17/08/2025
Estos años no solo hemos tocado música, también hemos tocado la vida. Y nos regaló algo que ninguna partitura puede describir y que ningún aplauso puede igualar: la sonrisa, la inocencia y la fuerza de nuestros niños. Ellos, los hijos, nietos o sobrinos de cada integrante de nuestra orquesta, han sido testigos silenciosos de nuestros sacrificios, ellos han visto cuando partíamos al ensayo con cansancio, cuando regresábamos de madrugada con el alma agotada, cuando los sueños nos pesaban más que las manos y que hablar de los viajes con cansancio y de los momentos en que, aun con el corazón dolido, nos regalaban una sonrisa que borraba todo sufrimiento.
No siempre la gente sabe lo que dejamos atrás cuando subimos a un escenario. Porque mientras tocamos, mientras el público aplaude, en silencio sacrificamos algo que nunca vuelve: los días y momentos de nuestros hijos.
Ellos están aprendiendo a crecer viendo nuestras ausencias, han soportado cumpleaños donde faltó un abrazo, tardes de juego que se quedaron en promesa, noches en que el sueño les ganó esperando que llegáramos. Y aunque duele, ellos nunca reclamaron, nunca nos hicieron sentir culpable. Al contrario, nos regalaron sonrisas que curan y miradas que perdonan.
A veces no se dan cuenta, pero son ellos quienes nos sostienen con una mirada, con un abrazo, con un simple PAPÁ O MAMÁ TE QUIERO Y TU PUEDES. Son ellos quienes dan sentido a cada esfuerzo y quienes nos enseñan que la música no solo se escucha, también se hereda en la sangre y en el alma.
Hoy queremos dar gracias a esos pequeños grandes maestros de la vida, porque aunque aún no entiendan de sacrificios, nos muestran cada día que todo vale la pena. Que nuestra lucha, nuestra entrega y hasta nuestro sufrimiento, tiene un nombre y un rostro en ellos.
Que nunca olviden que la orquesta no solo es un grupo de músicos, es una familia, y ustedes, nuestros niños, son la razón más poderosa para que nunca dejemos de soñar. Y que siempre que la música que suena en cada concierto lleva escondido el nombre de un niño que nos inspira, de un hijo que nos espera, de un amor que nos da vida.