos sí, pues a 50 metros de distancia con el disparo de sus revólveres eran capaces de quitarle las flores de su sombrero a cualquier “jipash”, pero sin herirla.
Ignorar el mal es transformarse en colaborador de él; eso pensaba Oso. Al ver los maltratos y humillaciones que cometían en contra de la gente, decidió solicitar el apoyo a la Base Contrasubversiva 314, acantonada en el cuartel de Yanag.
Pero hasta los soldados ya temían a “Los Malditos de Chaulán” y se negaron a salir de patrulla a la zona.
Es que en el pueblo de Querosh, estos bandidos en dos oportunidades les habían emboscado, matando a un soldado y a un oficial del ejército, aunque ellos también los habían abatido en ese enfrentamiento al temible “Negro Ñaupa“, quien era el brazo derecho y hombre fiel de Victorino.
Oso, ya preocupado, solicitó apoyo a la Comisaría de Huánuco, pero estos ni se atrevieron a salir al paradero de Chaulán, a pesar de que estaba en la cuadra 5 del jirón Independencia. Al contrario, temblaban de miedo y preferían atrincherarse en la comisaría de Huánuco.
En cambio, Oso no se daba por rendido; ahí estaba con persistencia y tenacidad, exigiendo el apoyo al teniente coronel Javier Lindo Zárate. Ya cansado de verlo todos los fines de semana, un día Lindo se sentó a escucharlo y a dialogar con Oso.
En esa plática se hicieron recordar lo que juntos habían combatido a los terrucos allá en la selva de Ayacucho y eso le sirvió para que decidiera hacer algo a favor de la población de Antil. Aquel teniente coronel que hasta hoy está vivo, sin pena y sin gloria, con voz enérgica le dijo:
—Oso, tú me los traes a todos los integrantes del Comité de Autodefensa y a los pobladores de Antil. Quiero verlos el domingo a la primera hora aquí. ¿Entendido?
—Así será, mi jefe. Le respondió Oso.
Apenas llegó a Antil, convocó a una reunión general y obligó a todos los pobladores para que viajen a la Base Contrasubversiva 314 de Yanag; este llamado era de vida o muerte.
Efectivamente, ese domingo a primeras horas, todos los pobladores de Antil estaban bien formados en una de las losas del cuartel de Yanag, esperando con ansias el apoyo del ejército para acabar con los integrantes de “Los Malditos de Chaulán”.
Pero lo único que escucharon del teniente coronel fue lo siguiente:
—Señores, les doy un plazo de 48 horas para que ingresen todos a ese pueblo de Querosh y me atrapen a los rateros. Al que se pone bravo, ya ustedes verán qué les hacen; solo me traen sus cabezas y asunto terminado.
¡Despierten ya! Al menos aprenden a defenderse y a hacerse respetar; de lo contrario, cualquier ladrón les encimará y les empreñará de miedo. Las órdenes ya están dadas desde el Ministerio del Interior; si los matan o queman a esos abigeos, nadie va a denunciar a ustedes. ¿Comprendido?
Todos con entusiasmo y cierto miedo respondieron en coro:
—Sí, nuestro teniente coronel. Vamos a quemarle vivo a esos “qanrra allqus”.
Para lo cual, Lindo ordenó a los presidentes de los comités de autodefensa de Chaulán, Condormarca, San Francisco de Bolognesi, San Juan de Sumarán y otros voluntarios que saquen sus matapatos y que vayan al ataque. El objetivo era capturar a Victorino y a toda su bandita, ya que la mayoría de los integrantes de “Los Malditos de Chaulán” eran los pobladores de Querosh y, también, para desgracia de todos, una de sus tantas esposas de Victorino vivía en ese bendito pueblo.
Al amanecer del día planeado, más de trescientos ronderos cercaron al pueblo de Querosh; la gente ingresó armada con escopetas, machetes, palos, “warakas” y estaban dispuestos a quemarlos vivos si se revelaban.
De sorpresa les cayeron; otros todavía estaban durmiendo y solo algunos se habían levantado. Atraparon a todos los pobladores y los llevaron a la plazuela del pueblo; además, requisaron armas, encontraron una gran cantidad de cosas y animales robados.
Ni el profesor de la escuela se salvó; también fue conducido a la plaza, porque se decía que ese mal profesor era otro integrante de “Los Malditos de Chaulán”; él era el hombre de la logística, el que abastecía de municiones, armas de largo alcance, coca, cigarro, vinos, velas negras, flores, cal, regalos para los “jirkas” y hasta los pasam***añas. Todos los lunes llevaba una gran cantidad de compras para los “mishimakis” de Querosh.
Los pobladores de Querosh, aterrados y hasta llorando, negaron conocer a Victorino, pero era evidente que mentían, porque cuando atacaron a los soldados del ejército, lo hicieron todos y no dijeron: "Yo no tengo que ver nada aquí".
Sin embargo, Victorino logró escapar por la parte sur, gracias a la complicidad del presidente del Comité de Autodefensa de Chaulán, quien era su padrino de bautizo y matrimonio. A pesar de esto, los ronderos le dejaron un mensaje claro a esa gente: que el abuso y el miedo se habían terminado.
Luego de escapar, Victorino, furioso, se arrodilló, lloró y juró venganza en la cumbre de Karwamanka. Su odio le llevó a pensar que tenía que matar a los pobladores de Antil, Condormarca y San Juan de Sumarán; solo así lograría consolidar su poderío; de lo contrario, se iba reduciendo los lugares en donde operaba con total libertad.
Pero su destino comenzó a arquearse cuando fue a darse una rica borracherita al pueblo de Quircán Chico; la vida le llevó a conocer a Katy Santiago Herrera, una hermosa joven de dieciséis años. Enloquecido por su belleza, intentó cortejarla, pero ella lo rechazó por su infame rep**ación.
Se decía entre sí:
—¡Ya no puedo más!...
¡Tengo que conocer cada centímetro de su cuerpo!...
¡Tengo que morir de amor en sus dulces labios!...
¡Tengo que sentir el aroma de su cuerpo!...
¡Tengo que arder de pasión en su piel!
Solo ella hace que yo mire con los ojos del alma; será que ella es mi religión, mi fe, mi paz y mi amor eterno.
¿Qué daño le puede causar un poco de amor? Solo le daré rienda suelta a mi lado carnal y pasional. Qué importa si es chiquilla. Todo pecado de amor es sagrado. Al final lo amo a Katy.
Es que en el mundo hay personas difíciles de encontrar, pero fáciles de llegar a quererlas e imposibles de olvidarlas o arrancarlas de la mente. Además, la vida le dio todo lo que creía merecer, pero no siempre sufrir, llorar y suplicar que te quieran significa vivir y estar libre. El gusto de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, a alguien a quien amar y alguna cosa que esperar, pero Victorino no esperó. Al contrario, herido en su orgullo, optó por secuestrarla.
Cumplió su deseo una noche lóbrega; ingresó bien armado y, en la complejidad de su gente, le tomó por sorpresa a la chica, le puso una pi***la en la sien y le obligó a m***ar una mula, a pesar de que su papá suplicaba que no se lleve a su niña.
El patrón de los bandidos no le hizo caso; al contrario, se lo llevó a una cueva que está en la cumbre de Kuchiwasi. Allí lo ha tenido durante quince días y solo Dios sabe qué le hizo a la indefensa muchacha, en aquel lugar en donde no sé nada y solo se oye el murmurar del viento.
Es que la valentía de enamorarse de alguien de quien no tenías las intenciones es un tipo de amor que pasa los límites de la imaginación y el manejo emocional, ya que es atrayente y puro.
Esto no crea simplemente una conexión química o de gusto; va más allá del alma y te lleva a perder el miedo, el hambre y hasta la sed. En ocasiones, este tipo de amor y deseos conduce a perder la vida a muchos humanos, prefiriendo morir a vivir sin el néctar de los labios de esa persona deseada.
Después de varios días, envió a un emisario para que dialogara con la familia de Katy, con la propuesta de pedir la mano y así formalizar la relación, ya que estaba dispuesto a dar todo por tenerla en sus brazos, sentir el calor de su cuerpo y beber el néctar de sus labios de aquella quircana, de unos lindos ojitos y de una boquita de miel, que al mirarla cualquiera se enamoraba.
Es que ella era la brisa que acaricia el alba.
El sol que ilumina el día, la luz infinita, pura y alegría.
Sus ojos reflejan el cielo estrellado y una bendición celestial.
Su risa era un dulce canto, un sueño dorado que todo humano anhelaba escucharla.
Su hermosura perfuma a la misma primavera, porque tenía una belleza y alma
que conquista a cualquier corazón con solo mirarla.
Ya al verse derrotado y como su hija estaba en poder de aquel bandido, el padre de la muchacha aceptó a que ingresara a pedir la mano y así formalizar la relación. Aunque en su corazón el odio era más grande que el cerro Gopurinag, porque se llevó sin su consentimiento a su hija y todavía, a la más bonita y a la más engreída de toda la comarca.
Eso sí, aquel padre le dijo al comisionado:
—Muchacho, dile a Victorino que venga a solucionar esta inconveniencia, sin sus armas y que no me traiga a sus amigos forajidos. Si ya vamos a ser familia, no tiene sentido que esté viniendo armado y con su gente, porque va a hacer asustar a mis familiares y ellos, al ver eso, no van a querer solucionar.
Además, yo como padre tengo que solucionar directo con Victorino y no con su gente. También yo no voy a invitar a muchos; solo mi familia cercana va a estar presente. Al final, ¿para qué voy a hacer saber a todos, si ellos ni siquiera me han ayudado a criarla y ni a educarla?
Eso sí quiero que me traiga: bastante coca, aguardiente puro de Pacán, vino, cigarro, gaseosas, caramelos, panes y su ropa completa para mi hija, porque yo le voy a entregar así como vino al mundo. Ya él verá cómo vestirla y criarla.
—Awmi tayta, pachallanpita manami ñakachinqa, ullukuwampis, mashllawampis y ukallawampis pachay pachaylla uywanqa. Chay shumaq cholo, qamkunapá apamunqa achka charkita.
—Chaynú kaptin, achallaw tayta. Nuqa kushishlla kawashami.
Al enterarse de la aceptación, Victorino saltó de alegría y le dijo a su gente:
—Chay cigarrochanka aukista manchaykuman, chay tullpa mishinawpis chakwastaran manchaman. Supaytapis manchachu. Kanan musianqa, pi nuqa kayká. Wawanta, ishkaypa iskaypa wachachishami.
Como todo padre herido, no se quedó conforme, porque se trataba de la inocencia de su hija, el honor de su apellido y, sobre todo, la honradez que siempre les inculcó a sus hijas.
Frente a esto, jamás iba a aceptar que un delincuente pe******do fuera su yerno. Es por eso que en secreto planeó la venganza con sus familiares, ronderos de Quircán Chico, de San Juan de la Libertad, de Yanacocha y otras autoridades.
En la noche de la petición de mano se tenía que dar el golpe infalible. Para lo cual tejieron la estrategia y el lugar en donde iban a recibir a Victorino y a sus secuaces.
Además, acordaron que el joven Pullicho tenía que darle un garrotazo en la nuca a Victorino. Es así que Pullicho, muy obediente y seguro de que lo ayudaría el “jirka Gopurinag”, se llevó un pequeño garrote y lo tenía bien escondido entre su poncho. También acordaron que la familia de Katy no tenía que pararse ni moverse; de lo contrario, tenían que echarse al piso, porque los ronderos estaban con las órdenes de disparar al cuerpo a todo ser que se paraba o movía.
Como se creía el más elegante de los bandidos, Victorino ordenó a su gente que haga las compras necesarias para el “warmi hurquy” e ingresó todo campante a pedir la mano de la muchacha.
También, por si acaso, llevó a sus seguidores más leales; allí estaban José Ñaupa Zavala, Jacinto Ñaupa Ramírez, su hermana de Victorino y otros bandidos que ya alucinaban ser los dueños del mundo y ni permitían que los miraran sus caras sucias.
Como es de costumbre, se dio inicio a la “chacchapada”; allí estaba la familia Herrera entre bromas, risas y anécdotas, escuchando sus hazañas de Victorino, pero sin dejar de masticar la sagrada hoja de coca, endulzarla con la cal, tomar el aguardiente, fumar los ci****os y, para los niños, no podían faltar los caramelos.
En este ritual ancestral, todos los integrantes de las dos familias que están uniéndose aconsejan y enseñan a cómo vivir bien a las nuevas parejas, y en algunas zonas lo llaman: “Wamranchikunata yarpachishun y yachachishun, sumaqlla kawanampa”.
A eso de la una de la mañana, suelen bendecir los padres a sus hijos; para eso tienen que arrodillarse en el piso las parejas delante de sus progenitores y, hasta incluso, en otros lugares estilan darles un par de látigos a las nuevas parejas para que vivan sin peleas, para que no se traicionen, para que trabajen unidos y no estén botándose de la casa.
Una cita bíblica sentencia: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo”.
Efectivamente, solo con el paso del tiempo comprendes que al precipitar las cosas y obligarlas a que ocurran, provocas que el desenlace no sea el que anhelabas.
Con el paso del tiempo, te percatas de que realmente lo más importante no era el porvenir, sino ese instante que estabas experimentando.
Con el paso del tiempo tienes que arrodillarte ante alguien; también aprendes a disculpar o implorar una disculpa, expresar que amas, extrañas, necesitas y que deseas tener un amigo o una pareja ideal, porque la vida no es eterna y frente a una tumba todo lo que se dice y se hace ya carece de significado y valor.
Por fin, el patrón de los bandidos se tenía que arrodillar y poner a un lado su mini u*i para pedir disculpas y la bendición de su suegra y su suegro. Pero en ese instante, no se dio la bendición; al contrario, Pullicho se paró en el rincón y desde allí le metió un certero garrotazo en la nuca a Victorino, derribándolo al suelo y todos comenzaron a atacarlo; ya no les dieron tiempo para que sacara su arma.
La gente seguía metiendo garrotazos y gritaba a viva voz:
—Ya cayó, meten bala. Ya cayó, carajo, métanle bala. Ya cayó el zorro viejo.
Todos pedían que dispararan sin piedad. Efectivamente, del segundo piso de la casa y de otros cuartos salieron unos hombres disparando sin misericordia y dispuestos a todo.
Los ronderos que estaban escondidos fuera de la casa también dispararon a los que cumplían la función de seguridad. Aquí estaban luchando los bravos ronderos, quienes estaban dispuestos a hacer respetar a su tierra y a sus apellidos.
Sus hombres de seguridad del patrón de los bandidos fueron abatidos sin piedad y sin clemencia. Victorino ya estaba desorientado por el golpe que recibió y ya no pudo ni agarrar sus armas para defenderse, porque las demás personas de inmediato agarraron la mini u*i, la pi***la y el revólver que tenía metido en la cintura, Victorino; luego seguían dándole palo como si se tratara de un “asyaq añas”.
Posteriormente, lo amarraron las manos atrás, le pusieron un lazo en su cuello y lo sacaron al patio de aquella casa; de inmediato unos señores iniciaron a arrastrarlo por el camino pedregoso e iban gritando:
—¡Muere, perro ladrón! Ahora queremos ver tu valentía. Victorino, malparido por el destino, ahora defiéndete, su jijuna gran p**a, ¿dónde mi**da están tus compinches ladrones? Que salgan si son valientes; aquí está el pueblo de Quircán Chico para dar su merecido a todos esos “waaka suwas”.
Mientras los perros en coro anunciaban su triste final del jefe de “Los Malditos de Chaulán”. La gente enardecida ya no hacía caso a las súplicas y llanto de Victorino; simplemente lo arrastraron como a un perro hasta la plaza del pueblo. Ya en la plaza, con una rabia contenida por años de sufrimiento, abuso y muchas muertes que causó. La madre de Katy le sacó la cabeza con una vieja lampa que estaba botada en la puerta de la iglesia y hasta su diente de oro que tenía lo sacaron con una piedra, así poniendo fin a su reinado de terror.
Su hermana de Victorino logra escapar esa noche, porque estaba vestida como una señora de Quircán Chico y eso causó la confusión a los ronderos; ellos pensaban que era su tía de Katy y por no le balean. Además, un guardaespaldas logró escapar aquella noche, y se dice que hasta el día de hoy deben recordar la justicia implacable de los aguerridos pobladores de Quircán Chico.
Así pasó a la historia negra el jefe de “Los Malditos de Chaulán”, como un ser temido y odiado por todos, pero también como el hombre cuyo destino fue sellado por el pueblo que nunca olvidó sus crímenes. Además, les dieron un mensaje a todos los jóvenes de Chaulán y otras zonas: que la violencia y la delincuencia solo traen dolor, miedo y destrucción. Ya que ningún camino forjado con el sufrimiento de otros puede llevar a la verdadera felicidad. La verdadera grandeza no está en las armas ni en el miedo que se impone, sino en el respeto, el conocimiento, el trabajo honrado y la unidad entre hermanos.

Fuente © 𝐄𝐧𝐨𝐜𝐡 𝐂 J
Docente de Comunicación de la Institución Educativa “Felipe Huamán Poma de Ayala”
Quircán Chico


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