09/07/2025
Con mucha alegría anunciamos la presentación del Libro Luz de Luna de Sara García Arce en la Feria Internacional del Libro de Lima 2025. Aquí les compartimos una reseña del libro:
"Luz de Luna: diario de una mamá estrella" es el segundo libro de la psicóloga y escritora Sara Garce y es muy especial para ella, por todo lo que ha ido creciendo, casi en silencio, dentro del corazón, en la piel, y en las palabras que hoy se hacen voz. Escribir estas palabras no es solo un honor, sino un acto de profundo afecto. Es una forma de decir: “yo también sentí contigo”, desde la primera línea, desde esa respiración escrita que parecía contener tanto; desde esa lágrima que no era mía, y sin embargo, lo fue.
Este libro es mucho más que un diario. Es un cuerpo hecho palabra. Es un espacio íntimo que, sin pedir permiso, se convirtió en lugar colectivo. Es el testimonio de una madre —mi querida amiga Sara— que no eligió el silencio ni el olvido. Eligió nombrar su dolor, abrirlo, compartirlo... y en ese gesto, nos abrió también a nosotros. Nos dio permiso para sentir; para hablar de lo que tantas veces se oculta o se minimiza y para no esconder nuestras propias heridas, porque sí: el duelo gestacional, en el Perú y en el mundo, sigue siendo una herida invisible. Se espera que quienes lo viven lo “superen rápido”, que “agradezcan que fue temprano”, que “lo vuelvan a intentar”. Como si el amor tuviera fecha de expiración; como si por ser breve, no doliera; como si no fuera real.
Entonces, llega la primera pregunta inevitable ¿qué significa ser madre cuando el ser que amamos no llega a nacer? Tal vez, significa sostener lo intangible. Abrazar una ausencia hasta convertirla en presencia. Escuchar el cuerpo, aun cuando el mundo no escuche. Llorar por un nombre que tal vez nadie más pronunció.
Sara lo dice con una claridad que duele y abraza a la vez, cito “Estoy en el limbo, y recuerdo que soy MADRE, madre de un bebé ausente, madre de un espíritu libre, madre de sangre fugaz, madre en construcción luego de ser destruida”. Y es ahí, en ese limbo, donde algo empieza a tomar forma otra vez; donde lo que parecía no tener sentido comienza, poco a poco, a organizarse como un nuevo lenguaje.
Surge entonces otra pregunta, más íntima: ¿cómo se encuentra sentido en medio del dolor? No hay fórmulas. No hay respuestas fáciles. Pero sí hay caminos. El de Sara fue la escritura, la meditación, los rituales, la conexión con otras mujeres y los sueños que se volvieron guía. Y así, este libro se vuelve una caminata por el duelo, el cuerpo y lo simbólico. No romantiza el dolor, ni nos promete un final feliz. Pero nos da algo todavía más valioso: verdad, honestidad y humanidad. Y es que cuando el amor y el dolor se entrelazan de esa forma, es imposible no preguntarse ¿cómo transforma la muerte nuestra manera de estar vivos?
Leer este diario fue, para mí, como mirarme en un espejo emocional. Me mostró una ternura que no sabía que necesitaba. Me obligó a mirar mis propios silencios. Y me recordó que incluso después del dolor más profundo, aún puede haber belleza, poesía y presencia. Porque a veces, la muerte no termina el vínculo. A veces, lo transforma…, lo reinventa…, lo expande. Es ahí que aparece una pregunta que ya no es solo personal, sino colectiva ¿qué pasa cuando el duelo no tiene espacio social? Lo que no se nombra, duele más, porque al dolor se suma el silencio y eso lo vuelve aún más pesado. Pero Sara, con este libro, rompe ese silencio. Lo hace desde el cuerpo, desde el arte y desde el sueño, cito: “Mi útero te vivió y le duele tu pronta partida. Aún hay dolor, y solo quiero amarlo y acompañarlo.” Y eso, en sí mismo, es un acto político. Porque en un mundo que nos empuja a seguir, a rendir, a sonreír como si nada. Ella se detiene, habita su dolor, lo transforma en amor. Desde ahí, nace la última gran pregunta: ¿cuál es el legado de quienes no llegaron a vivir, pero cambiaron para siempre a quienes los amaron?
El legado de Luz de Karol, la hija de Sara, está en cada palabra. Porque su paso —aunque breve— abrió caminos. Despertó memorias. Encendió luces en quienes creían estar solos en su experiencia. Ella fue semilla, aunque no brotara como esperábamos. Fue faro, aunque se apagara rápido. Fue maestra, sin haber dicho palabra. Y eso nos recuerda algo que a veces olvidamos: que el amor no se mide en tiempo y que la maternidad no se define solo por la presencia física.
Leer "Luz de Luna" me dejó pensando en todos los rituales que no hacemos, en todos los nombres que no decimos, en todos los cuerpos que pasamos por alto. Y me dejó también con una certeza: hablar de la muerte con amor, es hablar de la vida con más verdad. Por eso, este libro es urgente; porque trae luz a lo que ha vivido en la sombra; porque da voz a quienes se han sentido solos; porque nos recuerda que en medio del duelo también puede nacer comunidad y porque no hay acto más valiente que transformar el dolor en ofrenda.
Querida Sara: gracias por tu generosidad, por convertir tu experiencia en medicina, por mostrarnos que ser madre también es sostener lo invisible; que el amor no se borra con la ausencia; que la luz, incluso apagada, deja huella; y gracias, Luz de Karol por existir; por enseñarnos que a veces, un segundo de eternidad basta para cambiar una vida entera.
DOBE JAMANCA (2025)